En ese contexto, Oscar Antonio Cavallo tuvo otro guiño hacia la situación en España: “Su Excelencia, es claro (sic) que el terrorismo fue malo antes, es malo hoy y será malo siempre, por lo que su accionar debe ser combatido en resguardo de las instituciones democráticas, como lo hacen en este momento dentro de sus propias fronteras”, aludiendo a la lucha antiterrorista contra ETA.
Por todo ello, el familiar del genocida solicitaba “humildemente” la “intervención” del Rey a favor de su hijo para superar “esta desmadrada situación”. En concreto, le pedía al monarca que adoptase “aquellas decisiones políticas que permitan que ese ciudadano argentino regrese a su país”. “Su Excelencia, usted sabrá perdonar si la presente con cumple con los requisitos formales que corresponden, pero como comprenderá para mí el caso trasciende lo protocolar para instalarse en lo humano”, escribió al final de su nota.
A modo de “posdata”, Oscar Antonio Cavallo informaba al Rey que tenía previsto estar en Madrid entre el 21 y el 29 de septiembre de 2003. “Seguramente el señor que le entregue la presente conocerá mi lugar de alojamiento”, advertía, lo que abre dudas sobre quién fue la personas que consiguió hacer llegar esta misiva a Juan Carlos I y cuál era su capacidad de influencia. Lo que sí queda claro es que no se trató de una nota enviada por correo postal, sino que alguien se encargó de entregarla de manera personal.
Tras recibir esta carta, la Casa Real evitó desecharla o simplemente archivarla. Por el contrario, la institución monárquica decidió enviarla al ministerio de Justicia, por entonces a cargo de José María Michavila (PP). Tres meses después, el 22 de diciembre de 2003, la Dirección General de Política Legislativa y Cooperación Internacional de dicho ministerio trasladó la nota de Oscar Antonio Cavallo al juzgado de Garzón “para su conocimiento y a los efectos oportunos”. Así consta en un oficio que lleva como asunto “extradición de Ricardo Miguel Cavallo” y que está firmado por de la subdirectora general adjunta, Isabel Vevia Romero.
Este pedido no tuvo efecto sobre la situación del militar argentino, que permaneció preso en España hasta el 30 de marzo de 2008, cuando fue enviado a Argentina para que le juzgaran por sus crímenes. La condena a cadena perpetua que acaba de dictarse esta semana podría ser el epílogo de esta historia. “Día negro”, escribió su padre el pasado miércoles en las redes sociales, poco después de conocer la condena recibida por su hijo. En su perfil de Facebook abundan los mensajes a favor de los militares condenados por secuestros y asesinatos durante la dictadura militar. Entre otras imágenes, hay una que utilizó para saludar a sus amigos en las Navidades de 2016. Se le ve a él y a su hijo. Junto a ambas fotos escribió una frase bíblica: “Bienaventurados los perseguidos”. Del perdón o la justicia no hay ni una sola palabra.
Pero el hombre por el que el rey intercedió era un genocida. El 26 de octubre de 2011 fue condenado a cadena perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada durante la dictadura militar.