nuevodiario.es

MOCIÓN DE CENSURA EN HUERCALOVERA, por Daniel García Posada

MOCIÓN DE CENSURA EN HUERCALOVERA, por Daniel García Posada
Ampliar
Hoy, día 12 de junio, un año y pocos días después de las elecciones municipales, una moción de censura desalojará de la alcaldía de Huércal Overa a la socialista Francisca Fernández. La moción de censura es un instrumento democrático más, tan legítimo como los pactos postelectorales que puedan conformar una mayoría para dar estabilidad y seguridad a los gobiernos. Sin embargo, esta moción de censura, lejos de aportar estabilidad y progreso al pueblo es, en cierta medida, una moción que vuelve hacia atrás y que, de nuevo, sumirá a Huércal Overa en la apatía y desatino más estrepitoso.
MOCIÓN DE CENSURA EN HUERCALOVERA, por Daniel García Posada

El grupo de Ciudadanos, con la expulsión del partido, después de firmar la moción de censura con el PP, de José López salta por los aires y es víctima de los juegos de poder y componendas en el que el partido se encuentra en estos momentos. Desde el intento de apartar a María del Mar Meca, leal cumplidora de lo pactado, previa encerrona y denuncia por acudir a una peluquería en fase de confinamiento, Ciudadanos ha tomado una deriva que apunta al interés único y egoísta del que firma con el PP la moción. Intereses espurios y, posiblemente, de índole crematística, unidos a las guerras intestinas antes mencionadas y a la lucha por el poder de Marta Bosquet y de Miguel Cazorla, van a conseguir que quien denunciaba al anterior alcalde, ahora, en un ejemplo de malabarismo difícil de mantener, lo apoyará y sustentará con su voto. Mucho me temo, sin embargo, que tal apoyo y tal alianza, forjada y asentada en la desconfianza y en la lucha con antiguos compañeros de partido, no dejarán de sobresaltar al pueblo de Huércal Overa, a no ser que Domingo Fernández, muy probablemente, por otra parte, se pliegue a los intereses personales de José López.

A pesar de estos juegos y componendas políticas, lo que sí queda claro es que quien sufrirá y pagará los platos rotos será, como siempre, el pueblo. Frente a los años de Domingo Fernández, resumidos en la apatía y el relumbrón de lo folclórico (el tan antiguo como actual pan y circo), este año de Francisca Fernández suponía una brisa de aire fresco que se traducía en una mayor preocupación por el día a día del pueblo, una mayor transparencia en cualquiera de las actividades y contrataciones del Ayuntamiento y, sobre todo, un fuerte carácter social y una apuesta decidida y clara por el medio ambiente (sólo falta echar un vistazo a la exigua partida del último presupuesto del PP y el interés de los presupuestos presentados por el PSOE).

Cuando uno de los dos concejales decide romper un pacto que, hasta el momento, se estaba respetando, como muestra la lealtad y la posición tomada por María del Mar Meca, y del que se daba cumplida cuenta, está claro que obedece a que el actual equipo de gobierno no permitía a uno de los concejales hacer y deshacer a su antojo, con la vista puesta en intereses personales. Cuando se antepone, entonces, lo particular a lo general, no estamos ya ante decisiones políticas ni obedecemos ni cumplimos con nuestra encomienda, sino que subyugamos el bien general, a un beneficio o interés personal que nos invalida como servidores públicos.

Lo más dramático, con todo, es que ahora se arremanguen Domingo Fernández y José López y apuesten por el nuevo colegio de Huércal Overa cuando, en los últimos ocho años, ha habido un interés especial en torpedear y en impedir que dicho colegio fuese una realidad. A las pruebas me remito.

Cuando se anteponen las luchas partidistas a los servicios de un pueblo, cuando la política se entiende más como modus vivendi y no como servicio en pro de la comunidad, cuando, en definitiva, la política se convierte en un trueque e intercambio de intereses y prebendas, con la alargada sombra del manoseo del voto por correo y de las contrataciones y obras días antes de las elecciones, entonces y sólo entonces, el pueblo es preso de las malas artes y de la pésima gestión. En Huércal Overa, vuelven las brumas de la apatía y la desgana que se traducen en un parón, en la elaboración de unos nuevos presupuestos, mucho menos sociales y menos progresistas y en un Ayuntamiento prácticamente parado hasta finales de año, en el mejor de los casos.

Domingo Fernández ha vuelto.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios