El 22 de febrero en una tertulia sacerdotal católica, emitida por YouTube, los eclesiásticos, dirigidos por un cura diocesano de Toledo, rezaban para que el Papa Francisco “pudiera ir al cielo cuanto antes”. Al margen del mal gusto y lo poco cristiano del deseo, el Sumo Pontífice por su parte respondía “que le parecían gente triste”. En un primer momento mi mente se dirigía hacia un “acudit” (nos referimos a un pequeño relato) del humorista ya fallecido Eugenio, donde empezaba con “saben aquell que diu…”, pero creemos que es mejor analizar el hecho desde una perspectiva social. Es decir, una dicotomía entre iglesia/religión y las intersecciones sociales entre ambos conceptos.
Primero hemos de plantearnos que dicha institución social, la iglesia católica, no es un fenómeno inmóvil ni uniforme. Se manifiestan tendencias conservadoras, como las expresiones empleadas en esta tertulia, y progresistas abiertas a una incorporación, más acorde con los tiempos, de mujeres y homosexuales encabezada por el Papa de Roma. Respecto a los múltiples enfoques de análisis que se aplican a las diferentes religiones, nos inclinamos por una mirada sociológica, un enfoque integral, analizando sus componentes históricos, socioculturales, geográficos, etc. ya que como indicaba Clifford Geertz los símbolos religiosos funcionan durante todo el tiempo. Porque la religión, como conjunto de creencias, no es un ámbito independiente en nuestra vida social, sino que la podemos vincular a temas de género, identidad social, salud, economía, a la globalización, inmigración y a otros procesos de nuestras interrelaciones diarias. Es decir, está “incrustada”, siguiendo la definición de este concepto utilizado por el científico social y economista Karl Polanyi, en todos nuestros procesos sociales. No nos planteamos análisis sobre teorías psicológicas, de comunicación, simbólicas, fenomenológicas o cognitivas ya que no comprenden el objeto social propuesto en el artículo y porque ello nos llevaría a un estudio extenso.
Por poner un ejemplo que siempre me pareció significativo. Los monjes benedictinos, que dirigen la abadía de Montserrat, pertenecen a la iglesia católica declarando su espiritualidad/religiosidad basada en el amor, el trabajo y en la práctica de la ayuda hacia los demás como virtud; pero su religiosidad les permite camuflarse con el entorno y defender, sin fisuras, a la burguesía nacionalista y declarar su apoyo al independentismo. En su lado opuesto, esta misma orden de monjes, cuidan la basílica católica del Valle de Cuelgamuros, anteriormente llamado el Valle de los Caídos, y tienden a enmascararse con el paisaje social, enfrentándose al gobierno español, para obstaculizar la aplicación de la legislación vigente y así frenar la exhumación de los restos de Francisco Franco y proteger tanto a estos restos como a los de Jose Antonio Primo de Rivera, que se encuentran en el mismo lugar. Iglesia católica y religión parece que van por caminos divergentes, pero puede que más bien se vayan entrecruzando en el tiempo. Puntualizar que la iglesia católica, además del carácter religioso, intenta vincularse al poder político o económico de cada zona geográfica.
Muchos estudiosos no apoyan la idea de que haya una estrecha relación entre la estructura de clases sociales, el poder y las formas de religiosidad que se dan en nuestra sociedad. Me centraré en lo que conozco que es Barcelona y su pluralidad religiosa. Del análisis de lo particular intentaremos generalizar y para ello nos basaremos en comparar los distritos de Sarria-Sant Gervasi y Nou Barris de la ciudad de Barcelona.
Según los datos obtenidos, para el año 2020, por el Departamento de Estadística y Difusión de Datos y la Oficina de Asuntos Religiosos (OAR), Nou Barris tiene una población de 174.012 habitantes, de los cuales el 21,24% es población extranjera. Por otra parte, incidir que este distrito junto al de Ciutat Vella tienen el índice de renta per cápita (12241€) más bajo de toda la ciudad: 72 sobre la media de la ciudad de Barcelona (100), lo que provoca escasez y pobreza, ligada a las necesidades básicas en la vida diaria. Si lo planteásemos como renta familiar aún sería más bajo (55), ya que el paro incide mucho más en este distrito. De otro lado, Sarria-Sant Gervasi representa a la clase alta, con un total 151.157 habitantes, de los cuales un 16,01% son foráneos. Este distrito tiene un índice de renta per cápita (26513€) de 157. La renta familiar aún sería muy superior (189). Puntualizar que las personas extranjeras asentadas, en este distrito, son mayoritariamente franceses, japoneses y estadounidenses. En Nou Barris los nuevos habitantes son fundamentalmente paquistanís, latinoamericanos, marroquís y ucranianos.
Dentro de este marco socioeconómico se enmarcarían los centros de culto establecidos en cada zona. En Sarrià-Sant Gervasi constan: 43 iglesias católicas, 3 iglesias evangélicas, 2 sinagogas, 2 budistas y 1 centro islámico. En Nou Barris constan 77 comunidades y entidades religiosas de 7 religiones diferentes que en total suman 62 centros de culto: 35 iglesias evangélicas, 17 iglesias católicas, 5 oratorios islámicos, 4 comunidades de la iglesia de Filadelfia (vinculadas a la comunidad gitana) y 1 centro Brahma Kumaris.
De los datos obtenidos podemos observar que hay una disparidad de número de iglesias católicas entre un distrito y otro, que no se corresponden con la variación poblacional. En una zona la religiosidad es un elemento vinculado al estatus, mientras que en otra funciona como un mecanismo de refuerzo de la identidad grupal, incluido las católicas, y como componente del sistema, para ajustarse a la nueva realidad de los inmigrantes.
Es evidente la ligazón entre la estructura social de Sarrià-Sant Gervasi y la estructura, jerarquizada y estática, de la iglesia católica. El poder parece exigir esta jerarquización estructural. Por el contrario, la estructura dinámica que impone la inmigración, en Nou Barris, (variar de pastores con frecuencia, nuevas religiones y nuevas iglesias, fusión o cierre, cambio de locales, etc.) implica que trasformen y se pongan en funcionamiento estrategias de integración en sus nuevos lugares de asentamiento y cambio en sus valores religiosos, pasando a ser más comunitarios y generales: fuerte identidad de origen, religión que llamaríamos transfronteriza que ponen en práctica en un espacio desterritorializado como es su lugar de culto, apoyo a los nuevos inmigrantes en su búsqueda de vivienda, información a los nuevos llegados sobre acceso al mercado de trabajo: sector cuidados y limpieza para ellas y construcción para los hombres, microcréditos, etc. La globalización les exige, a los migrantes, mecanismos de adaptación.
Esta generalización podría ser válida para ciudades con fuerte impacto migratorio: Madrid, Valencia, Bilbao, Sevilla o Almería. Aunque puede haber excepciones podríamos inferir, por lo general, que hay una estrecha relación entre la estructura de clases, la repartición geográfica del poder y las diferentes formas de religiosidad. La religión también es una institución social que hay que analizarla dentro de una trama histórica y socioeconómica determinada. El análisis de una comunidad social, en contexto, explica los movimientos religiosos nativos, transnacionales y sus múltiples dimensiones. Por ello no puedo estar más en desacuerdo con algunas sentencias como la de K. Marx: “La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, el alma de una condición desalmada... Es el opio de los pueblos.”, y otra más reciente del periodista Manuel Saco: “las religiones son todas falsas y están al servicio del engorde de las estructuras religiosas…son el cáncer de la humanidad”. Personalmente opino que la religión es un espejo de cada sociedad.
Si (
No(
