Me indigna que se hayan destruido pantanos por dejar libre el curso natural de los ríos a pesar de su posible furia. Me enfurece que, en nombre de la hipotética extinción de un tipo de libélula o de una especie de pez se hayan acometido la destrucción de embalses en regiones donde la gota fría siempre es una amenaza. Me da rabia, mucha rabia, que existan construcciones sin licencia o licencias impertinentes. Estoy rabiosa, abatida y, por otro lado, agradecida de que, de momento, pueda estar, simplemente, enfadada y TRISTE.
Hoy muchos colegios se disfrazan de vampiros y calabazas; muchos escaparates se adornan con arañas espeluznantes, esqueletos y monstruosidades, pero estos días la destrucción y la muerte viene vestida de verdadero luto por las numerosas pérdidas humanas y los incalculables daños materiales que han provocado unas, siempre probables, pero imprevisibles y desconcertantes lluvias torrenciales.
Hoy España está de luto y yo me uno a su dolor.