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"Entre diarios y diptongos" por Sonia Mª Saavedra de Santiago

'Entre diarios y diptongos' por Sonia Mª Saavedra de Santiago
domingo 20 de septiembre de 2020, 11:04h
'Entre diarios y diptongos' por Sonia Mª Saavedra de Santiago
Hoy es 19 de Septiembre del año 2020. Hace tiempo que no escribo un diario. Creo que la última vez que lo hice fue de manera esporádica y hablaba sobre mi hijo. Desde hace unos años, me he metido en otros vericuetos, como escribir un libro sobre la amistad y el adiós o relatos que me publican en periódicos, revistas y antologías.

Sí, me gusta escribir, me gusta leer, me gusta formarme y soy muy meticulosa en estos menesteres. Por eso, cuando descubro entre todo lo que se publica un buen escrito, me siento discípula, minúscula y admiradora. En cambio, cuando entre todo lo que me llega a través de quienes se erigen en paladines de la cultura descubro mediocridad, faltas de expresión, fatuidad e ignorancia, no puedo más que escandalizarme.

Cuando empecé a moverme en el mundillo de las letras, me sentía como un pajarillo con la boca abierta esperando una oportunidad. Ahora que me acepto como soy y que me siento encantada en el caparazón que me he construido, no busco nada: sólo dar rienda suelta a mis emociones, tratar de plasmarlas correctamente y dejar que el tiempo pase.

En estos días de Septiembre recuerdo en especial a mi amigo José, cuyos momentos de amistad compartida fueron maravillosos, y a mi abuela Soni que fue quien me inculcó el gusanillo de la poesía, un género con el que, por cierto, todavía no me siento del todo identificada. Sin embargo, más allá de mis preferencias, Soni me mostró la grandeza de dejar constancia del pasado y del presente. A veces releo sus manuscritos, medito sobre sus poemas, observo los arreglos de costura que aún conservo en alguna de mis faldas o los apaños que, a pesar de sus cataratas, hacía en los hombros de sus vestidos para realzar su delgada figura. En esos momentos, me envuelve una sensación inmensa de cercanía y se me olvidan todos aquellos pequeños defectos con los que alguna vez fui tan intransigente. ¿Acaso hay alguien que carezca de ellos?

Sí, en esta mañana del 19 de Septiembre, estoy recordando a mi abuela, pienso en mi familia y no puedo dejar de sonreír.

Sonreír…Por segunda vez el corrector me ha hecho poner acento en esta palabra. Debo de estar en presencia de un hiato y quizás sea un buen momento para reconocer que siempre me hice un lío considerable con los hiatos y los diptongos. Mas que no cunda el pánico, comprenderé la razón de cada cual y, al igual que de jovencita tuve que aplicar la lógica y esmerarme en distinguir el porqué del resto de “porqueses” (que los hay juntos y separados, con y sin acento) trataré de dominar la angustia que siento ante esta conjunción de vocales que unas vecen van en una sílaba y otras veces en dos.

No soy escritora (llevo impreso en mí la profesión de Abogado y la vocación de Maestra), aunque, gracias a mi familia, me gusta escribir. No tengo afán de hacerme rica, ni de darme a conocer a costa de lo que sea; tampoco tengo la intención de que me saquen el jugo a través de talleres, asociaciones y cursos varios, lo que ocurre es que hoy es 19 de septiembre, estoy delante del ordenador y no sé si he comenzado un diario.

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