Estilo del retablo de Sant Martí Sarroca
Analizando el retablo vemos que es una pintura sobre tabla donde se emplea la técnica del temple al huevo, que es una de las técnicas donde la pintura dura más. Se altera menos en 500 años que un óleo en 30. Y por su estructura de elementos arquitectónicos y tracerías (pináculos, arcos apuntados y conopiales y columnas intercaladas) hace que esté dentro del ámbito del gótico. Ahora bien, dentro de la pintura gótica hay cuatro estilos: gótico lineal, italo-gótico, internacional y el flamenco. Entre las características que definen el franco-gótico o lineal tenemos la importancia que se da al dibujo y a las líneas que limitan las superficies coloreadas, figuras recortadas sobre fondo monocromo dentro de un sistema bidimensional, colores planos y sin tonalidad. Claramente nuestro retablo no pertenece a ese estilo.
El italo-gótico, que se origina en Florencia y en Siena se caracteriza por su lirismo agradable y dulce, sentido de la eternidad, calma, concede poca importancia al movimiento y a lo accesorio y anecdótico; los personajes sagrados aparecen en toda su posible majestad, cuerpos solemnes, amplias vestiduras, riqueza cromática de colores brillantes, azules intensos, rojos profundos, el espacio se cubre de oro para negar la necesidad de relacionar las figuras con un ambiente real.
En el siglo XIV aparece el estilo internacional, que se caracteriza por su afán naturalista, que se recrea en lo anecdótico y temas secundarios, tiene tendencia a exagerar lo crudo y descarnado, plasmación del movimiento que se manifiesta en la línea curva y los plegados abundantes y sinuosos de los ropajes, interés ambiental, arquitectura y paisajes artificiales, afición al lujo con brocados y joyas.
Durante el primer tercio del siglo xv surge en Flandes el denominado estilo flamenco cuya principal innovación es la técnica de pintura al óleo, que permite mayor colorido, sutileza y detallismo. Se caracteriza por su naturalismo y amor al paisaje. Los pintores flamencos fueron los creadores de amplios y luminosos paisajes, la perspectiva aérea y sutiles gradaciones de luz y color.
A simple golpe de vista se observa que el retablo de San Martí Sarroca no comparte ninguna característica de los estilos lineal y flamenco. Sin embargo vemos que contiene casas (cuadros) que, como en el estilo italo-gótico, hay escenas de un lirismo agradable y dulce, sentido de eternidad, fondos de oro, personajes solemnes y con amplias vestiduras, pero también hay otras que contienen peculiaridades del estilo internacional, como el afán por el naturalismo, la plasmación del movimiento, abundancia de anécdotas. El que comparta peculiaridades diferentes, sin perder, por ello, su coherencia, desde el punto de vista estilístico hace que este retablo tenga una significación única, singular, de un valor inestimable.
Autor del retablo de Sant Martí Sarroca
En la época medieval los pintores eran considerados simples artesanos, por lo que su reconocimiento social era nulo, de ahí que los retablos no se firman. Hace que sea difícil catalogarlos. Si conocemos los nombres de diversos artistas es gracias a la contratación de las obras, pues la realización de los retablos se hacía siempre ante notario debido a que son obras de gran envergadura y de un coste elevado. Hay que consultar los documentos de cuando fueron contratados para saber en qué taller se fabricó y quien fue el maestro del taller. Pero a pesar de las muchas pesquisas que hemos llevado a cabo en diversos archivos no hemos encontrado el contrato que se tuvo que firmar ante notario cuando fue encargado el retablo de Sant Martí Sarroca. Hemos tenido que recurrir a la deducción del autor del retablo buscando similitudes con las obras de los pintores de la época ya catalogados. Al comprobar que este retablo comparte el estilo italo-gótico y el internacional, hemos buscado en aquellos pintores que trabajaron los dos estilos. Concretamente en los ayudantes de Pere Serra, el último representante del italo-gótico y que después pasaron a la órbita del estilo internacional, que en Cataluña lidera Lluis Borrassà.
Cuando Pere Serra muere en el año 1406 el gótico internacional ya está instalado en Cataluña y el italo-gótico se considera un estilo pasado de moda. Como las expectativas de un pintor que empieza a abrirse camino a partir de una filiación italianizante no eran muy prometedoras y es evidente que la nueva corriente internacional suponía una alternativa de futuro, los ayudantes de Pere Serra se sintieron atraídos por la poderosa influencia de Lluis Borrassà. De entre esos ayudantes tenemos a Guerau Gener, a Ramón Mur, a Joan Mates, a Jaume Cabrera, a Jaume Cirera y a Mateu Ortoneda. Entre estos el que parece que debía ser el autor de nuestro retablo es Joan Mates, porque era natural de Vilafranca y tenía como mecenas a la famosa familia de Cervelló, que por aquellas fechas (de 1391 a 1480) era dueña del castillo de Sant Martí Sarroca. Pero, aunque Joan Mates adquirió técnica y modelos en el taller de los Serra, no se acomodó a ellos ya que pronto descubre nuevas posibilidades al conectar con el estilo internacional. Contando con el parecer de Gudiol Ricard, Alcolea, Ainaud Lasarte y otros críticos afamados del arte gótico nos decantamos por Jaume Cabrera como el autor del retablo de Sant Martí Sarroca. En el modo de pintar de Cabrera se descubre que el estilo internacional no es una antítesis de italo-gótico. Cabrera se nos descubre capaz de adoptar algunas de las nuevas fórmulas dentro de su equilibrio italianizante. Asimiló del taller de los hermanos Serra la realización de retablos de grandes dimensiones y muchas escenas. Aunque con sagrario en la calle central y una tuba de tabernáculo que acoge una imagen escultórica que vio en un retablo, hay desaparecido, que Lluis Borrassà pintó para el monasterio de Sant Martí Sacosta de Girona. Por estos motivos el retablo de Sant Martí Sarroca es único desde el punto de vista estilístico. Como veremos el retablo de Sant Martí Sarroca también es único desde el punto de vista iconográfico.
Descripción estructural del retablo de Sant Martí Sarroca
La primera impresión que se recibe al contemplar el retablo de Sant Martí Sarroca es que las casas (cuadros) están desordenados, que no siguen un orden cronológico. No es lógico, desde el punto de vista de la biografía de Cristo que la Resurrección, la Ascensión o Pentecostés estén antes de la Última Cena, el Prendimiento, la Flagelación y la Crucifixión. A bote pronto piensas que con los traslados y restauraciones que ha tenido el retablo hubo necesariamente de trastocarse el orden de las casas (cuadros) Pero se hace raro. Se podría considerar la posibilidad que se aprovechasen dos retablos diferentes y se ensamblaran. Pero un análisis en profundidad descarta esas suposiciones. Y caemos en la cuenta que la casa de la Resurrección ha de estar forzosamente en el mismo cuerpo de la Anunciación, la Natividad y la Epifanía, porque esas cuatro casas tienen la misma estructura al estar enmarcadas las escenas respectivas dentro del mismo tipo de arcos y con la misma ornamentación. La realidad es que estructuralmente no hay posibilidad de intercambiar ninguna casa (cuadro) porque la arquitectura del retablo está formada por ocho tablones que no lo permiten.
Los retablos se hacían en función de la advocación que tenían y este retablo está dedicado a la Madre de Dios y por ello tiene entronizada en la calle central la estatua de la Virgen. No es normal que estando dedicado el retablo a la Madre de Dios se represente la vida y muerte de Jesús.
Repasando la pintura medieval vemos que Ferrer Bassa y Pere Nicolau representaron en sus retablos siete escenas alusivas a los momentos de gozo de la Madre de Dios (Anunciación, Natividad, Epifanía, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y Coronación de la Virgen) En el retablo que el mismo Cabrera pintó para la iglesia del monasterio de Sant Feliu de Guixols vemos también los siete gozos de la Virgen María. Solo que en el retablo de Sant Martí Sarroca se completa con cinco escenas de la Pasión y Muerte de Cristo. Mateu Ortaneda también pintó un retablo con cinco gozos de la Virgen y cinco escenas de la vida de Jesús.
Estructuralmente el retablo de Sant Martí Sarroca sigue la forma clásica del estilo gótico. En la parte central se organiza el elemento que recoge la imagen de la Madre de Dios. Está concebido como una torre de planta hexagonal y rematada en forma de aguja –el pináculo- que divide el conjunto en dos partes simétricas. A cada lado hay trabadas cuatro tablas que dan soporte a seis casas. En total doce casas o cuadros. Y todo este conjunto descansa sobre la predela o banco. En los extremos de la predela había dos puertas practicables que daban acceso a la parte posterior del retablo. Una estructura dorada de formas volumétricas, que representan temas florales en relieve, ordena la distribución de los espacios en dos calles a un lado y otro del eje vertical de la obra. Es decir, el retablo está formado por una estructura volumétrica enmarcada dentro de un conjunto decorativo de relieves, molduras, columnas, arcos, decoraciones florales, calados…
La predela
Toda esta estructura descansa sobre el banco o predela, la parte inferior y horizontal. La predela es la parte más mimada de los retablos porque es la mejor situada para la contemplación. Por eso la predela era utilizada con finalidades proselitistas y pedagógicas, donde se representaba a santos o mártires de una fe inquebrantable y una fuerza sobrenatural capaces de soportar los más horrorosos martirios. De entre todas las virtudes con la que se hace bandera de esos mártires es la virginidad y la castidad.
La predela de Sant Martín Sarroca queda dividida en dos partes por un tabernáculo o sagrario que sirve de asiento a la imagen exenta de la Madre de Dios y a cada lado había una puerta hoy desaparecida y sustituida por unas cortinas de tela roja. Cada parte de la predela tiene pintados cuatro personajes de cuerpo entero y separados por delgadas columnas y en las puertas estaban las figuras de San Pedro y de San Pablo, respectivamente. En la parte izquierda de la predela están representados Santa Eulalia, Santa Ágata, Santa Catarina y Cristo resucitado. En la parte derecha tenemos a San Juan Bautista, Santa Elena, Santa Lucía y Santa Úrsula.
La custodia y exposición del Santísimo se intensifica en la Baja Edad Media. Para integrar la demanda cada vez mayor de la contemplación de la Hostia Consagrada y su necesaria reserva, surge el edicle sacramental o sagrario en el siglo XIV, consistente en una elevada torre de estilo gótico y amplia tracería gótica calada. Estas torres rematadas en chapitel se fueron adaptando al tramo central de los retablos. El sagrario se solía colocar en el centro de la predela o banco y encima se abría una especie de nicho para colocar la imagen del santo titular que culmina en agudo chapitel. El sagrario que hay ahora en el retablo de Sant Martí Sarroca es una grosera falsificación. El original que podemos contemplar a través de fotografías anteriores a la guerra civil era una verdadera filigrana. Era la mital de un prisma hexagonal. Cada una de las tres caras presenta una decoración con arabescos que descansan en cinco columnas (la de los extremos apenas visibles) enmarcadas dentro de un arco conopial y los zócalos de estas caras también están magníficamente trabajadas. Como dijimos el asunto judicial sobre la búsqueda de esta joya está sobreseído y es probable que actualmente sirva de lujoso mueble bar.
Si (
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