Estados Unidos deja de compartir información de inteligencia con Kiev, dejando a Ucrania en una situación límite que le obliga a mirar a Europa. La Comisión Europea, tras una reunión de urgencia, anuncia un paquete de ayuda a Kiev de 3.500 millones de euros, pero no ha conseguido aprobar el aumento de la ayuda militar a Kiev por la postura de bloqueo de Hungría. Las ayudas militares prestadas hasta ahora por Estados Unidos eran multidimensionales: desde munición, armamento, misiles, tanques, aviones, helicópteros y fuerza naval hasta elementos de Inteligencia y tecnológicos. También apoyo económico canalizado a través del Banco Mundial. De todos esos auxilios, la inteligencia es el más sensible. La inteligencia humana, la que se puede hacer con agentes en el terreno, puede ser suplida por países europeos, pero la Inteligencia de señales, es decir, la electrónica, proporcionada fundamentalmente por EE.UU., es imprescindible para la defensa antiaérea ucraniana que precisa esa alerta previa, porque los rusos están empleando misiles de crucero que pueden tener un alcance de 2.500 kilómetros. O sea, además de dejar de recibir material de última tecnología para usar en el campo de batalla, la gravedad más visible es la defensa antiaérea de las ciudades, algo que había sido fundamental para que en lugares como Kiev se pudiera llevar una vida relativamente normal. Además, en las últimas semanas la Administración de Trump ha vacilado con la posibilidad de quitar las sanciones impuestas al Kremlin, lo que le podría ayudar a que su economía no se viera afectada por el conflicto. Europa no puede sustituir a EEUU con esta medida de “pinza” entre Rusia y Estados Unidos. Desde este punto de vista Europa no puede cubrir las ayudas que necesita Ucrania para que Rusia deje de agredirla.
Trump se pone de parte del agresor porque pretende apoderarse de las tierras raras que posee Ucrania, tan imprescindibles para las nuevas tecnologías. En este sentido EE.UU., con ese alarde de matón de barrio, también amenaza con anexionarse impunemente Groenlandia y gravar con aranceles a los países que hasta ahora eran considerados sus aliados y amigos, desestabilizando así la economía mundial.
El conflicto que ha tenido enfrentados a Rusia y Ucrania durante los últimos ocho años sigue teniendo en vilo no sólo a sus poblaciones sino a la comunidad internacional, porque, no lo olvidemos, Rusia es una potencia nuclear, y las tragedias de Hiroshima y Nagasaki no sirvieron de escarmiento y de repulsa para deshacerse para siempre de armas tan atroces y espantosas. Al contrario, a partir de entonces es cuando las grandes potencias inician una carrera armamentística que aquellos ingenios nucleares, que tanto daño hicieron en Hiroshima y Nagasaki, comparados con los que ahora vienen fabricando resultan artefactos casi inocuos. Con ese arsenal nuclear que tienen almacenado las grandes potencias se podría destruir la Tierra varias veces. Y la espada de Damocles se balancea peligrosamente sobre las cabezas de todo el mundo, porque cualquier tensión, cualquier locura pueden desencadenar la hecatombe. ¿Quién no se acuerda de la crisis de los misiles en Cuba? ¿Quién no se alarma por las amenazas proferidas ante el conflicto del Golfo Pérsico? Todos los periódicos británicos pedían una solución nuclear para resolver el problema planteado por Irak.
Es preciso engendrar una mentalidad, no ya para que no proliferen más armas nucleares, sino para que sean eliminadas todas las existentes. Para evitar una tragedia irreparable para el género humano se debe denunciar constantemente, insistentemente, día a día, en cualquier foro y lugar, sin desmayo, hasta crear un ambiente mundial de repulsa al armamento nuclear. No es ninguna exageración, ninguna futilidad, ningún circunloquio, pues puede ocurrir en cualquier momento y por cualquier motivo, y con la agravante de que, una vez iniciada una agresión atómica, ya no hay marcha atrás, ni arrepentimientos. Porque es una falacia decir que puede haber un ataque nuclear controlado a un determinado territorio, pues aunque no desencadenara una reacción en cadena, que es lo más propio, los efectos se extenderían fatalmente.
Pero nos da la impresión que conseguir un desarme atómico total es una utopía. Mientras haya países ricos, que sustentan su riqueza en la explotación de los países pobres, no hay armonía posible. A veces hay países como Iraq, que desafían a los poderosos jugando que no se atreven a utilizar las armas nucleares. Pero no se puede jugar con fuego, pues las bombas atómicas están ahí, como la espada de Damocles. Hay muchos partidos de derechas, junto con toda esa gente práctica, que es legión en los países desarrollados, que solo les inquieta lo cotidiano y sus negocios. Se burlan de los que tienen una visión más altruista, a los que tildan de agitadores. No solo no les preocupa el arsenal atómico que las grandes potencias tienen almacenado, sino que también lo justifican diciendo que fabricando esas armas se desarrolla la tecnología y se crean puestos de trabajo.
Se han hecho proposiciones de un paulatino desmantelamiento del arsenal atómico, pero EE.UU. no accede y no renuncia al costoso desarrollo de la llamada “Guerra de las Galaxias”. Dicen que consiste en una especie de escudo que preservaría a Norteamérica de cualquier ataque con misiles provistos de cabezas nucleares, pues los iría destruyendo antes de que llagaran a sus costas. ¿Y qué pasaría si alguno escapase a su control? ¿Y qué haría EE.UU. con sus armas nucleares, las destruiría o las utilizaría contra sus enemigos? ¿Desaparecerá el peligro nuclear si EE.UU. se alza en única potencia indiscutible? ¿Habría paz y justicia en el mundo con EE.UU. como hegemónica en lo militar? ¿Condenaría la ONU con el mismo rigor que a cualquier otro país los desmanes que cometiera EE.UU.? ¿Qué fuerza se encargaría de llevar a cabo el castigo que se mereciera? ¿Se recobraría la esperanza de construir un mundo mejor con EE.UU. como gendarme del planeta?
La degradación del medio ambiente
El hombre ha ido dominando la Naturaleza y la ha ido adaptando a sus necesidades y a sus caprichos. Y esta desnaturalización, mejor dicho acomodación, es buena y es necesaria. Pero lo que ya no es bueno, ni tampoco necesario, es cuando va siendo degradada o aniquilada, porque la Naturaleza es fuente de la vida. Conviene, por ello, saturarse con frecuencia de naturaleza viva, sin domesticar, seguir arraigado a ella, para que, al disfrutarla y sentirla, la respetemos, la resguardemos y la vayamos conociendo mejor. Podemos aprender mucho de la Naturaleza, porque no hemos de olvidar que también es sabia.
¿Por qué la técnica y la industria no hacen lo mismo que la Naturaleza? No es ningún progreso el que los avances técnicos sean cada vez mayores y, al mismo tiempo no se sepa qué hacer con los residuos que producen las industrias que esas técnicas propician. ¿Qué hubiera sido de la vida si la Naturaleza, en vez de reciclar sus residuos, hubiera ido dejando que se amontonaran por la atmósfera, montes, valles, ríos y mares? La Naturaleza, como se sabe, por medio de sus ciclos tróficos metamorfosea la muerte en vida. Mantiene el equilibrio de los ecosistemas gracias a una cadena de funciones, como la de los seres de vida saprofita que transforman la materia orgánica de los cadáveres en mineral; la materia inorgánica o mineral es transformada en orgánica por las plantas verdes, base de la alimentación de los herbívoros, de la que se nutren los carnívoros, etc..
Si el aire es cada vez más irrespirable, si la lluvia ácida está arrasando nuestros bosques, si los mares y los ríos se están muriendo con el detritus que reciben, si la capa de ozono está desapareciendo, si hay la amenaza de una hecatombe química o nuclear, ¿hay que parar, por ello, el desarrollo de la técnica? ¿Hay que paralizar el progreso? No, pero la misma técnica ha de dar soluciones, ha de cerrar los ciclos como lo hace la misma Naturaleza, ha de reciclar los residuos para que, en vez de contaminar, destruir, se reintegren en la misma Naturaleza, en las mismas fuentes de riqueza.
Lo que ocurre es que con el sistema de relaciones económicas que hay, con el capitalismo salvaje, inexorablemente nos dirigimos, y a una velocidad mayor de la sospechada, a un desastre ecológico irreversible, porque donde surge el egoísmo más brutal es en el industrial dentro de su negocio particular. ¿Qué capitalista, que cifra su triunfo en la obtención del mayor beneficio posible, gasta su dinero por propia iniciativa para que su industria no contamine lo que es de todos?
Ha de haber un organismo –en el ámbito mundial, porque las naciones también actúan egoístamente- que obligue a que la técnica imite a la Naturaleza y restablezca un equilibrio que, en vez de agotar los recursos naturales, los reponga reciclando los deshechos.
Organismo supranacional
Claro que ese organismo supranacional solo sería posible cuando hubiera democracia mundial. Es decir, que no solamente haya democracia en todos y en cada uno de los países, sino también las relaciones entre todos los países sean democráticas y en plan de igualdad, para dotarle a la Tierra, en su conjunto, los tres poderes –legislativo, ejecutivo y judicial- , con competencias para ocuparse de los problemas que afectan en el ámbito planetario. Pero mientras que haya un Tercer Mundo que se muere de hambre y unas superpotencias explotadoras, despilfarradoras y con derecho a veto, poca democracia puede haber en el foro internacional.
Las revoluciones dieciochescas trajeron las democracias en las relaciones entre los individuos de algunos países. Pero la democracia entre los mismos países es la revolución pendiente. ¿Es posible que Haití, por ejemplo, pudiera tener el mismo peso que EE.UU.? Actualmente hay unas superpotencias que son las que deciden. El camino, creo, está en que se consiga que los países del Tercer Mundo se unan y se formen bloques supranacionales que unan fuerzas, energías y recursos y miren de tú a tú a las superpotencias actuales. El ejemplo de la Unión Europea es digno de tenerse en cuenta. Y España, además, tiene la posibilidad de formar un bloque supranacional con sus países hermanos de Hispanoamérica. Si cuando se independizaron no se hubieran atomizado en pequeñas repúblicas, y con gobiernos déspotas y autoritarios que impidieron su democratización, es seguro que el coloso del norte, democrático y poderoso, no se hubiera apoderado de Texas, California y otras regiones del ámbito hispano, que le acrecentaron su poder y riquezas.