nuevodiario.es
'Sobre el alumnado inmigrante', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra
Ampliar

"Sobre el alumnado inmigrante", por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

domingo 29 de octubre de 2023, 08:13h
'Sobre el alumnado inmigrante', por Pedro Cuesta Escudero autor de Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra

Ahora que la llegada de inmigrantes subsaharianos a las Canarias de una forma un tanto masiva, y se han tenido que repartir por las diferentes Autonomías provocando una xenófoba repulsa entre las derechas y las ultraderechas, se hacen más apropiadas estas reflexiones que venimos haciendo sobre la escuela que queremos.

El acceso prácticamente universal a los centros escolares ha diversificado las tipologías del alumnado, planteando en toda su intensidad el problema de conciliar la igualdad de oportunidades con el derecho a la diferencia. La gestión de la heterogeneidad constituye hoy uno de los problemas más importantes de la educación. Se crean nuevas exigencias de comprensión de los otros, de tal forma que hay que educar para vivir en sociedades multiculturales. La multiculturalidad exige vivir en la confrontación permanente con lo distinto y aprender a tolerarlo, a entenderlo y a aceptarlo como horizonte posible, ya que las ciudades son cada vez más multiétnicas, donde se barajan muchos pueblos y culturas. O sea la plena integración de las minorías étnicas y la inmigración extranjera es un reto para el sistema educativo.

La integración y culturización de la población extranjera

Cuando se discutió la LOGSE el problema de la inmigración apenas si existía. En el curso 1993-1994, por ejemplo, había en toda España 50.076 estudiantes emigrantes, sin embargo en el curso 2002-2003 se superan los 400.000. Desde el curso 2001-2002 han aumentado los estudiantes extranjeros a razón de 100.000 por curso.

Ahora bien, como nuestra tasa de fecundidad es de 1´1 necesitamos inmigrantes para que se rejuvenezca y perdure nuestra sociedad. Una potente y bien organizada escuela pública donde autóctonos y foráneos convivan en un mismo ideal de país es la única solución, si queremos continuar con nuestras señas de identificación cultura.

La integración y culturalización de la población extranjera debe afrontarse con realismo y, máxime, cuando es la que rejuvenece nuestra población. La integración de esos inmigrantes no pasa por potenciar la religión católica en las escuelas, en introducir medidas como la separación temprana de alumnos/as por rendimiento, ni transferirlos, sin medios ni posibilidades, a la escuela pública, como hacen la LODE y la LOMCE. Hay que contemplar la diversidad como un hecho enriquecedor y desde planteamientos integradores y no levantando barreras y estableciendo compartimentos estancos.

Por otra parte no puede ser que el coste de acogida y de integración de la inmigración recaiga en los sectores más débiles de la sociedad, que son los que actualmente envían sus hijos/as a la escuela pública. No es de recibo que en las zonas de las ciudades donde se concentra la población inmigrada, la integración de esos nuevos venidos se haga a costa de rebajar los servicios y el nivel educativo de los que están viviendo en esos barrios. Por eso es por lo que en esos barrios los brotes xenófobos y la ideología de extrema derecha tienen fácil expansión. Para garantizar la integración real de los alumnos/as inmigrantes, compensar sus deficiencias educativas y no desarraigarles por completo sus culturas (sería un despilfarro no preservar y no fomentar los legados culturales de los inmigrantes), es preciso elaborar una organización escolar que se adapte y de solución a esa problemática.

Equipos de acogida y centros de enlace

Pero antes hay que llevar a cabo una política inmigratoria que evite los “sin papeles” y la explotación clandestina. En el Gobierno Central debe haber una Dirección General de Inmigración que controle y reparta a los inmigrantes entre las diferentes Comunidades Autónomas, a fin de que éstas los distribuyan donde más necesidades poblacionales haya, sobre todo donde la despoblación es muy patente. Los Ayuntamientos son los que deben tener el protagonismo para que, a través de equipos de acogida adscritos a las Comisiones de Escolarización, integrada por profesionales de apoyo, trabajadores sociales, educadores de calle, etc., para que acojan y estudien la situación personal, familiar y social de los niños/as inmigrantes en edad escolar y sean incorporados a los Centros de enlace que deben instalarse en cada distrito escolar, para que profesores de español para extranjeros ( y de catalán, gallego y euskera, donde corresponda), profesores nativos de la cultura correspondiente y el personal que se precise, no sólo para que hagan un diagnóstico inicial, sino que en el tiempo que sea necesario los preparen lo suficiente, principalmente en habilidades lingüísticas y las materias correspondientes a su nivel, para después, de forma equitativa, ser distribuidos en los centros escolares ordinarios sostenidos con fondos públicos (centros públicos y privados concertados). En los casos de incorporación tardía al sistema escolar esos Centros de enlace de cada Distrito escolar deben elaborar los modelos de adaptaciones curriculares precisos para que con los recursos necesarios los centros ordinarios los puedan desarrollar.

La labor de los centros de acogida se debe extender también a las familias inmigrantes, tendente a la integración social, así como al apoyo a su incorporación a programas de las lenguas oficiales para extranjeros y de su culturización en paralelo a la educación de sus hijos/as.

Hay que evitar los guetos

Algunos objetarán que todo esto supone un gasto desorbitado por innecesario, que a los inmigrantes lo que hay que hacer es habilitarlos para que rindan lo más posible y ya está. Además, dicen, a lo que aspira la mayoría de los inmigrantes es regresar a sus países de origen en cuanto las circunstancias les sean favorables, por lo que es un despilfarro todo lo que se invierta en ellos en educación y enseñanza. No nos podemos arriesgar a tener un sector de la población marginada, no integrada, en la creencia de que marcharán.

No nos podemos arriesgar a crear guetos, porque, además de injusto, ya que contribuyen como los demás a crear riqueza, sería tremendamente peligroso para la convivencia y la cohesión de nuestra sociedad. Si queremos salvar lo esencial de nuestra cultura (las culturas no son estáticas, petrificadas, evolucionan y se enriquecen con la influencia de otras culturas) integremos social y culturalmente a todos los inmigrantes, hagámoslos de los nuestros. A no ser que queramos convertir la cultura en un patrimonio nuestro y solo nuestro, tal como lo ven los nacionalistas excluyentes y racistas.

Y si una vez educados marchan, no podríamos arbitrar mejor embajada cultural, que nos beneficiaría en todos los sentidos, compensado con creces los gastos que hayamos tenido que invertir en ellos al escolarizarlos. Y sería, además, nuestra pequeña contribución para mejorar el grave desequilibrio que hay en el mundo. Por otra parte, se ha de tener en cuenta el ahorro que supone encontrarse con unos trabajadores sin tener que haberlos criado previamente. Lo que pasa es que hay desaprensivos que los explotan nada más llegar, y hacen todo lo posible para que no se legalicen, lo que es un robo, no sólo a los inmigrantes, sino a toda la sociedad

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios