Se acerca Halloween y es imposible no mirar al pasado y reflexionar sobre la vida, la muerte y las luchas de cada generación. En este día, recordamos no solo a nuestros seres queridos, sino también los ideales duraderos y aquellos que se vuelven palabras vacías en un papel. En este contexto, el feminismo y las luchas sociales pueden aparecer como protagonistas en debates sobre la justicia y la igualdad; Sin embargo, la realidad a veces revela una gran brecha entre lo que decimos y lo que realmente se hace.
El feminismo, con su lucha por los derechos de las mujeres, parece haber avanzado en el papel, en la prensa, en los videos, en las leyes, los manifiestos y los discursos oficiales, pero, la vida real, donde se deberían ver los resultados de estas políticas, parece que la sociedad se olvida del auténtico compromiso.
Me da la sensación, en ocasiones, de que el feminismo se ha convertido en formalismos, frivolidades, que apenas sostiene una causa profunda. En palabras de Julio Sosa en su tango "Al mundo le falta un tornillo", parece que algo se está perdiendo en esta época de grandes ideales y escasas realizaciones. Las palabras de Sosa me recuerdan una verdad inquietante porque el sentido de justicia e igualdad no siempre se refleja en acciones cotidianas. La vida sigue estando plagada de acciones injustas que son frecuentes, en parte, debido a esa hipocresía que hace de la causa un simple símbolo.
"Al mundo le falta un tornillo" creo que es una ironía a la decepción, una melodía que canta y grita la locura de una sociedad que se ha vuelto indiferente a la humanidad. El tango tiene eco en el feminismo actual, ya que se puede convertir, sino lo remediamos, en un espectáculo, más que un compromiso de todos y de verdad. El cantante uruguayo habla de una sociedad que "anda a tropezones" y así lo siento yo también, cuándo veo causas sociales que la hemos tratado solo a medias.
El Día de los difuntos estimo que puede invitarnos a pensar en aquello que aún no ha muerto y que sigue vivo en nuestra sociedad. La defensa de la dignidad de las mujeres, como otros ideales de justicia, no debe de perder el impulso que lo hacía vibrante y revolucionario. Tal vez lo que vemos en las leyes y en los discursos es una versión distorsionada que no representa del todo los principios que alguna vez lanzaron este movimiento.
Lo que queda en evidencia es que lo de Errejón, es una muestra más de la cultura machista que respiramos en todos los ambientes, que sale a la palestra solo cuando interesa a ciertas esferas.
Se percibe una cierta fatiga mediática, que hace que pierdan fuelle algunos casos de acoso y violencia sexual, pudiendo ser tratados de manera superficial o desigual, con complicaciones legales cuando se trata de políticos.
Me preocupa que el impacto del movimiento #MeToo, pueda estar perdiendo terreno cuando afecta a figuras famosas o públicas como sucedió con el caso Johnny Depp.