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Taiwán da ejemplo al mundo en su lucha contra el COVID-19

Taiwán da ejemplo al mundo en su lucha contra el COVID-19
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martes 21 de abril de 2020, 11:01h
Taiwán da ejemplo al mundo en su lucha contra el COVID-19
Taiwán da ejemplo al mundo en su lucha contra el COVID-19

Gonzalo Bendito, corresponsal español de Nuevodiario.es residente en Taiwán comparte su experiencia.

Taiwán da ejemplo al mundo en su lucha contra el COVID-19

¿Por qué mientras la situación se va de las manos en muchos países como EEUU, Italia o España, en Taiwán apenas se registran 420 casos y la vida sigue como antes? Esta pregunta tiene una respuesta muy sencilla: tomar medidas preventivas a tiempo. Esta nación de 23 millones de habitantes puede dar una clase magistral al mundo entero de cómo hay que combatir una pandemia.

Era durante las últimas vacaciones de Año Nuevo Chino, a mediados de enero, cuando la palabra “coronavirus” empezó a difundirse y hacer sombra a todo otro tipo de noticias en medios de comunicación, redes sociales, y conversaciones de la gente a pie de calle. La primera vez que escuché acerca de este nuevo virus, me encontraba en la hamaca de un bungallow en el norte de Sumatra, Indonesia. El escuchar noticias de un virus muy contagioso y mortal, originado en China, y que se estaba expandiendo por otros países vecinos, no era la mejor de las noticias. La primera pregunta que se me vino a la mente fue ¿qué será de Taiwán? Esta isla, nación totalmente independiente de China, con identidad, gobierno, pasaporte, ejército y moneda propios, se encuentra a poco más de 100 kilómetros de las costas del gigante asiático. De hecho, es debido a esta proximidad, y al gran número de viajeros que vuelan entre ambos países a diario, que los expertos apuntaban a Taiwán como el segundo país con más riesgo ante esta epidemia con origen en Wuhan. Me preguntaba si debería volver a Taiwán tras mis vacaciones, o si la situación se tornaría tan grave que me obligase a volver a España, a lo que mi hermano, que se encontraba conmigo, me respondió “espérate que en España no se pongan las cosas peor que en Taiwán, empiézate a preocupar cuando hayan más de 100 casos”. Hice caso a mi hermano mayor, y al finalizar mis vacaciones, volví a Taiwán, confiando que su gobierno y sistema de salud pública, el más eficiente del mundo según muchos estudios, harían una buena labor en mantener este virus a raya y la población a salvo.

Cuando llegué al aeropuerto de Taoyuan, las medidas de seguridad fueron más exhaustivas, con colas más largas de lo normal. Además, todo el mundo llevaba mascarilla, no sólo dentro del aeropuerto, sino también fuera en todo tipo de lugares públicos como supermercados, centros comerciales, metro, autobuses, entro otros. Puede que sea la cultura de llevar mascarilla cuando uno está enfermo o no quiere contagiarse, la que haya sido clave para que Taiwán tenga un índice de contagio tan bajo. Además, numerosos controles de temperatura a la entrada de muchos establecimientos también han ayudado a mantener las infecciones por debajo del medio millar.

Pero para poder entender y elogiar la magnífica gestión que Taiwán, a diferencia de España, ha hecho en esta crisis, es necesario remontarse a finales del 2019, cuando ya empezaron a moverse las primeras fichas del ajedrez.

¿Qué le hizo a Taiwán actuar tan rápido?

Cuando el 31 de diciembre de 2019 el gobierno de China anunció a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre un virus similar al SARS con origen desconocido en la ciudad de Wuhan, el gobierno de Taiwán empezó ese mismo día a implementar restricciones de vuelos hacia y provenientes de la ciudad China, y a monitorear a todos los pasajeros que hubiesen llegado recientemente de dicho destino y otras ciudades de gigante asiático. Estas medidas fueron tomadas de inmediato por varias razones. Una de ellas es la falta de confianza y recelo de Taiwán hacia el Partido Comunista Chino por su falta de transparencia. Este sentimiento se ha visto agravado en los últimos meses con los disturbios de Hong Kong y una victoria aplastante del Partido Democrático Progresista, pro-Taiwán, liderado por la presidenta Tsai Ing-wen, en las pasadas elecciones generales del 11 de enero, renovando así otro mandato. Otra de las razones por las que Taiwán ha sido tan precavido desde el primer momento es por su aislamiento y exclusión en muchos tipos de organizaciones internacionales, influenciadas por el peso económico y político de China, la cual ve a Taiwán como una provincia más de su territorio y no como un estado independiente. Esto hace que Taiwán no pueda ser parte de la Organización Mundial de la Salud. Tanto esta organización, perteneciente a las Naciones Unidas, como su director general, Tedros Adhanom, han sido duramente criticados por Taiwán y numerosos políticos de alto nivel de la comunidad internacional por excluir injustamente a 23 millones de personas. Es este aislamiento el que le impide a Taiwán recibir y compartir información con la OMS. Como consecuencia, el gobierno de Tsai Ing-wen envió a principios de enero a dos doctores a la zona cero en Wuhan para investigar más acerca de este virus desconocido, llegando a la conclusión y anunciando que el virus se podía transmitir de humano a humano, dos semanas antes de que la OMS hiciese pública esta información. Aparte de este sentimiento de desconfianza, otro factor fundamental para la rápida respuesta y preparación de Taiwán es su pasada experiencia con el SARS en 2003, que infectó a cientos de ciudadanos en el país, provocando 70 muertes, la tercera tasa de mortalidad más alta del mundo. Esto no sólo hace que las autoridades del país tengan miedo a que se repita la historia de nuevo, sino que gracias a esta crisis pasada, los aeropuertos y otros establecimientos públicos ya contaban con máquinas de medición de temperatura instaladas, así como stock de un mes de material sanitario para lucha contra epidemias en todos los hospitales públicos de la isla, este último requerido legalmente.

¿Cuándo se detectó el primer caso?

El 21 de enero de 2020, tres semanas después de que saltase la alarma de una posible expansión epidémica del coronavirus, se detectó el primer caso en Taiwán, una mujer de 50 años que había estado trabajando como profesora en Wuhan. Un día antes, el 20 de enero, el gobierno activó el Centro de Control de Enfermedades, el cual ha estado gestionando esta crisis desde entonces. El 28 de enero Taiwán registró su primer contagio local. Respecto a muertes, la primera se produjo el 16 de febrero, un hombre de 61 años con patologías previas; y la segundo más de un mes después, la de un octogenario el 20 de marzo. Hasta la fecha, sólo se han producido seis defunciones, dos de ellas de Taiwaneses que habían viajado a España. Con 420 contagios y una cifra de muertos que no supera la decena, es imposible preguntarse ¿qué ha hecho Taiwán, que no hayan hecho otros países? ¿por qué en un país con 23 millones de personas densamente repartidas en un tercio de un territorio de la extensión de Cataluña registra cifras tan bajas, mientras que en países como EEUU hay casi 800 mil enfermos y 40 mil fallecidos?

La receta de Taiwán: experiencia, precaución, rapidez y transparencia

Numerosas han sido las medidas que Taiwán ha llevado a cabo para convertirse en el país con menor número de infectados y muertes por cada millón de habitantes. Sólo hay 18 enfermos por cada millón de personas, comparado con 4249 de España, 2306 de EEUU, o sorprendentemente y del que nadie habla, Bélgica, con 3322.

Una de las primeras decisiones que se tomaron fue la de suspender las clases a todos los alumnos desde el 2 al 25 de febrero, aunque las academias pudieron continuar su actividad, algo necesario para muchos padres que necesitan que alguien cuide de sus hijos mientras trabajan. Además, se creó una gran base de datos, al que llaman Big Data, donde se comparte todo el historial de todas las personas provenientes del extranjero, dónde han estado, su estado de salud; y a esta información pueden acceder en todo momento todos los doctores en los hospitales del país. Así mismo, se creó una aplicación donde todos los usuarios pueden buscar la información detallada de cada paciente positivo.

Otra de las medidas fue la de producción y racionamiento de mascarillas. Tras primeramente saltar el pánico en China y sus países vecinos donde se dieron los primeros casos exportados, la compra compulsiva de mascarillas pronto dejó a todos los supermercados, farmacias y demás establecimientos comerciales, sin stock. ¿qué hizo el gobierno de Taiwán? Detuvo las exportaciones, multiplicó su producción nacional para abastecer a su población, y puso al ejército para ayudar en esta tarea. Mediante un sistema de raciocinio, cada ciudadano, tanto nacional como extranjero, tiene acceso a un número determinado de mascarillas, a precios normales. Aquellos con el número de su tarjeta de identidad acabado en impar pueden comprar los lunes, miércoles y viernes; los acabados en número par pueden hacerlo los martes, jueves y sábados; y todo el mundo los domingos. Para hacer esta tarea más fácil, también existe una aplicación que muestra a los usuarios en tiempo real y con un mapa en qué establecimientos quedan mascarillas, y en cuales se ha agotado.

Y, ¿qué pasa con las personas provenientes de fuera? ¿pasan algún tipo de cuarentena? ¿están las fronteras cerradas? Conforme la crisis ha ido desarrollándose y agravándose en otros países, Taiwán ha tenido que ir ajustando sus medidas de precaución, aislamiento y restricciones en sus puertos de entrada al país tanto por mar como por aire. Empezando con la suspensión de vuelos provenientes de China, y más tarde de otros países como Irán o Italia. Este tipo de restricciones de viajeros provenientes de ciertos destinos también provocó una serie de polémicas, como la de Filipinas, que prohibió la entrada al país de ciudadanos provenientes de Taiwán ya que este territorio es considerado parte de China, aún Taiwán no siendo país de riesgo; lo cual enfureció a las autoridades, quienes pidieron que se derogase esa medida, puesto de Taiwán NO es China.

Hasta el 19 de marzo, todos aquellos que llegasen a Taiwán del extranjero tenían que pasar una cuarentena de 2 semanas obligatoria. Fue a partir de esta fecha, tras ver un aumento considerable de casos importados, cuando el gobierno decidió prohibir la entrada a cualquier persona excepto nacionales, personal diplomático y extranjeros con ARC (un tipo de documento de identidad para expatriados que trabajan legalmente en el país). A aquellas personas en cuarentena se les cubre los gastos de alojamiento, comida y material sanitario; y son visitados y monitorizados periódicamente por oficiales del gobierno que se aseguran de que todo el mundo cumple estrictamente con la cuarentena. A estas personas también se les hacen test del COVID-19, dando así los datos positivos que han hecho que la cifra se sitúe en 420. Estas personas, al estar confinadas, no suponen un riesgo de transmisión hacia la población sana, es por eso que el número de infectados en Taiwán es tan bajo, y las transmisiones locales no existen. Además, los taiwaneses tampoco quieren arriesgarse a ser sancionados con multas que rondan los 30 mil euros, porque aquí no se andan con tonterías.

¿cuál es la situación ahora?

Desde que volví de mi viaje en Indonesia, hasta ahora, he podido ver cómo el efecto dominó de esta pandemia global, nos está haciendo sangrar económica y socialmente a todos los países de occidente. Los que vivimos en Taiwán nos sentimos muy afortunados, ya que es como “vivir en una burbuja”, aislados de lo que está pasando en el mundo. Aquí todos sabemos lo mucho que le debemos al gobierno por su rápida y eficaz gestión de la crisis, que ha dado un ejemplo al mundo entero. Hay ciertas cosas que sí han cambiado, como el uso generalizado y en casi todo momento de mascarillas, algunas compras compulsivas en supermercados, con el papel higiénico como uno de los productos más cotizados, siguiendo la tendencia de occidente; y la puesta en práctica del distanciamiento social, pero bastante light comparado con el resto del mundo. Los negocios en su gran mayoría siguen abiertos, con excepciones como bares y discotecas, u otros negocios relacionados directamente con el turismo. La vida aquí transcurre con relativa normalidad, los niños van a la escuela, los adultos al trabajo, los ancianos al parque y las piscinas comunitarias, la gente come en los restaurantes, sale a sacar el perro y comerse un helado, y así, igual de cómo era la vida antes del 2020. Nosotros simplemente esperamos que todo siga así y podamos disfrutar de nuestras vidas siempre con salud y seguridad

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