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El Incoloro: "El espía que nunca fuí", por Jerónimo Martínez

El Incoloro: 'El espía que nunca fuí', por Jerónimo Martínez

La Habana,10 de Mayo de 2009.

miércoles 21 de julio de 2021, 09:58h
El Incoloro: 'El espía que nunca fuí', por Jerónimo Martínez

El buque-escuela de la Armada Española “Juan Sebastián de Elcano” vuelve a La Habana tras diez años de ausencia, procedente de Cartagena de Indias, en el LXXX Crucero de Instrucción al mando del entonces Capitán de Navío Francisco Javier Romero Caramelo. A las 10 de la mañana el velero queda amarrado al muelle del Apostadero Naval donde el Embajador de España, Manuel Cacho y otras autoridades, familiares de los marinos españoles e invitados reciben al bergantín-goleta. Entre la comitiva de recepción se encontraba el autor de este Incoloro, desplazado desde España como enviado especial para realizar varios reportajes televisivos relacionados con la formación de los Guardiamarinas.

El equipo de producción audiovisual formado por quien suscribe como Redactor, un operador de cámara y el responsable de sonido, ambos cubanos y trabajadores del Instituto Cubano de Radio (ICRT), con sede en la conocida “Rampa” que conduce hasta el famoso, largo, jinetero y ventoso Malecón, frente al archiconocido y mítico hotel “Habana Libre”, mi residencia en esos días-al lado del recinto festero “Copelia”.

Acabado el protocolo establecido en las recaladas del “Elcano” en puerto y concluidos los innumerables besos y abrazos de la dotación a los familiares llegados desde distintos puntos del territorio español tras un largo vuelo cargado de peripecias inolvidables, empieza el trabajo periodístico entrevistando al Comandante, Jefe de Estudios y Comandante de Brigada de los alumnos embarcados a bordo, así como los Caballeros y Damas que realizan su crucero formativo durante varios meses. Preguntas y respuestas todas ellas acordes con el propósito de la misión. Así, durante varias horas hasta finalizar el objetivo profesional.

Cambio de registro. ¿Quién estando en La Habana se resiste a no conocer esta bella capital caribeña netamente española y atrapada en el tiempo? Dicho y hecho, el enviado especial y el tándem camarógrafo-sonidista comienzan una interesante ruta por los lugares más emblemáticos de la capital de la isla en un itinerario iniciado en la renacentista Lonja del Comercio, ubicada en la Plaza de San Francisco de Asís. De ahí a la Plaza de Armas, la primera y más importante de todas las creadas en la urbe colonial, lugar donde hace casi medio milenio, fundaron la villa de San Cristóbal de La Habana. El tour a pié permite contemplar la Catedral católica, enclavada en pleno centro urbano, en la zona más antigua, inaugurada en 1777, de estilo barroco, declarada por la Unesco en 1982 Patrimonio de la Humanidad.

Desde el templo se llega hasta una de las calles más viejas de La Habana, la del Obispo, diseñada en 1519, cuando se asentó la Villa de San Cristóbal. Un espacio lleno de ocio y cultura, peatonal pero estrecha donde pueden visitarse galerías de arte, tiendas y bares musicales. La vía comienza cerca de la Plaza de Armas y llega hasta la Avenida del Puerto donde se halla el famoso bar “El Floridita” o lo que es igual “la cuna del daiquiri” en cuyo interior se erige una escultura dedicada al escritor Ernest Hemingwhay. En esta zona existe otro santo y seña de la restauración cubana como es “La Bodeguita del Medio”, una tasca tradicional, con las paredes escritas y fotografías enmarcadas de famosos, donde se sirven los exquisitos mojitos.

El itinerario entra en su recta final paseando por el Parque Central, uno de los sitios más conocidos y céntricos de la vieja urbe. Data del año 1877,ubicado entre las calles Prado, Neptuno, Zulueta y San José, con edificios interesantes como el Hotel Inglaterra, Museo Nacional de Bellas Artes, el Capitolio con su cúpula más elevada que su homólogo estadounidense y la fábrica de puros “Partagás”.

Es hora de concluir la pieza informativa que mezcla milicia y turismo, y por tanto realizar la “entradilla” que da paso al reportaje. El reportero se ubica micrófono en mano con el Capitolio de fondo para obtener una de las imágenes más representativas de la capital. El cámara comprueba que todo está a punto mientras que su compañero sitúa la pértiga de sonido en el lugar adecuado.

Todo a punto para concluir una larga jornada laboral donde ha predominado el sano compañerismo y el inicio de una buena relación personal entre los tres profesionales de la Comunicación. Sin embargo, todo se va al traste cuando el cámara se aproxima a mi oído derecho para recomendarme que tenga cuidado con lo que vaya a decir a cámara porque su “amigo y compañero” pensaba que el redactor español “era un espía” y tenía instrucciones de delatarme ante sus superiores. Hice mi trabajo con absoluta tranquilidad, ciñéndome al guión para decepción del verdadero espía camuflado en un elemento de sonido.
Así fue y así lo he contado después de doce años en silencio.
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