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'Santa Eulalia del retablo de Sant Martí Sarroca', por Pedro Cuesta Escudero autor El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

"Santa Eulalia del retablo de Sant Martí Sarroca", por Pedro Cuesta Escudero autor El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

jueves 03 de agosto de 2023, 09:29h
'Santa Eulalia del retablo de Sant Martí Sarroca', por Pedro Cuesta Escudero autor El retaule gòtic de Sant Martí Sarroca

Tal como hemos dicho, la predela o banco del retablo de Sant Martí Sarroca está hecho con dos tablas, unidas por el sagrario (el original fue sustraído y el sagrario de ahora no tiene el valor artístico e histórico del desaparecido) y a cada lado una puerta. Cada tabla tiene pintados cuatro personajes de cuerpo entero separados por delgadas columnas que sostienen arcos lobulados de medio punto. Estas ocho figuras de santos están enmarcadas dentro de un fondo de oro, que les da más relieve y les sitúa fuera de cualquier escenificación. Además, estos fondos de oro producen un efecto de riqueza y luminosidad, al tiempo que confieren un valor sacro a las imágenes.

En las puertas había las figuras de San Pedro y San Pablo, que no analizamos por no tener suficientes elementos para hacerlo. En la parte de la izquierda de la predela están representadas Santa Eulalia, Santa Ágata, Santa Caterina y el Cristo resucitado. Y a la derecha tenemos San Juan Bautista, Santa Helena, Santa Lucía y Santa Úrsula.

Santa Eulalia

Muchas figuras de los santos, si no van acompañadas de los atributos que la iconografía les adjudica, son muy difíciles de identificar. Es el caso de la primera santa del lado izquierdo de la predela del retablo de Sant Martí Sarroca. Sabemos que es una figura sacra por el nimbo que lleva y por la palma, atributo común de todos los mártires. Llevar una palma era símbolo tradicional de victoria militar entre los mártires. Ya fue adaptada por la Iglesia primitiva como símbolo de triunfo del cristiano mártir sobre la muerte. Por tanto deducimos que murió violentamente por no renegar de las virtudes y creencias cristianas. Aunque estos elementos no son suficientes para deducir de qué santa se trata.

Nos aventuramos a identificarla como Sant Eulalia porque, en la calle central del retablo de Santa Eulalia y Santa Clara de Segorbe, una de las últimas obras de Pere Serra, Santa Eulalia está representada de una manera casi idéntica. Es joven, tiene el mismo reposado y recogimiento, lleva una diadema de flores en la cabeza, tiene una idéntica manera de llevar la palma del martirio y con la mano izquierda sujeta un pequeño crucifijo con la intención de besarlo. Y sabemos que es Santa Eulalia porque en el retablo de Segorbe se ven todas las secuencias de martirio, tal y como nos ha legado la tradición y la leyenda. Se ve como fue torturada con “el ecule”, una especie de caballete de tortura, llamado también “cruz de San Andrés”, porque este santo murió en él. El ecule es como una cruz en forma de X o aspa y sus brazos se prolongan hasta desencajar las articulaciones; no se usaba para la crucifixión, sino que era simplemente un instrumento de tortura donde los desgraciados muchas veces morían sin poder superar los tormentos.

Santa Eulalia es objeto de una gran devoción en Cataluña: es patrona de Barcelona y de su catedral y también de muchas otras localidades catalanas, como de Perpiñán. Su veneración en la edad Media era tan importante que muchas localidades catalanas fueron bautizadas con su nombre. No es extraño, pues, que figure en muchos retablos, porque representa una de las santas más ejemplares, ya que proclamó su fe, a pesar de los sufrimientos que tuvo que padecer.

Según la tradición cristiana, Eulalia de Barcelona vivía cerca de Barcino en tiempos de Diocleciano (284-305). Posiblemente esta Santa Eulalia vendría a ser una réplica de Santa Eulalia de Mérida, que también vivió en la misma época, tuvo una biografía parecida, murió en olor de santidad y su sepulcro es lugar de peregrinaje.

El hecho es que Diocleciano ordenó que se debía de dar culto a los dioses y a él mismo, que se consideraba un dios. Los que no lo hiciesen serían perseguidos y martirizados. Hubo muchas personas que renunciaron públicamente a profesar la fe cristiana y, además, adquirieron un documento o “libelo” con el que justificaban haber hecho ofrendas al emperador. Entre estos “libe-láticos” había algunos eclesiásticos, cosa que fue motivo de escándalo y de crítica, sobre todo por parte de la joven Eulalia. Sus padres se habían ido a vivir al campo porque temían que su hija cometiera alguna imprudencia.

Pero Eulalia, que tenía 13 años (en aquella época ya se consideraba que había entrado en la madurez y se podría casar), se escapó de la casa de campo y llegó a la ciudad, donde confesó abiertamente su fe y, por eso, fue llevada al martirio. El gobernador la condenó a trece martirios, tantos como años tenía. Como primer tormento fue encerrada en una prisión oscura, después de ser azotada, desgarraron su cuerpo con garfios y el “oculo”, la pusieron encima de un brasero ardiendo, le quemaron los pechos, le fregaron las heridas con piedra pómez, .e lanzaron aceite hirviendo y plomo derretido, la lanzaron a una fosa de cal viva, la colocaron desnuda dentro de una cuba llena de piedras, clacos y otros objetos punzantes y la lanzaron calle abajo, la encerraron en un corral lleno de pulgas, la pasearon desnuda por las calles de la ciudad hasta el lugar del suplicio donde fue crucificada en una cruz en forma de aspa hasta que murió. Según la tradición fue en estos momentos, que el alma le salió por la boca y que una fuerte nevada le cubrió su cuerpo desnudo.

Eulalia fue enterrada en olor de santidad en una capilla llamada Santa María de las Arenas, que una pequeña comunidad cristiana tenía fuera murallas, cerca del mar. Este primitivo lugar de culto fue creciendo y después del XVI Concilio de Toledo se convirtió en la parroquia de Santa María del Mar. La invasión árabe obligó a amagar el cuerpo para evitar su profanación. Y, después de ignorar durante un tiempo donde estaba l cuerpo de la santa fue localizado en el año 878 por el obispo Frodonio y la restituyó ala veneración de los fieles. El 1339 las reliquias de la santa se trasladaron en solemne procesión a Santa Eulalia a la catedral de Barcelona, lo que hizo crecer el fervor a Santa Eulalia en toda Cataluña.

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