Este Tratado tuvo como antecedente el tratado de Bruselas, firmado en 1948 entre Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, que tuvo como finalidad hacer frente a la amenaza soviética que se iba extendiendo por el este de Europa y ante la cual los países de Europa Occidental, muy desgastados por la guerra se encontraban impotentes para defenderse individualmente. El Tratado del Atlántico Norte lo firmaron 12 países, 10 europeos más Estados Unidos y Canadá y ha ido evolucionando hasta los 29 que lo constituyen hoy en día y que si ingresa Macedonia del Norte, como está previsto, serán 30.

La realidad es que la OTAN ha cumplido siempre sus objetivos, adaptándose a las distintas situaciones. Los países que la componen han sabido siempre definir por unanimidad los objetivos y dotarse de las capacidades necesarias. Para ello, en sucesivas “cumbres” de sus jefes de estado o de gobierno han ido aprobando los correspondientes conceptos estratégicos (CE) que definían la forma en que iban a conseguir la seguridad colectiva. Esta forma fue variando de acuerdo con la situación geopolítica a través de los siete CE aprobados hasta la fecha. Así, en la década de los años 50, en las tres primeras cumbres, el CE, ante la amenaza de una gran superioridad convencional de los ejércitos soviéticos, se empezó con la defensa basada en el arma nuclear, lo que se llamó la Estrategia de Represalia Masiva. Más tarde, en los años 60 y ante el peligro de una confrontación nuclear de grandes proporciones, mediante el cuarto CE, se pasó a una Estrategia de Respuesta Flexible, basada en que sólo se emplearían las armas nucleares si las fuerzas convencionales de la OTAN corrían peligro de ser arrolladas y aún así sólo lo absolutamente necesario para evitarlo.

En 1991, tras la disolución de la URSS, se aprueba el quinto CE que supone una evolución de la estrategia de OTAN hacia una estabilización de la Europa del Este y una expansión de la Alianza. Por fin y como consecuencia del paso de una estrategia bipolar a una multipolar con la existencia de riesgos y conflictos, no ya sólo en Europa, sino en diversas regiones como los Balcanes, Irak y por fin Afganistán, surgen en 1999 y 2010 los conceptos estratégicos sexto y séptimo. En ellos la estrategia se basa en tres pilares: defensa colectiva, gestión de crisis y seguridad cooperativa.

Pero desde 2010 la situación geopolítica ha variado. La Defensa colectiva, origen de la OTAN ha permanecido en todos los sucesivos CE. Al principio se citaba más o menos expresamente a la URSS como principal adversario, después al disolverse ésta, no se reconoció ningún adversario concreto y es más, no se contemplaba el posible ataque a Europa y menos aún a EE.UU., no se hablaba de amenazas sino de riesgos. Sin embargo, la creciente capacidad nuclear y de sus vectores de lanzamiento, no sólo de Rusia sino de China, de Irán o de Corea del Norte deben ya tenerse en cuenta a estos efectos.

Por otra parte, los ataques cibernéticos no sólo son posibles sino que ya se han producido y las amenazas híbridas, es decir las acciones combinadas de ataques convencionales, de acciones de insurgencia, de terrorismo, de crimen organizado, psicológicas, de información y económicas que actúan en la llamada zona gris es decir por debajo del umbral de la guerra, en una situación intermedia entre la paz y la guerra, como la que se vivió en el último conflicto de Crimea, son hoy más que probables.

La OTAN tiene que tener en cuenta que la Defensa, hoy más que nunca, no es solo militar y necesita dotarse de herramientas capaces de hacer frente a esas amenazas e incluso que los nuevos escenarios operacionales militares se caracterizan por su enorme complejidad y volatilidad, constante incertidumbre y gran ambigüedad. Son operaciones multidominio: terrestre, aéreo, marítimo, espacial y cibernético.

El segundo pilar del CE, Gestión de Crisis, sigue siendo de la mayor importancia para la Seguridad y la Paz internacional pero aunque la OTAN ha visto reforzadas últimamente sus capacidades políticas y diplomáticas, se hace necesario que contemple mucho más la necesidad de cooperar con otras instituciones más apropiadas para ello como por ejemplo la UE.

El tercer pilar, La seguridad Cooperativa, debe seguir manteniéndose e incluso ampliarse como forma fundamental de ayudar a los países del partenariado a hacer frente a sus problemas de Seguridad Nacional y de esta forma contribuir a la seguridad Internacional.

Finalmente, la OTAN debería estrechar sus lazos con naciones que, aunque parece que de momento no tengan cabida en ella, sí que son seguros aliados y están siempre dispuestas a colaborar, caso de Australia, Japón o Nueva Zelanda y que tanto pueden contribuir a la seguridad en el Pacífico.

Como se ve, la OTAN sirvió para evitar que la URSS siguiera invadiendo nuevos países y ha contribuido eficazmente a la paz internacional, pero además ha cumplido un papel muy importante en la paz de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, al sentar juntos a políticos y militares para tratar asuntos de su defensa común y colectiva. Se acababa así con revanchismos y militarismos, causantes de las últimas guerras. Una de las grandes ventajas de la Alianza es que están muy bien definidos los tres niveles: Político, estratégico militar y operacional militar, representados por el Consejo Atlántico, el Comité Militar y la Estructura de Mandos y Fuerzas. Es más, si no hubiera sido por su común pertenencia a la OTAN, es muy posible que hubiéramos tenido que asistir a una confrontación bélica entre Grecia y Turquía.

Es cierto que la Alianza Atlántica ha sufrido algunas crisis internas, como fue el abandono por parte de Francia de la Estructura Militar o la ya mencionada de Grecia y Turquía pero todas fueron superadas. No hay duda tampoco de que a pesar de los intensos rumores de los que piensan que Europa debe organizar su propia Defensa, independientemente de Estados Unidos y que por lo tanto la OTAN ya no es necesaria como tal, quizás no caen en la cuenta de que la defensa de Europa y la de Norteamérica son en esencia la misma cosa. El llamado vínculo transatlántico sigue siendo vital para ambas. Una OTAN sin América no sería OTAN.

En resumen, se va haciendo necesario un nuevo CE que contemple este nuevo escenario geoestratégico y que proporcione a la Alianza las nuevas capacidades para hacer frente a las nuevas amenazas. También es cada vez más necesario difundir y hacer ver a todo el mundo que la OTAN es una alianza defensiva y nunca ofensiva y que su papel fundamental es proyectar seguridad como medio de preservar la paz internacional.