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CRÓNICAS DEL CONFINAMIENTO, por Beatriz Rodríguez, Periodista

CRÓNICAS DEL CONFINAMIENTO, por Beatriz Rodríguez, Periodista
domingo 03 de mayo de 2020, 10:42h
CRÓNICAS DEL CONFINAMIENTO, por Beatriz Rodríguez, Periodista
Tal y como estaba previsto, todo el mundo a la calle. Nunca vi a tanta gente correr como si se le escapara la vida, madrugar tanto para pasear y montar en bici como si se prepararan para la Vuelta Ciclista.
Yo me enfundé mis mallas, esas que tanto juego me han dado durante el confinamiento y que gracias a Dios no tienen botón como los vaqueros, y salí a andar, consciente de que no iba a lograr mi mejor marca y procurando ir por las calles menos transitadas. Tuve la suerte de que los adolescentes, y me refiero a los mayores de 18 pero aún inconscientes, no madrugan y prefirieron el turno de tarde. Aun así, había que esquivar a la gente y cualquier calle, de cualquier barrio, parecía la Gran Vía en hora punta. Gente equipada como auténticos profesionales con marcas deportivas, gente elegantemente vestida con nuevos modelitos comprados on-line y los que no esperábamos batir ningún nuevo récord y sólo pretendíamos estirar un poco las piernas y que nos diera el sol en la cara.

En Pamplona, ni eso, porque la intensa niebla de algunas zonas hacía que los corredores aparecieran de la nada como si salieran del vídeo de “Thriller”.

Conviene recordar al personal que el michelín, que se nos ha adosado a la barriga en estos últimos 50 días, no lo vamos a perder con una carrera y que el virus no engorda pero te puede matar. De hecho Ifema, aunque ya cerrado, sigue montado ante la posibilidad de un rebrote. Recuperar lo acumulado en tantos días de inactividad, como si no hubiera un mañana, no era la finalidad de estas salidas permitidas. Si a eso le añadimos las altas temperaturas, todo mucho más apetecible. Y no es obligatorio salir ni agotar la hora autorizada. Hemos aprendido a estar en casa, a vivir más en familia y a valorar otras cosas. La libertad, no es que esté sobrevalorada que no lo está, pero nos había llevado a una vida estresada y sin tiempo para nosotros mismos ni nuestros seres queridos.

Parece que entre los perros, los niños, el deporte, las compras y los que salen a trabajar, la actividad en las calles se va a recuperar a pasos agigantados, pasos que nos ha costado mucho sacrificio dar para que las cifras mejoraran pero que aún no garantizan la seguridad de los ciudadanos. Al menos las mascarillas, que hasta hace dos días no eran ni recomendables, ya son de carácter obligatorio en el transporte público.

Habrá que apelar a la responsabilidad individual o a que cada comunidad pueda regular estas salidas en función de su número de infectados. Confío en que los gobernantes no utilicen esa doble moral a la que nos tienen acostumbrados y sepan legislar acorde a las necesidades reales de cada municipio.

Mientras tanto hoy domingo está convocado en la catedral de Alcalá de Henares el mayor funeral hasta el momento por las más de 25.000 víctimas de este Covid19. Un nuevo y merecido recuerdo a todos aquellos que han luchado sin lograrlo. Ayudemos entre todos a que no haya más, nos lo debemos y se lo debemos.

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