NACIONAL

Operación Zamburiña y la mafia policial en Orense.

Lunes 29 de enero de 2018
Droga, armas, un suicidio aparente y dos policias detenidos.

Fue en 2015 cuando un anónimo alertó a Asuntos Internos y a varios medios de comunicación que la comisaría de policía orensana era un nido de corrupción.

En dicho escrito, el denunciante anónimo hablaba de la desaparición de media docenha de armas, sacadas de un búnker y las relacionaba con una supuesta mafia del grupo de estupefacientes. A Partir de ahí se puso en marcha la Operación Zamburiña, operación policial en la que Asuntos Internos acabó descabezando a la brigada de drogas. Meses después, un agente aparecía muerto . Se llamaba Celso Blanco.

Al agente lo encontraron en su despacho , con un tiro en la sien. Al parecer se trataba de un suicidio, pero solo, al parecer. Antes aunque se descubrió tras la muerte había enviado , también al parecer salidos de su mano, varios mensajes de correo y WhatsApp inculpándose prácticamente de todo. De no haber sido una chapuza, su supuesto suicidio habría cerrado la espita por la que supuraba el tranquilo cuerpo policial.

Corría el mes de abril de 2016, cuando Celso Blanco el agente de 48 años, responsable de prensa y participación ciudadana en la comisaría de Ourense e instructor de tiro y entrenador policial de defensa personal, salió de la casa para comprar y de camino acercarse por la comisaría. Las cámaras recogieron su imagen accediendo en moto, poco antes de las cuatro de la tarde, al edificio policial del que ya no saldría vivo ya que esa noche apareció muerto en su despacho con un tiro en la cabeza. Lo más curioso es que tenía una de las seis armas robadas del búnker, otra estaba sobre la mesa y otra en un cajón de su escritorio. La puerta del despacho, cerrada. El ordenador y su móvil mostraban la supuesta confesión. Parecía evidente que se trataba de un suicidio.

Palabras y más palabras destacando sus bondades durante el funeral. Bernardo de Prado, exjefe del difunto y de baja por problemas psicológicos, dio el pésame a la familia. Nada fuera de lo normal.

Ahora se ha conocido que está imputado, junto con su hermano gemelo que ejerce como instructor de tiro en la academia de policía de Ávila. Los dos están acusados del supuesto homicidio de Blanco. Así al menos lo crre la juez Eva Armesto que instruye la causa y que cree que no se trata de un suicidio y sí por contra de un homicidio en el que están involucrados los hermanos De Prado.

En los mensajes, el fallecido exculpaba , a Bernardo, uno de los gemelos del robo de las armas. La jueza lo vio demasiado obvio y no lo creyó. Luego tras analizar el revolver desde el que Blanco se descerrajó el tiro mortal, se encontraron huellas que no coincidían con las del difunto. La hipótesis del suicidio se hacía más que improbable a la vista del ángulo trazado por la bala, por más que el agente fuese zurdo y la trayectoria del proyectil fuese de izquierda a derecha. “Esta claro que quien lo haya hecho es peligroso y ha evitado por todos los medios que lo pillen, señala el letrado de Blanco, Arturo Mosquera.

La jueza dio orden de detenerlos. Casualidad o no, el día de su detención comparecieron ante la juez con la misma ropa, pese a que Roi, el instructor de tiro había sido detenido en Ávila. Era imposible distinguirlos. Su lenguaje corporal fue, no obstante, distinto. “Uno de ellos mantuvo el rostro impasible cuando la magistrada les imputó los ocho delitos, entre ellos la sustracción de las armas y el homicidio de su compañero, mientras que el otro negaba con su cabeza, mostrando emoción”, sostiene Mosquera.

La magistrada les tomó declaración y los dejó en libertad bajo fianza de 60.000 euros para cada uno.

Según los investigadores se encontró sangre en el coche de Bernardo. Su abogado ha impedido de momento la toma de muestras de ADN y ha atribuido los restos sanguíneos que ahora se están analizando al transporte de carne de una matanza de cerdo. Los dos hermanos se han declarado inocentes.

Mosquera asegura que la madre del fallecido jamás dio credibilidad al suicidio. “Vivían los dos juntos, él era su apoyo y ella insiste en que no la habría abandonado sin despedirse y, además, Celso no estaba deprimido , no tenía ninguna enfermedad , no tenía problemas económicos y había hecho planes”, señala. El abogado reconoce que pese al dolor, y a expensas de lo que destape la investigación respecto a la autoría de la muerte, la familia “siente un cierto alivio al confirmarse que no se suicidó”.

Al parecer el supuesto homicidio del agente responsable de prensa y el robo de las armas que destapó, con la Zamburiña, un dato revelador: se decomisaron 4,7 kilos de cocaína, 1,5 de hachís y 1,7 de heroína pueden estar relacionados. Por el momento tres de las armas sustraídas del búnker siguen sin aparecer y la investigación sigue en marcha.