Durante su visita oficial al país transalpino, Felipe VI ha comparecido ante el Parlamento italiano. Este evento marca la tercera ocasión en que un líder extranjero se presenta en la sede de la soberanía italiana desde el restablecimiento de la democracia. La primera vez fue en 1998 con Juan Carlos I, y la segunda tuvo lugar en 2002 con el papa Juan Pablo II.
El monarca ha enfocado su discurso en la memoria histórica, la cual, según afirma, debe crear "conciencia" para evitar repetir los errores del pasado, aludiendo a las dictaduras fascistas de Francisco Franco en España y Benito Mussolini en Italia.
"Con una clara conciencia del pasado, especialmente de aquel que no debe ni puede repetirse, ni siquiera en forma de caricatura, España e Italia son dos países con memoria. Felipe VI ha expresado su lógica inquietud al observar cómo muchos tratados, instituciones y foros multilaterales están sufriendo una erosión acelerada, mientras se pone en duda su eficacia, que debemos aceptar como muy mejorable."
La importancia del diálogo y el respeto a la ley para mantener la democracia ha sido reivindicada por el jefe del Estado: "Qué frágil es la paz, incluso cuando se logra, y cuán necesarios son y serán siempre el derecho y la diplomacia para avanzar en ese camino sin término".
En su defensa de la paz y la democracia, el monarca ha expresado su opinión sobre la situación en Oriente Medio. El conflicto entre Israel y Palestina ha alcanzado los 14 meses, y la estabilidad en la región parece más distante que nunca, especialmente debido a la situación en Siria tras la caída de Bashar Al Assad.