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Opinión

Hoy hablamos de cine: “The Electrical Life of Louis Wain”, por Sonia Mª Saavedra de Santiago
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Hoy hablamos de cine: “The Electrical Life of Louis Wain”, por Sonia Mª Saavedra de Santiago

domingo 12 de febrero de 2023, 10:43h
Hoy hablamos de cine: “The Electrical Life of Louis Wain”, por Sonia Mª Saavedra de Santiago
Hoy hablamos de cine: “The Electrical Life of Louis Wain”, por Sonia Mª Saavedra de Santiago

“The Electrical Life of Louis Wain”, coproducción del año 2021 dirigida por Will Sharpe y protagonizada por Benedict Cumberbatch y Claire Foy cuenta la historia real del ilustrador británico Louis Wain, cuya vida se vio marcada por el amor de su esposa, Emily, y la aparición en su vida de un gatito blanco manchado de negro, Peter, al que el matrimonio adoptó como mascota.

Leo en las críticas de diversas publicaciones opiniones variopintas que no dejan de sorprenderme, pues nada más alejado de un pastiche demasiado caricaturesco, como opina E. Fernández-Santos (El País) o de una creciente sucesión de florituras visuales manejadas con poco rigor y poca intuición (Nando Salvá, El Periódico).

Yo, por el contrario, me siento más cerca de la opinión de Mireia Mullor (Fotogramas) quien considera este film como un relato que embellece sus partes más amargas con hermosas construcciones visuales y explosiones de color.

Es aquí precisamente, en el color, donde he ido descubriendo, desde el inicio de la película, un auténtico estallido de belleza y armonía que me ha maravillado desde el principio hasta el final.

La acción comienza en plena Inglaterra victoriana, en el aleteo inquieto de una ciencia que pronto nos llevaría hasta el cielo. En ella, el luto remilgado por la muerte del padre del protagonista se va disipando entre las evanescentes gamas de colores que surgen del propio film y de la mente de un personaje histriónico y singular que se nos irá revelando como un auténtico prisma humano que genera energía, mucha energía.

Vientos del Este dibujan nuevas modas hacia lo desenfadado, hacia el color absoluto, hacia nuevas formas, formas que se van descomponiendo mientras el sosiego de los balnearios, del agua templada y de los azulejos armoniosos van quedando en el recuerdo.

Cuando por fin llega la felicidad, el azul se vuelve sublime y, en ese cénit, llega el abismo de una enfermedad cruel que, antes de cubrir con su manto oscuro las almas, convierte todo en amarillo, ese color macilento que preludia la muerte.

Los gatos son bobos, adorables, ridículos y solitarios, y, como los hombres, asustadizos y valientes- decía Emily- y en sus diálogos la esposa recordaba a su marido que el mundo estaba lleno de belleza y que de él dependía capturarla, mirarla y compartirla porque él era un prisma a través del cual se refractaba el rayo de la vida.

Con esta frase encuentro el sentido que desde el principio he descubierto en cada fotograma, en sus matices y en cada una de esos amarillos, verdes, rojos y azules refractados a través de una mirada inocente.

Amarás la belleza y la compartirás-, dijo Emily. Ella quería que él siguiera creando, dando forma a la belleza, conectando con los demás a través de una “electricidad” que la mente humana era incapaz de comprender y que no es otra cosa más que una fuerza elemental y misteriosa llamada amor que nos hace presentes a pesar del tiempo y de la muerte.

Al final, entre dibujos y recuerdos, con un ventanal luminoso envuelto en maderas nobles, el protagonista vuelve a encontrar ese azul que se hallaba entre la felicidad y el vacío, ese azul que nunca se perdió porque estaba entre rayos difusos, dibujos, retales, paredes y rostros que nunca se fueron del pasado porque ella, Emily, no dejó de ser su energía creadora, su conexión, su amor, su vida.

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