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Secuestran a tres cabreros y matan a uno de ellos en un cortijo

Secuestran a tres cabreros y matan a uno de ellos en un cortijo

jueves 01 de marzo de 2018, 20:18h
Ha sido obra de cinco encapuchados que asaltaron la casa de campo donde se encontraban, los maniataron y les dieron una paliza.

La Guardia Civil busca a una banda que asaltó un cortijo de Casares y secuestró al dueño y a dos cabreros que pernoctaban en él, a los que apalearon hasta causar la muerte a uno de ellos. Los investigadores mantienen abiertas todas las hipótesis sobre el móvil del suceso, aunque inicialmente, por el perfil de las víctimas, que carecen de antecedentes, todo apunta a que los delincuentes pudieron equivocarse de objetivo.

La primera noticia del rapto la recibió la Benemérita ayer por la mañana, cuando uno de los secuestrados, tras liberarse de las ataduras con las que había sido inmovilizado, telefoneó a los servicios de emergencias para alertar de lo ocurrido.

Los agentes se desplazaron inmediatamente al cortijo donde sucedieron los hechos, una humilde casa en el campo situada entre Manilva y Casares junto a unos molinos. «Allí solo hay cabras y viento», describe una sobrina del propietario, un hombre de mediana edad que habitualmente reside allí con su hermana, que es sordomuda, y dos empleados que trabajan en el cuidado del ganado. La familia se gana la vida criando cabras y vacas.

Aunque inicialmente se informó de que la finca está en Manilva, se encuentra en término municipal de Casares, pero limitando con la localidad vecina. Tanto es así que la Guardia Civil considera que hay parte del terreno entre los límites de ambos municipios e incluso con la provincia de Cádiz.

La noche del asalto, en el cortijo solo estaban el dueño y los dos trabajadores. «Afortunadamente mi tía no estaba allí porque lleva varios días enferma, padece del corazón y se ha quedado en Manilva para recuperarse», explica la sobrina.

La madrugada del lunes al martes, cuando los tres se encontraban en el cortijo, fueron asaltados por un grupo de individuos que actuaron encapuchados y armados. Tras inmovilizarlos, comenzaron a agredirlos mientras les preguntaban una y otra vez dónde guardaban la droga, según informaron fuentes cercanas al caso.

Al final, acabaron matando a golpes a uno de los empleados, un hombre de 37 años natural de la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules, de la que se mudó junto a su hermano pequeño hace unos 20 años. Ambos empezaron ganándose la vida como cabreros, pero el menor acabó casándose con una chica de Manilva y encontró un empleo en el pueblo como jardinero. El mayor se quedó trabajando para el dueño del cortijo donde ayer falleció. «Era muy correcto, no tenía problemas con nadie y era uno más de la familia», apostilla la sobrina del propietario de la finca.

Al parecer, tras ver que lo habían matado, los delincuentes se dieron a la fuga y las otras dos víctimas lograron liberarse y pedir auxilio. Ambas presentaban numerosas contusiones producto de los golpes.

El modus operandi es propio de las bandas dedicadas a robar alijos a otros narcos, lo que policialmente se conoce como ‘vuelcos’. Los delincuentes especializados en estos golpes suelen desvalijar las ‘guarderías’, que es como se denomina a los lugares donde las organizaciones almacenan y custodian la mercancía antes de distribuirla. Suelen estar en sitios poco transitados, en ocasiones casas de campo alejadas de zonas urbanas.

Pese a que tanto el modus operandi como el lugar donde se desarrollaron los hechos encajarían con esta tesis, inicialmente los investigadores se inclinan más por la hipótesis de que los delincuentes iban buscando una de estas guarderías y se equivocaron de objetivo, ya que ninguna de las víctimas tiene antecedentes ni, aparentemente, vinculación alguna con el narcotráfico o con negocios turbios. «Estamos conmocionados. No sabemos si han pensado que había allí dinero o qué, porque aquello es una casa en el campo con animales», expresa la sobrina.

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