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 El alegato hipócrita de Arnaldo Otegi, contra la violencia hacia la mujer
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El alegato hipócrita de Arnaldo Otegi, contra la violencia hacia la mujer

miércoles 29 de noviembre de 2017, 10:51h
Las redes arden recordándole a Otegui que ETA asesinó a sesenta mujeres.

El exmiembro de ETA y líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, aseguró el pasado sábado con motivo del Día Internacional para la erradicación de la Violencia de Género que “corresponde a todos” acabar con esta lacra “en los centros de trabajo, en las instituciones y en la calle”.

Ante esto Agustín Benito hace un recordatorio de las más de 60 mujeres asesinadas por ETA.

Todos los ciudadanos españoles -y extranjeros- han sido víctimas potenciales de la organización terrorista. De las 858 que COVITE y la AVT contabilizan, 21 fueron menores; 361 civiles -el 42,07%-; 209 guardias civiles; 150 policías nacionales -el último, un policía francés, Jean-Serge Nèrin, en marzo de 2010; 97 miembros de las Fuerzas Armadas; 25 policías municipales- y 16 policías autonómicos, según las estadísticas oficiales recogidas en el libro “Vidas rotas” (2010). Más de 60 fueron mujeres.

La primera víctima de ETA fue una niña, Begoña Urroz Ibarrola, de 22 meses. Fue alcanzada por una bomba incendiaria colocada en la estación de Amara de San Sebastián el 27 de junio de 1960. Sufrió quemaduras en las piernas, en los brazos y en la cara que le provocaron la muerte un día después en un centro médico.

En década de los 70 -septiembre del 74-, ETA asesinó a 13 personas, entre ellas María Jesús Arcos Tirado, de 28 años, Francisca Baeza Alarcón, de 45, María Josefina Pérez Martínez, de 21; Concepción Pérez Paino, de 65; y María Ángeles Rey Martínez, en el atentado en la cafetería Rolando de Madrid, ubicada a pocos metros de la Puerta del Sol.

Cuatro años más tarde, en agosto de 1978, falleció Emilia Larrea Sáez de Adacia tras un ataque contra la Casa Cuartel de Aretxabaleta (Guipúzcoa). Dos estudiantes, Hortensia González Ruiz y Dorothy Fetig, ambas de 20 años, fueron asesinadas en Besain y Madrid en 1979. Ese mismo año falleció Guadalupe Redondo Vian, de 59, por una bomba en Atocha (Madrid).

El 1980 fue el más terrible de la banda, causando casi un centenar de víctimas mortales. Centenares de jóvenes ingresaron en la banda terrorista dispuestos a matar “en nombre de la patria”. Mató aJeanine Pueyo, una ciudadana francesa en Tarbes -en los Altos Pirineos-.

En los primeros años de esta década, en plena Transición, hizo lo mismo con María José García Sánchez, inspectora de Policía de 23 años, durante un operativo antiterrorista el 16 de junio de 1981 en Zarauz (Guipúzcoa); con Cristina Mónica Illarramendi Ricci, profesora de inglés nacida en Buenos Aires, en un atentado en Sestao en marzo de 1982; con Joaquina Patricia Llanillo Borbolla, de 32 años, en Tolosa en febrero de 1983; y con María Dolores Ledo García, de 25 años y embarazada de tres meses en Bilbao en mayo de ese mismo año.

En 1986, la banda terrorista de ultraizquierda, que ya había instalado en Madrid una célula permanente para atentar, mató a María Dolores González Catarain, dirigente de la banda -en los 60- que se había distanciado de la cúpula y era tachada de “chivata” y “traidora”, y a María José Teixeira Gonçalves, portuguesa de 27 años, y Daniela Velasco Domínguez de Vidaurreta, de 57 años y madre de seis hijos, en un atentado en San Sebastián.

En la historia sangrienta de los ‘gudaris’ hay dos atentados que sobresalen: el cometido en el Hipercor de Barcelona el 19 de junio de 1987 y el de la Casa Cuartel de Zaragoza el 11 de diciembre de ese mismo año.

Quince mujeres fueron asesinadas -de un total de 21 víctimas- en el centro comercial con un coche-bomba cargado con veintisiete kilos de gamonal y doscientos litros de líquidos incendiarios. ETA buscaba una masacre y la encontró. Perecieron Milagros Amez Franco, de 43 años; María del Carmen Mármol Cubillo, de 36, y sus dos hijas –Sonia y Susana Cabrerizo Mármol, de 16 y 13 años-; María Teresa Daza Cecilia, embarazada; María Emilia Eyre Diéguez, de 44 años; Mercedes Manzanares Servitjá, de 30, y su sobrina Silvia Vicente Manzanares, de 13; Matilde Martínez Domínguez, de 35; Luisa Ramírez Calanda, de 41, Consuelo Ortega Pérez, de 67; Mercedes Moreno Moreno, de 36; María Rosa Valldellou Mestre, de 57; Bárbara Serret Cervantes, de 32; y María Paz Diéguez Fernández, de 57 años.

ETA mató a cinco niñas -11 víctimas en total- en el atentado en la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, uno de los más crueles de la banda. Un coche bomba cargado con doscientos cincuenta kilos de amonal estalló y acabó con la vida de Silvia Pino Fernández, de siete años; de Silvia Ballarín Gay, de seis; de Rocío Capilla Franco, de 14; de Esther Barrera Alcaraz y de su hermana gemela Miriam Barrera Alcaraz, ambas de tres añitos. En el atentado murieron además María Dolores Franco Muñoz, de 36; y María del Carmen Fernández Muñoz, de 38.

Ese mismo año -1987-, la banda asesinó a María Luisa Sánchez Ortega en Bilbao, a María Teresa Torrano Francia, de 37 años, en Portugalete (Vizcaya), a Carmen Pascual Carrillo, de 79 años, en Madrid; y a María Cruz Yoldi Orradre, en Pamplona.

Un año antes de entrar en los 90, los pistoleros acaban con la vida de Conrada Muñoz Herrera, de 55 años, con un paquete-bomba cuyo destinatario era su hijo, funcionario de prisiones. Fue la primera víctima registrada en la provincia de Granada. Además, matan a Carmen Tagle González, fiscal de la Audiencia Nacional de 44 años, en Madrid. Dos etarras le descerrajaron varios tiros. Murió en el acto.

En 1990, ETA mata a Elena María Moreno Jiménez, de 32 años, a la salida de un restaurante en la parte vieja de San Sebastián. Murió junto a su marido y dejó huérfanas a dos niñas menores. En abril de 1991, María del Koro Villamudria Sánchez, de 17 años, fue asesinada al colocar la banda un artefacto en el coche de su padre, agente de la Policía Nacional. Días después ETA puso como pretexto que la joven quería formar parte en un futuro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

El 29 de mayo tiene lugar el atentado en la Casa Cuartel de Vic (Barcelona), otro de los más sangrientos. Los asesinos lanzaron un coche-bomba al interior a las siete de la tarde. Numerosos familiares de los guardias civiles se encontraban en sus casas y sus hijos jugaban en el patio. Fallecieron nueve personas -dos mujeres mayores de edad y cuatro niñas-: Maudilla Duque Durán, de 78 años; Núria Ribó Parera, de 26; Rosa María Rosa Muñoz, de 14; Vanessa Ruiz Lara, de 11; Ana Cristina Porras López, de 10; y María Pilar Quesada Araque, de ocho.

Julia Ríos Rioz perdió la vida en febrero de 1992 junto a su esposo, Eutimio Gómez Gómez, en Santander. Al paso de un furgón policial, ETA hizo estallar un coche-bomba que se encontraba estacionado junto al lugar por donde el matrimonio transitaba. Fue la única víctima de ETA mujer ese año.

Siendo jefe de la oposición, el 19 de abril de 1995, José María Aznar fue víctima de un intento de asesinato cuando viajaba en su vehículo para llegar a la sede del PP. Estalló un coche bomba en la confluencia de las calles de Arturo Soria y José Silva. Salió ileso, pero la explosión mató a Margarita González Mansilla, de 69 años, que murió en julio. En diciembre, muere en Valencia Josefina Corresa Huerta, de 43, tras estallar cinco bombas en unos almacenes en plena campaña de Navidad. Su hija, Amparo Rodrigo Corresa, de 15, resultó herida.

El 30 de enero de 1998, ETA mata a Alberto Jiménez-Becerril, de 37 años, y a Ascensión García Ortiz, de 39. El matrimonio sevillano volvía de cenar con unos amigos cuando dos miembros de la banda terrorista ETA les dispararon por la espalda causándoles la muerte casi en el acto. Dejaron huérfanos a tres niños de cuatro, siete y ocho años. Los terroristas declararon que tras disparar se trasladaron a un piso y brindaron por el doble asesinato. El sanguinario Iñaki de Juana Chaos escribió días después una misiva en la que declaraba“en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas, y terminaremos a carcajada limpia”.

El 20 de agosto del 2000, la agente de la guardia civil Irene Fernández Perera, de 32 años, es asesinada en Sallent de Gállego (Huesca) por una bomba colocada en el vehículo de la Benemérita con el que ella y su compañero José Ángel de Jesús Encinas iban a realizar la ronda de vigilancia. Quince meses después, otra agente de policía -esta vez de la Ertzaintza- era asesinada a tiros en Besain (Guipúzcoa) mientras se encontraba regulando el tráfico en la N-1. Ana Isabel Arostegi Legarreta, de 34 años, intentó defenderse, pero fue rematada por una integrante de la banda cuando yacía malherida en el suelo.

Los cobardes pistoleros atentaron el 4 de agosto de 2002 contra la Casa Cuartel de Santa Pola (Alicante). Silvia Martínez Santiago, de seis años, hija de un agente de la Benemérita, se encontraba en su domicilio junto a varios familiares cuando la explosión acabó con su vida. “No podía verla, pregunté a mi hermano y me dijo donde estaba. Corrí hacia donde estaba, cubierta de escombros, sólo se le veían los ojos, empecé a quitar escombros desesperadamente”. Son palabras de su madre, Toñi Santiago, que le cantó a su hija al oído mientras la pequeña agonizada durante su trayecto al hospital.

A las más de 60 víctimas hay que sumar las centenares de mujeres heridas y huérfanas en los 2.500 actos terroristas.

María del Pilar Garrido González, de siete años, resultó herida grave en el atentado en San Sebastián perpetrado contra su padre el 23 de diciembre de 1978; Ana Belén Ramón Álvarez, de cinco meses, sufrió daños considerables por una granada lanzada contra el cuartel de la Guardia Civil de Lecumberri (Navarra) el 23 de octubre de 1983; Eva María Ferreiro, de 9 años, sufrió numerosos daños el 19 de agosto de 1984 en un atentado perpetrado en Arenas de Guecho (Vizcaya); y Noelia Espinosa Magarino fue alcanzada por una explosión en Rentería (Guipúzcoa) el 4 de febrero de 1986. Estos son algunos nombres de las niñas golpeadas por la barbarie etarra. La mayoría siguen teniendo secuelas en la actualidad.Uno de los atentados que más conmocionó a la sociedad española -se convirtió en un símbolo de la miseria de ETA- fue el perpetrado con un coche-bomba el 17 de octubre de 1991 en Madrid. En él resultaron heridas de gravedad María Jesús González, agente de la Policía Nacional, y su hija Irene Villa, de 13 años. Ambas sobrevivieron pese a las graves mutilaciones. Recientemente, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ordenó la reapertura del sumario.

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