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"Hablar de lo nuestro", por El fisgón de Jaravía

'Hablar de lo nuestro', por El fisgón de Jaravía
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'Hablar de lo nuestro', por El fisgón de Jaravía
'Hablar de lo nuestro', por El fisgón de Jaravía
Inauguro esta colaboración con medios absolutamente independientes de Almería - digo por no subvencionados desde Ayuntamiento, Diputación o Junta - refiriéndome a las recientes elecciones en la Asociación de Periodistas y de la Prensa tras un lustro de mandato de transición después de dos intentos vanos de sucesión de la brillante época de Covadonga Porrúa y sus irrepetibles juntas directivas con José Manuel Román siempre al timón.

Hay que agradecerle al presidente saliente, José María Granados, su paso adelante en 2018 para evitar un vacío de liderazgo que podía haber llevado a la desaparición de la centenaria representación corporativa de los periodistas y colaboradores de prensa y radio en nuestra provincia. Su gesto solidario con los casi 200 asociados en aquella fecha ya no se lo quita nadie porque se le reconoce a este setentón largo y es historia grata de la AP-APAL.

Uno de los objetivos confesos de Granados y su programática transición recuerdo que fué ir preparando un grupo de jóvenes periodistas voluntarios y concienzados para asegurar la continuidad de la organización del colectivo. Tanto en una como en la otra candidatura que han optado a suceder a la Junta Directiva a renovar se integraba esa juventud profesional a la que se apelaba hace cinco años. Daba igual votar a la lista de José Manuel Bretones que a la de Antonio Verdagay y la mayor prueba es el práctico empate tras una buena y también desconocida alta participación relativa.

Pero el manchón es que se ha dado un ejemplo casi de trampería al arrebatar de facto la victoria en el escrutinio al verdadero ganador del derby, que no es otro que un más joven Verdegay que no agrada a muchos asociados al no ejercer directamente el Periodismo por estar a caballo entre la Publicidad y la Comunicación Corporativa con su empresa "Contraportada". Claro que Bretones ejerció de periodista hace muchos años en sólo dos medios secundarios para acabar luego y dedicarse a lo mismo que su oponente, tanto en la Universidad de Almería como en Cajamar. Tampoco gusta a todos.

Todo lo anterior precedido por una campaña electoral algo tensa que ha llevado a algún candidato a perdonar la vida a quienes no le han votado llamándolos por teléfono mientras algunos electores han cambiado a última hora por presión el sentido de su primera intención de voto expresada inicialmente a otro candidato. ¿Tanto estaba en juego en estas elecciones? ¿Dinero en subvenciones públicas tal vez? ¿Tratos de favor a cambio de ofrecer la cobertura de nuestra marca colectiva?

No creo en la bondad innata en periodicastros que han rebasado ya los 65 años, con la excepción del para mí tan recordado por siempre apreciado colega y maestro Tapia.

La pura realidad que debe conocer la Opinión Pública es que Verdegay ha obtenido en realidad 51 votos frente a los 50 de su oponente y que simples defectos de forma de tres de sus apoyos expresos han servido para aplicar un rigor de interpretación estatutaria sesgada a favor del jubilado Bretones y que la asesoría jurídica reconoce en privado se podía haber obviado en aras de la proverbial concordia que siempre ha reinado entre los periodistas almerienses.

Dicho lo anterior sugiero se estime la reclamación de Verdegay a la Comisión Electoral de la AP-APAL para evitar que quede dividida la organización y se produzca una nueva fuga de asociados que la condene de nuevo al riesgo de desaparición en tiempos más complejos y de menguante fidelidad y pertenencia. Me consta que Verdegay no piensa forzar el proceso para poner en un brete la imagen pública del colectivo y así conjura un mayor debilitamiento social todavía. Se conforma para no dañar a la Asociación. Todo un caballero, por otra parte.

Si a Granados hay que agradecerle su gesto de 2018 ahora cabe reprocharle su falta de interpretación flexible de la norma interna con un resultado tan ajustado y que puede acabar en división y en una nueva decadencia visto el balance de Bretones en la Junta Directiva saliente como tesorero y secretario general accidental tras una desafección por inacción, más que perceptible por la gran mayoría de asociados, unos abtencionistas y otros que no le han votado. Se han perdido cinco años claramente.

Repetir las elecciones es otra opción con una Comisión Electoral imparcial y no sospechosa de connivencias por viejas amistades entre jueces y juzgados. Y en un plazo prudencial como para recomponer la situación y lavar dentro de la sede social de la plaza de San Sebastián nuestros propios trapos manchados por la sombra de la duda razonable ante el análisis de los hechos tal como han acaecido.

Puedo pensar que a Bretones le pueda guiar ahora un protagonismo social que no ha conocido donde estuvo anteriormente. Pero qué motiva a Granados, que ya fue presidente de la AP-APAL en un mandato de hace muchos años, a desgastarse favoreciendo a un candidato en detrimento de otro. He preguntado a compañeros si se dan intereses partidistas en nuestro proceso interno y me dicen que no pero es más que cierto que tanto Verdegay como el otro candidato no están precisamente alineados con la izquierda amplia.

Pero la Opinión Pública almeriense debe saber los entresijos profesionales actuales de los tres personajes en liza. Granados dice ser un periodista por libre - obvia lo de independiente- que pica allí y allá con actividades extra periodísticas subvencionadas por organismos pese a estar jubilado de Ideal. Lo mismo vale para Bretones. Y en cuanto a Verdegay y su empresa, viven del favor político desde las instituciones y afines en la esfera privada. Todo lo explica la profunda crisis multifactorial que afecta al ejercicio puro del Periodismo. no sólo en Almería. por ausencia de demanda sostenida de profesionales.

Cabe preguntarse, pues, si ambos candidatos no buscan una plataforma de ventaja profesional en una AP-APAL que aún sigue a flote pese a y frente a inconfesables ambiciones personales que no han planteado en sus respectivos programas electorales ninguno de ambos candidatos pero que algunos percibimos sin aflorar por pura intución y largas vivencias en estas lides. Son legítimas, por otra parte, si se aceptan por los electores.

Las Asociaciones de la Prensa y los Medios casi sin excepciones no han desaparecido en gran parte en España por las indispensables ayudas económicas desde diversas cúspides del poder político, siempre mediatizador porque yugula todo en nombre de la libertad de expresión. El abandono de los lectores es precisamente porque lo saben y de ahí el gran fracaso de los muros de pago en Internet ante una gigantesca ausencia total de credibilidad periodística y confianza del público que conforma audiencias sólidas.

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