.Porque las casualidades del destino no son tal y suelen estar escritas en nuestros caminos, y no es casualidad que pocas horas después cumpla años un servidor, en pleno San Antonio de Padua quien, al igual que el propio fraile franciscano, había estado lanzado durante días y noches sin descanso, sin obedecer al hambre, un mismo mensaje que iba llegando a lo más profundo de la ciudadanía del lugar, como quedó reflejado con las más de 1500 firmas de apoyo a este humilde club deportivo o los cientos de mensajes de texto directos y cómplices, o las miles de visualizaciones que se iban siguiendo a través de las diferentes redes sociales de comunicación. También es una bonita casualidad que parte de mi educación haya sido en un colegio franciscano, donde recuerdo como se fue forjando mi carácter, mis valores y mis principios, cerrando el círculo de las casualidades con el fraile franciscano San Antonio.
Ya metidos en el pacto de caballeros, que fue en lo que quedó dicha reunión, donde unos y otros nos comprometimos por un lado ellos a mantener una sala de Judo en el centro de la ciudad, y nosotros a poder concursar como cada año, ofreciendo nuestro proyecto de JUDO INCLUSIVO a los almerienses.
Así que una frase antigua que hacía más de una década que no sonaba en mi interior, volvió a repetirse retumbando en mi cabeza a cada paso según me despedia y bajaba las escaleras de la Administración dando la espalda a esa gran sala de juntas donde se desarrolló dicha reunión.
"MERECIÓ LA PENA", como cada vez que me subía al podium en mi época de deportista y hacía sonar mi himno, mientras suspiraba al cielo, retumbaban esas tres palabras en mi cabeza.
El dolor, el hambre, la impotencia, la rabia contenida, todo se desvanece cuando sabes que "mereció la pena", todo se desvanece y se resume en un mismo sentimiento, el de agradecimiento.
Agradecimiento a quienes forjaron mi carácter, mis padres, amigos, y por supuesto agradecimiento al propio Presidente de la Diputación por recapacitar, por poner freno a esas influencias negativas de dos técnicos resentidos, que no merecen ser nombrados para no darles publicidad y sigáis sin conocerles. Especial agradecimiento a cada una de las personas que se pararon y empatizaron con esta noble causa. Agradecimiento a todos los que me mandasteis mensajes de ánimo y apoyo, porque sin duda alimentasteis mis fuerzas, oxigenaban mis músculos que poco a poco, tal y como describí en el anterior artículo del "Ojo de David", sentía como se iban consumiendo por dentro.
Una vez fuera del Palacio Provincial, junto al pequeño stand que habíamos organizado con la silla de playa, la pancarta, la mesa y los enseres mínimos necesarios con los que pasamos esos 8 días y con esas palabras infinitas que cobraban vida cuando le decía a mi padre, "recogemos todo y nos vamos de aquí, lo hemos conseguido". Esa emoción breve pero intensa me gustaría describirla pero no encuentro forma posible de hacerlo.
Con esto despido lo que ha sido el fin de una huelga de hambre. Y con un mensaje para el futuro más próximo: EL JUDO SE QUEDA.
Si (
No(
