Dice la exdirigente del PP Cayetana Álvarez de Toledo que Pablo Casado es un “bienqueda”. Me interesó el asunto y por eso busqué el significado del palabro, que no debe de ser ningún insulto ya que la que lo dijo es una señora muy culta y educada. Y según lo que he podido averiguar “bienqueda” es una persona que busca causar buena impresión incluso cuando no está de acuerdo con aquello que debe hacer para conseguirlo.
La verdad es que no es necesario conocer mucho al tal Pablo Casado, tan sólo hay que ver el numerito que se montó el pasado día 20 de Noviembre para estar seguro de que Cayetana tenía razón y Casado encaja perfectamente en la definición de “bienqueda”.
Veamos. Casi todos sabemos lo que se conmemora el día 20 de Noviembre. Algunas iglesias, unas siete de las veinte y tantas mil que están abiertas al culto en España celebraron misas en honor a Francisco Franco encargadas por los nostálgicos de la dictadura, lo cual, aunque a algunos no nos guste, es legal y cualquiera puede asistir a las mismas sin tener que dar ninguna explicación, y en uso de esa libertad Pablo Casado asistió a una de esas misas celebradas en Granada donde se lucieron banderas con el escudo preconstitucional y se cantó el Cara al Sol. Hasta ahí todo bien. La democracia permite que incluso los que no son demócratas expresen sus ideas,
Un cobarde porque no es capaz de asumir sus propios actos. Nadie le forzó a ir a ese acto de exaltación franquista. Fue porque quiso. Y la excusa barata de que no sabía lo que allí se cocía pocos se la pueden creer. Y si así hubiese sido, tenía muy fácil desvincularse de dicho acto, simplemente dando la cara y diciendo que para nada comparte lo que allí sucedió y condenando claramente y sin tapujos el franquismo. Pero no lo hizo, porque de haberlo hecho hubiese podido quedar mal con algunos. Y eso es algo que un “bienqueda” no puede soportar.
Lo que quizás no sepa el señor Casado es que no se puede poner al mismo tiempo velas a Dios y al diablo. Y no se puede porque al final corres el riesgo de hacer el ridículo y que ni unos ni otros te tomen en serio y quedes como tonto, que es lo que le está pasando a este “bienqueda” del que ya se están cansando hasta los mismos dirigentes del partido que, al menos en el papel, todavía dirige.
En democracia se pueden tener las ideas que uno quiera, siempre que se respeten las leyes y la Constitución, pero lo que no se puede ser es un “bienqueda” porque al final te conviertes en el hazmerreír de los de un lado y de los del otro, y Pablo Casado está a punto de conseguirlo.