Viernes 25 de diciembre de 2020
Desde hace varios años no suelo pasar el día 24 en Cartagena. Estas Navidades serán diferentes. Hace buen tiempo, pero apenas puedo moverme y el maldito virus que acecha en todo el mundo está limitando nuestros desplazamientos. De ser de otra manera, ahora estaría paseando por el monte y no sentada delante del ordenador tratando de localizar a mi buen amigo Carlos Fariña, quien hace ya muchos años me envió por estas fechas un libro con ilustraciones de Ferrándiz. El libro era precioso y la dedicatoria superaba su incalculable belleza con unas palabras que todavía me llenan el espíritu de una alegría luminosa que me hace sonreír: “Te mando este libro pues en sus páginas no veo a otra persona más que a mi amiga Sonia”.
Hoy apenas vuelven a quedar unas horas para que acabe el Adviento, tal y como escribí en este diario hace un año, unas horas que entonces discurrían entre embotellamientos, villancicos y bares abarrotados y que este año transcurren con la nostalgia a cuestas; con menos ruido, menos estridencias, pérdidas de seres queridos en muchos casos y con la esperanza de que la pesadilla vírica que ha marcado el transcurso del 2020 acabe pronto.
En estos días, Jesús vuelve a nacer en cada corazón y con cada ilusión que en ello pongamos, renacerá la luz que emana del entendimiento, del amor y la bondad. Seamos bondadosos, festejemos de este modo la NAVIDAD y que en este esfuerzo común seamos capaces de valorar el poder de la AMISTAD.