Este conjunto de irregularidades, junto a las ilegalidades en Metrología que la justicia con Sentencias favorables a los trabajadores está dejando en evidencia a VEIASA y la Junta, una realidad a la que debemos sumar el enquistamiento en la Negociación Colectiva, la burla de las movilizaciones masivas, debemos concluir que afrontan un difícil final de año los trabajadores y trabajadoras de esta empresa pública.
Recuerdo que hace ya tiempo, tuve una discusión con un párroco, y en la diatriba, llegó el momento en que se le acabaron los argumentos o no estaba “en la tuya sobre la mía”, que lo zanjó con un argumento común «en esta parroquia, mando yo y se hace lo que yo digo», algo comprensible para una institución embarcada en el poder. Pero que no hemos de olvidar, que este argumento es aplicado por muchos empresarios, y no digamos dirigentes políticos.
Cada vez me asombro menos que existan infinidad de empresarios o seudo empresarios que alardeen de serlo por el mero hecho de haber estado formando parte de algunas empresas grandes, en ciertos cargos de responsabilidad y su único argumento sea el que esgriman, como el expuesto. Aunque reconozco, que actualmente su modus operandi es más sutil.
En este sentido, por VEIASA, han pasado un cierto elenco de este tipo de personaje, y no han accedido por sus “méritos” sino que han sido elegidos a “dedo” por la actual administración. Esto era algo muy típico en los cortijos donde el «señorito» elegía a sus adláteres.
Terminando este año 2024 me gustaría exponer algo que esta sociedad adolece, y que esa empresa ha dejado de lado, para sustituirla por el poder del dinero.
“En la casa del honesto hay gran provisión; pero tormenta hay en las ganancias del deshonesto” (Proverbios 15. 6)
Ser honesto es algo complicado de llevar a cabo en una sociedad compleja, de hecho, podemos verificar que actualmente los que triunfan y alcanzan cargos de responsabilidad no poseen este valor en desuso.
Todos podemos estar de acuerdo que la honestidad, es una cualidad que poseen aquellas personas que no engañan a otros o que dicen, por encima de todo, la verdad y creen que es justo por encima de su propio beneficio. Por contra, la deshonestidad es la carencia de verdad y de ser justo, por tanto, la honestidad es un valor moral y necesario para la vida social y sobre todo laboral.
VEIASA fue una empresa, en sus orígenes con un alto nivel de honestidad, que en mi carrera profesional no he visto. Y digo bien “fue” porque se ha ido malogrando con el paso de los años, sobre todo con los cambios políticos y un sindicalismo que se ha ido amilanando y acercándose al poder con el transcurrir del tiempo, por tanto, cuando el virus de la mentira, el engaño, la injusticia es inoculado dentro de un sistema empresarial, tarde o temprano termina destruyéndolo.
Aún queda la esperanza del antídoto de la lucha sindical, verdadera, sin intereses ni personalismos que actualmente representa la CGT en VEIASA.
“La esperanza no es lo mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte” (Vaclav Havel)