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LA ABUBILLA DE LA REINA DE SABA, por José Biedma López
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LA ABUBILLA DE LA REINA DE SABA, por José Biedma López

viernes 09 de febrero de 2024, 08:26h
LA ABUBILLA DE LA REINA DE SABA, por José Biedma López

En su novela Historia de la Reina de la Mañana y de Solimán, Príncipe de los Genios, Gerard de Nerval, el más romántico de los poetas y cuentistas franceses, recrea la relación de Salomón, sabio rey de los judíos, hijo de David y Betsabé, con la divina Balkis, más conocida como “la Reina de Saba” (antigua capital del Yemen). En el duelo intelectual y cortés que ambos sostienen, Balkis lleva las de ganar por su dominio sobre los espíritus del aire gracias a la mediación de Hud-Hud, una abubilla misteriosa de pico negro, mejillas escarlatas, ojos dulces y típico penacho a modo de corona de menudas plumas doradas que, como otras abubillas, estira o contrae a voluntad en abanico.

LA ABUBILLA DE LA REINA DE SABA, por José Biedma López
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¡No había pájaro más ilustre y respetado en Oriente que hud-Hud! No por el azabache de su larga cola ni por el esplendor de sus alas verdes con estrías doradas, ni por su vuelo de mariposa gigante ni por sus espolones rosa pálido ni por sus patas purpúreas, sino porque era bella sin saberlo, fiel a la reina y buena con todos aquellos que la amaban. Por eso brillaba con una gracia ingenua sin pretender deslumbrar y sin ambiciones de mandar.

La Reina de Saba consultaba a Hud-Hud en circunstancias difíciles y en situaciones dudosas. Salomón deseaba congraciarse con el fantástico pájaro y conseguir que se posara sobre su puño soberano, pero la abubilla lo desdeñaba. Todavía no tenía techo el gran templo que Salomón mandaba construir en Jerusalén, cuando Balkis susurró una cantinela en los oídos de Hud-Hud y la abubilla desapareció como una flecha en el añil del cielo. Al cabo de un tiempo, el sol se obscureció sobre las cabezas de los soberanos y el cielo raso se llenó de puntos negros. Nubes de aves se abatían muy por encima de las losas del templo, se agrupaban y descendían en círculos creando un follaje trémulo y espléndido. Con sus alas extendidas formaban una bóveda viviente y multicolor o un árbol prodigioso en el que cada pájaro figuraba una hoja palpitando. Vino entonces la abubilla a posarse sumisa a los pies de la reina.

Esta reveló que el tatarabuelo de Hud-Hud, que vivió más de cien años, fue traído a Yemen por unos malayos. La abubilla es poeta y severa moralista. Incluso fue capaz de hacer la crítica del Cantar de los cantares dedicado por Salomón a la hermosa Sulamita: “Una pastoral tierna sin duda –había dicho Hud-Hud mientras se merendaba un escarabajo dorado-, pero el gran rey de los judíos ¿no le habría demostrado un verdadero amor a la hija del faraón viviendo con ella? Por otra parte, el poeta abusó de las metáforas vegetales convirtiendo al Amado en un jardín botánico”. Ante estos y otros dictámenes morales y literarios, Salomón hubiera retorcido con saña el cuello de la abubilla, pero se contuvo mientras el pájaro admirable le picoteaba el traje a la altura del corazón.

Sarahil, nodriza de la princesa, le confiesa a su señora que es misión del pájaro mirífico reconocer al esposo que los espíritus del aire han designado para Balkis, porque Hud-Hud obedece los designios de la antigua raza de los genios, superviviente desde tiempos inmemoriales, y a los príncipes hemiaritas que descienden de aquellos. Por eso puede la reina convocar por ella a los pájaros del cielo. No sabemos qué grado de intimidad alcanzó la relación de Salomón y Balkis… Se especula y especulará sobre ello.

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Gerard de Nerval (1808-1855), que nació y murió en París, colaborador de Dumas, amigo de Heine y de Gautier (con el que fumaba los porros de la época en el Club de los Hachisianos), estuvo desde joven obsesionado con la Reina de Saba. El fantasma de la legendaria Balkis atormentaba sus noches. Dicen que era a ella a quien amaba bajo la figura de la actriz Jenny Colon, a la que idolatró. Tras varias crisis de locura, Nerval viajó a Oriente, donde estuvo a punto de casarse con la hija de un jeque árabe y, luego en Siria, se enamoró de una muchacha drusa. En El Cairo compró una esclava javanesa. Personaje extravagante de la bohemia parisina, todavía se recuerda que paseó por las calles de la capital de Francia una langosta atada con cinta azul. Acabó su vida ahorcándose en la calle más obscura que pudo encontrar, para liberar su atormentada alma (como escribió Baudelaire). Este trágico final inspiró la mejor litografía de Gustave Doré. Ni Proust ni los surrealistas le olvidaron y Ramón Gómez de la Serna escribió su retrato.

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El encuentro de Salomón (Solimán, en la tradición musulmana) y la reina de Saba, que según la leyenda quería poner a prueba la sabiduría del rey hebreo, debió de suceder en la Jerusalén del siglo X antes de Cristo. Balkis viajó desde el sur de Arabia con una enorme caravana de camellos cargada de regalos. La Biblia refiere brevemente la visita de la reina de Saba a Salomón (Reyes I, X, Paralipómenos II, IX), pero Nerval se inspiró para su relato en otras fuentes, como las suras 27 y 34 del Corán y la Biblioteca oriental de d’Herbelot.

En la tradición musulmana es Solimán y no Balkis quien posee poderes paranormales y quien era asistido por una abubilla mágica. La abubilla es un pájaro augural para los árabes.

Dicen los músicos que el canto de esta especie (Upupa epops), aún común entre nosotros, posee el timbre más parecido al clarinete, instrumento que tanto gustaba a Mozart. Es un agente biológico muy útil para controlar al gusano procesionario del pino, del que se alimenta sin importarle su toxicidad. Quizá deba su supervivencia, al menos en parte, al mal sabor de su carne.

Del autor:

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https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1636897
https://aafi.es/NOCTUA/noctua00.htm

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