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LA ESPERANZA Y EL MIEDO por Juan Saborido

LA ESPERANZA Y EL MIEDO por Juan Saborido
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martes 26 de julio de 2022, 08:47h
LA ESPERANZA Y EL MIEDO por Juan Saborido
LA ESPERANZA Y EL MIEDO por Juan Saborido

“El gran secreto del régimen monárquico y su máximo interés consiste en mantener engañados a los hombres y en disfrazar, bajo el especioso nombre de religión, el miedo con el que se los quiere controlar, a fin de que luchen por su esclavitud, como si se tratara de su salvación, y no consideren una ignominia, sino el mayor honor, dar su sangre y su alma para el orgullo de un solo hombre” (Baruch Spinosa. Siglo XVII)

LA ESPERANZA Y EL MIEDO por Juan Saborido

Nos encontramos inmersos en tiempos convulsos, por no decir extraños, en los que nos resulta difícil definir los contornos de una posible nueva realidad. Parece que todo se encuentra cogido por finos hilos; la economía, la política, la religión, nuestras relaciones; casi, por no decir que los grandes referentes y valores de la sociedad que van del siglo XIX al XXI se encuentran afectados en sus cimientos.

Esos valores que nos marcamos como referentes para nuestras relaciones y aspiraciones, como son la libertad, la justicia, la verdad, parecen encontrarse como difuminados, escondidos en la infinidad de anuncios, de informaciones, en el bombardeo continuo de internet, en definitiva, en una pérdida de interés creciente en todo lo que fue y han sido referentes, sustituyéndose poco a poco por la comodidad, el consumo, y la seguridad.

Creemos, de alguna manera, estar en la cresta de la pirámide, de la información, del conocimiento y, sobre todo, creemos saber más que nadie, incluso nos consideramos los “señores de este planeta”. Pero podemos afirmar, cada vez con más rotundidad o al menos así yo lo creo, en la frase atribuida a Sócrates la expresión “sólo sé que no sé nada”.

¿Nos encontramos en un mundo de ignorantes?

La ignorancia la tenemos como algo negativo, aunque lo que para los que la padecen es negativo para los que la sostienen les resulta ser muy rentable, de hecho, los gobernantes consideran que para mantener al pueblo dominado mientras más ignorantes son mejor para ellos; pero no hay mayor desgracia para un ignorante que creerse que no lo es, sobre todo en estos tiempos en los que se accede a una inmensa redes de información que nos facilitan con internet y por ello “creemos que sabemos y estar informados”.

El” no saber”, debería ser tenida como un revulsivo que nos lanzase a cuestionar lo que consideramos como verdadero, y por otro lado impulsarnos a una “búsqueda” de alternativas. Por el contrario, las personas que saben (o creen saber) no buscan porque tienen la certeza de que saben y por ello se sienten seguras y no buscan, por desgracia es una de las trampas que este sistema nos tiende y caemos con mucha facilidad.

En este incipiente siglo nos levantamos con una “enorme incertidumbre” ante casi todo; la incertidumbre posee un doble valor: primero porque nos hace encontrarnos profundamente desesperados e inquietos y segundo nos lanza a “pensar” y a la “búsqueda”. Si hoy “no sabemos que hacer” podemos lanzarnos a buscar “que podemos hacer” y podemos partir de una reflexión ¿cómo hemos vivido? y ¿cómo queremos vivir?

Nuestra sociedad parece debatirse entre “el miedo” y razones para “la esperanza”.

Para dar forma a esta reflexión tomare como referencia a dos filósofos del siglo XVII. Tal vez el lector me pregunte ¿Por qué vas tan atrás en la historia?, por una razón sencilla que comprenderán en seguida, ya que lo que ocurre actualmente estaba como “anunciado tiempo atrás”; tenemos una historia rica en pensadores que supieron contemplar desde su realidad concreta lo que ocurriría posteriormente, es decir esta realidad que estamos viviendo. El primero de ellos es Baruch Spinosa, neerlandés de origen sefardí portugués, considerado como uno de los grandes racionalistas de la filosofía del siglo. XVII, junto a René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz y por otro lado a Thomas Hobbes filósofo ingles considerado el fundador del “contractualismo” actual.

Ambos filósofos planteaban la razón del miedo y de la esperanza en su realidad concreta:

Para Espinosa, era algo esencial en el carácter fundacional de las sociedades y concretamente de la política. Para ambos, este sentimiento es el más poderoso y necesario para mantener el orden social. “el miedo es una aflicción inestable; nace de la idea de algo negativo que puede o no ocurrir en el futuro, o que puede haber ocurrido en el pasado y tiene la posibilidad de ocurrir de nuevo. Sin embargo, no es seguro que en realidad vaya a pasar”.

La esperanza “es una alegría inestable. Nace de la idea de que algo positivo pueda ocurrir o no ocurrir en el futuro, o que pudo haber ocurrido en el pasado y tiene la posibilidad de ocurrir de nuevo. En este caso tampoco se puede asegurar que suceda”. Como podéis ver la única diferencia entre uno y otro sentimiento es el estado de ánimo.

Por otro lado, Thomas Hobbes argumenta que “las sociedades son auténticas selvas y que las personas compiten entre sí por la acumulación de bienes y por ello sienten desconfianza entre ellos”, “este afán de competición engendra un tipo de guerra psicológica no declarada, generándose una realidad de miedo”. Según Hobbes, los individuos renuncian a la posibilidad de gobernarse a sí mismos y traspasan esta responsabilidad al Estado, este pacto descansa sobre el poder de la espada. “El precio de la seguridad es la libertad”

El miedo tiene la facultad de eliminar la libertad de juicio, provocando la violencia, la huida, la inmovilidad y sobre todo la sumisión.

El poder, sea cual sea, aprovecha este conocimiento sobre el ser humano, para hacerlo prevalecer en todos los momentos posibles y ocasiones, pongo por ejemplo claro, lo ocurrido en las pasadas elecciones andaluzas, en el que la derecha alcanzó su mayoría gracias “al miedo que se incorporase la ultraderecha”, el miedo al adversario político, de ese modo la ciudadanía deposita su “estabilidad/seguridad” en la esperanza de lo “menos malo”.

El poder siembra el miedo y a la vez la esperanza, como esa parábola de Jesús de Nazaret de “el trigo y la cizaña”. El peligro se encuentra ahí en acechanza y ellos, el poder, aparece como el “protector para combatirlo”. Esto lo anuncio Spinoza y lo abalaron Hobbes y otros filósofos en pleno siglo XVII; más actual imposible, ¿no creen?

¿Tenemos alguna salida ante esto?

“La actividad más importante que un ser humano puede lograr es, aprender para entender, porque entender es ser libre” (Baruch Spinoza)

Como ya he indicado al comienzo, el paso del siglo XIX al XXI está siendo de lo más caótico y complicado ¿pero existe la posibilidad para la esperanza o por el contrario estamos dominados por el miedo?

En el siglo XVII Spinoza dijo que sí, para ello proponía buscar y comprender la causa que origina el miedo, para luego ocuparse de ella.

Han pasado varios siglos y seguimos sumidos en una confusión generalizada, donde ha entrado otro factor, por cierto, también muy antiguo en nuestra historia, la ignorancia y la estupidez supina. De ambos tenemos infinidad de casos en los que se pone en claro manifiesto.

Para la ignorancia hay fácil solución, siempre y cuando no se crean saber, y es creando la curiosidad por algo, desde la lectura e indagación en una búsqueda abierta y sincera hacia cualquier posibilidad. En cambio, para la estupidez, el remedio es difícil, pues el remedio se encuentra en la modestia, para que esta se produzca es necesario que se comience a cuestionar lo que se piensa, se dice y se hace. Por ello aquella persona que vive más en el “quizás” en lugar de las rotundas afirmaciones se encuentre más alejada de las memeces y estupideces, acercándose, por ello, a la lucidez de la posible verdad.

Otra de las posibilidades que existen es no creer toda la información que recibimos, es decir, estar alertas, sobre todo si ésta (información) es reiterativa y machacona, como la que realizan los diferentes medios de comunicación, para ello, contrastar, porque todo “no es lo que parece”.

Todo aquello que es presentado con formas, palabras e imágenes edulcoradas y paradisiacas, pongámoslas en cuarentena, porque, luego viene la letra pequeña, y el dulzor se convierte en amargura.

Sacar a la luz, o sea, denunciar las falsedades, aunque esto nos cueste el puesto o seamos difamados o incluso llevados ante la justicia, es algo que debemos hacer, por nosotros y por los demás, sabiendo que el “tiempo” es inexorable, y pondrá, tarde o temprano, las cosas en su “justo lugar”.

La justicia actual tiene una imagen significativa, tiene los ojos tapados, es incapaz de ver, por lo que no podemos fiarnos de ella, por esa razón casi siempre hierra. (atengámonos a los casos históricos).

“Sembrando trigo una vez, cosecharas una vez. Plantando un árbol, cosecharas diez veces. Instruyendo al pueblo, cosecharas cien veces” (Krishnamurti)

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