nuevodiario.es
QUIEN DIRIGE EL DESTINO DE LA SOCIEDAD por Juan Saborido Gago

QUIEN DIRIGE EL DESTINO DE LA SOCIEDAD por Juan Saborido Gago

“Tengo la firme convicción, avalada por años de observación y experimentación, de que los hombres no son iguales, de que algunos son estúpidos y otros no lo son.” Carlo Cipolla

viernes 08 de diciembre de 2023, 10:22h

De este modo tan singular comenzaba su artículo Fernando Savater, el 14 de septiembre de 2018 desgranando el sentido de la estupidez humana, del que me nutriré para hacer una reflexionar sobre cómo la sociedad tiene unos invisibles hilos (a nuestros ojos) que hacen que nos comportemos de una manera que en nada tiene que ver con las leyes que regulan la vida de la Naturaleza.

Hace algún tiempo escribí un artículo en este diario haciendo referencia a la estupidez y sus consecuencias, lo curioso de todo esto es que cada día que pasa parece confirmarse la reflexión que expuse.

Desde aquellos antiguos filósofos y pensadores griegos y romanos que se dedicaron a ahondar en la conciencia del ser humano y en su forma de proceder. Observo que en nuestra actualidad parece que para poco nos ha servido el conocimiento de aquellos sabios, ya que aunque hemos alcanzado niveles espectaculares en cuanto a avances, tanto de la ciencia como de la tecnología, podemos observar, por el contrario, que la sensatez y el sentido común se han esfumado, ejemplos claros los tenemos con los actuales conflictos, como el de Ucrania o el de Israel, o la destrucción del equilibrio climático con el consecuente perjuicio para la raza humana, y que decir del desatinado deseo por acumular más poder económico por encima de los intereses de los ciudadanos, y de la propia supervivencia.

Esbozado muy superficialmente, se puede decir que, a pesar de todo, nos hemos convertido en seres cada vez más estúpidos. El gran problema y lo más penoso de todo es que parece que aquellos en los que hemos puesto nuestra confianza, puede que tengan un nivel alto de intelectual, incluso como indica Savater, En cambio lo verdaderamente alarmante es que un premio Nobel o un destacado ingeniero pueden ser estúpidos hasta el tuétano a pesar de su competencia profesional. La estupidez es una categoría moral no una calificación intelectual: se refiere por tanto a las condiciones de la acción humana.

Dentro de esta categoría de la personalidad humana, vemos que surgen unos individuos que en su grado más elevado creen que pueden ayudar a los demás, en este sentido Anatole François Thibault, poeta novelista y ensayista francés expresa: “El estúpido es peor que el malo, porque el malo descansa de vez en cuando pero el estúpido jamás. Aún peor, porque lo característico del estúpido es la pasión de intervenir, de reparar, de corregir, de ayudar a quien no pide ayuda, de curar a quien disfruta con lo que el estúpido considera «enfermedad».”. Si miramos a nuestro alrededor nos percataremos, sin que para ello tengamos que hacer un gran esfuerzo, de la cantidad de malos y de la infinidad de incautos que nos rodean, con sólo detenernos en las noticas que constantemente recibimos, por tanto, si creemos que todos aquellos que consideramos intelectuales ya sea por ostentar títulos, condecoraciones, diplomaturas, cargos, etc., y que por ello se encuentran en ciertas cotas de poder, son inteligentes estamos un error garrafal.

No todo lo que reluce es oro.

“Los tontos llegan a veces muy lejos, sobre todo cuando el fanatismo se une a la inepcia y la inepcia al espíritu de venganza”

Pasando por reyes, presidentes, directores de ciertas instituciones, representante de partidos políticos, sindicatos, jueces, etc. la historia confirma y abala esta afirmación, más aún cuando los hechos actuales lo corroboran, por tanto, si dejamos en manos de elementos, que más que ayudar, entorpecen la vida y el crecimiento hacia una sociedad nueva que se siente lanzada hacia nuevos retos, tal vez porque viven añorando un pasado o porque tienen un ego que se los pisa, o porque su estupidez les persigue, vayan a donde vayan, tendríamos que plantearnos cómo elegir a representantes, preguntar cuáles son sus valores y sobre todo dónde se sustentan; ante todo no desear que tiempos anteriores fueron mejores.

Tal vez necesitamos aventureros con los pies puestos en tierra, seres distintos, que estén abiertos a nuevas propuestas, y sobre todo amantes de la verdad. En otros tiempos a este tipo de persona se les tachaba de locos, porque iban en contra de la corriente social, hoy es necesario ese tipo de personas.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios