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Tras meses de vigilancia y espionaje electrónico Puigdemont es detenido
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Tras meses de vigilancia y espionaje electrónico Puigdemont es detenido

lunes 26 de marzo de 2018, 11:17h
La fuga ha durado 146 días

Una veintena de agentes de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) consiguió detener este domingo al expresidente de la Generalitat en una gasolinera al norte de Alemania, cuando trataba de volver por carretera hasta su refugio en Bélgica. Procedía de Finlandia y acababa de cruzar la frontera con Dinamarca. Fue el final de un discreto y complicado operativo de las Fuerzas de Seguridad del Estado que se ha prolongado durante casi cinco meses.

Las diligencias para controlar sus movimientos se aceleraron el viernes después de que el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena dictara el procesamiento de la cúpula del Govern y reactivara la orden europea de detención y entrega (OEDE) contra Puigdemont y el resto de dirigentes huidos. Ese día por la mañana, Puigdemont había participado en varios actos de propaganda en Helsinki y tenía previsto permanecer allí un día más. Sin embargo, decidió abandonar precipitadamente el país nórdico en cuanto tuvo conocimiento de las noticias que llegaban del alto tribunal y descubrió que las autoridades finesas estaban dispuestas a colaborar más activamente con las españolas que las belgas.

El entorno de Puigdemont trató de ocultar los detalles de su vuelta a la mansión de Waterloo, pero, en ese momento, el prófugo ya estaba siendo sometido a un estrecho marcaje de los servicios de Información de la policía y del CNI. Según fuentes próximas a la operación, estuvo controlado en todo momento desde que tomó la decisión de salir de Finlandia. No tenía muchas alternativas para volver a Bélgica. Disponía de billetes de avión para volar desde Helsinki pero, tras la OEDE, las alarmas habrían saltado en cuanto hubiera cruzado la puerta de embarque de cualquier aeropuerto europeo. Por carretera, la opción más larga implicaba cruzar en ferry el Golfo de Finlandia y desembarcar en Tallin (Estonia), uno de los países con los que ha tejido más lazos el independentismo en los últimos años.Pero después habría tenido que seguir bajando por el resto de países bálticos y, si quería llegar a suelo belga, necesariamente debía cruzar Alemania o Francia, dos países con los que España mantiene fuertes vínculos de cooperación policial y que incluyen el delito de rebelión en sus respectivos códigos penales.

Puigdemont y sus cuatro acompañantes optaron finalmente por atravesar Alemania por el camino más corto. Saltaron en ferry a Estocolmo (Suecia) y pusieron rumbo hacia Copenhague (Dinamarca). A las tres horas de salir de esta última ciudad, el grupo cruzó la frontera germana con la península de Jutlandia. El viaje se desarrollaba sin contratiempos. En unas siete horas estarían en Waterloo. Pero sus planes se torcieron a las 11:19, solo 20 minutos después de pisar suelo alemán. Una patrulla de la policía de carreteras del estado de Schleswig-Hosltein lo interceptó en una gasolinera de la autovía de Hamburgo.

La información había sido proporcionada previamente por los agentes de campo de laPolicía Nacional y del CNI. La Comisaría General de Información puso sobre el terreno a entre seis y 10 efectivos, y los servicios de inteligencia, a otra decena de operativos. Nunca le perdieron la pista. Además, el CNI consiguió información adicional mediante sistemas de espionaje electrónico (correo electrónico, llamadas de móvil, mensajería instantánea...) que le permitieron acceder a las comunicaciones de Puigdemont con su entorno más cercano y a datos de posicionamiento, según han confirmado a este diario fuentes cercanas al despliegue. Su coche estaba balizado.

Cuando el cabeza de lista de JxCAT aún estaba en Dinamarca, los servicios de Información de la Policía Nacional solicitaron a sus compañeros de la División de Cooperación Internacional que trasmitiera a la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA) de Alemania —equivalente a la Policía Judicial— que el objetivo estaba a punto de entrar en su jurisdicción. La Policía Nacional se encargó también de asegurarse de que no había ningún impedimento legal para interceptarlo y ponerlo a disposición judicial. Finalmente, cuando el Renault Espace en el que se desplazaban había recorrido 35 kilómetros de territorio alemán, agentes de carretera locales efectuaron el último trámite.

Atrás quedan cinco meses de trabajo menos conocido en que también han participado los servicios de Información de la Guardia Civil. Las tres grandes secciones de inteligencia de las Fuerzas de Seguridad del Estado comenzaron a desplazar efectivos a Bruselas solo unas horas después de que se confirmara, el pasado 30 de octubre, que Puigdemont se había refugiado en ese país junto a otros miembros del anterior Govern para evitar la acción de la Justicia española. El refuerzo se había traducido en un importante aumento de la plantilla de la delegación diplomática de España en la capital de la Unión Europea.

En este tiempo también ha habido vigilancias continuas a Puigdemont, pero eran sumamente difíciles por la negativa de las autoridades belgas a colaborar con los servicios de información españoles. Se decidió que el CNI centralizara los seguimientos y que la Policía Nacional y Guardia Civil le reportaran las novedades a las que fueran accediendo. Los datos recopilados y el conocimiento adquirido durante estas últimas semanas permitieron el arresto del expresidente de la Generalitat menos de 48 después de que Llarena decidiera procesarlo.

¿Cómo es posible que, después de casi medio año de una huida que parecía milimétrica, diseñada para salvarse de una condena por rebelión, y de haber confiado su futuro político al desafío frontal al Estado, Puigdemont haya caído tan rápido? Las fuentes consultadas creen que cometió un enorme error de cálculo. A pesar de que era previsible que el juez concluyera la instrucción el viernes y reactivara su OEDE, mantuvo su viaje a Helsinki, un país que también contempla el delito de rebelión. Cuando sonó la sirena, no tuvo más remedio que recurrir a una salida desesperada para retornar a su santuario belga. Anoche, Puigdemont durmió en la prisión alemana de Neumünster, un centro construido a principios del siglo pasado que fue reformado en 2004 y que dispone de 600 celdas. Está previsto que hoy pase a disposición judicial.

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