Lo que es destacable que estos sucesivos empleados que nunca se desaniman ante la incívica actitud de ciudadanos anónimos que de forma cronificada tiran papeles, bolsa, latas, o no recogen los excrementos de sus mascotas caninas. Ello denota un problema de esta sociedad, irrespetuosa por la cosa común, como si les fuesen indiferentes o deliberadamente ajenos a la calidad del entorno.
Hagamos autocrítica. No son las malas praxis del Ayuntamiento en la limpieza diaria de las calles de la ciudad, somos nosotros que tenemos que ejemplarizar y educar desde la infancia en que lo público ni es gratuito ni se puede infravalorar. Resulta inconcebible que existiendo una concienciación cada vez más insistente sobre el medio ambiente, el ecosistema del mundo, el respeto a la naturaleza, aún y de forma masiva se disperse basura en las calles de la ciudad procedente de objetos desechables que deberían estar en sus contenedores específicos y no en aceras, portones o calzadas.
Se puede observar que, en su mayoría, los más cívicos son los titulares de bares y restaurantes de nuestras ciudades, cuando terminan sus servicios, procurar y mantienen limpias los espacios públicos que ocupan, ya sean terrazas o trastiendas. Los envases los depositan en su totalidad en contenedores específicos para su reciclaje, pues saben de la importancia de su entorno, y de la exigencia de su clientela.
El otro día, conversé con un empleado de la limpieza sobre la suciedad acumulada de la noche anterior, sábado, y me comentó que les llegan los rumores que la ciudad está sucia por ineficacia del servicio de limpieza; pero se quejó que por más que limpian, algunos ciudadanos arrojan residuos a la vía pública, no se sonrojan si se les amonesta y luego son los que más se quejan del estado lamentable de las calles que ellos mismos provocan , con un total desprecio a la ágora; y, luego q, van con el mantra de que ellos pagan sus impuestos.
Si (
No(
