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¿DÓNDE ESTÁ EL NIÑO?, por Sonia Mª Saavedra
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¿DÓNDE ESTÁ EL NIÑO?, por Sonia Mª Saavedra

martes 26 de diciembre de 2023, 08:56h
¿DÓNDE ESTÁ EL NIÑO?, por Sonia Mª Saavedra

El pasado miércoles crucé las calles del centro de Palma entre luces navideñas y tambores. Para quienes me vayan conociendo saben que para las Personas Altamente Sensibles el ruido puede resultar angustioso, sobre todo si ya llevas puesto encima tu correspondiente dolor de cabeza.

La concentración tamborilera tuvo lugar en la Plaza Mayor, lo cual me permitió recuperar la paz conforme avanzaba por la calle San Miguel, donde, dicho sea de paso, el Centro de Historia y Cultura Militar había organizado una exposición y una conferencia sobre los orígenes del Belén en la isla de Mallorca.

La charla, impartida por el Historiador de Arte Juan José Soler, empezó con una fotografía del lugar en el que probablemente nació Jesús, hijo de José y María, hijo del Padre y Hermano de todos los hombres.

Esa fotografía me llevó al viaje que en 2017 hice a Tierra Santa, donde todo se vive de una manera distinta, con un grado de recogimiento personal y único.

Tierra Santa, hoy levantada en guerra, como siempre a lo largo de su historia, como desde los inicios, desde Caín y Abel. Tierra Santa, un vergel entre desiertos, donde los pastores son niños, donde las palmeras datileras conforman un paisaje entre tierras aparentemente yermas y donde la espiritualidad emerge de manera espontánea entre barrios modestos, rostros que sonríen y paisajes de tierras blancas y barrancos verdes.

Ayer, ya en mi Cartagena natal y gracias a la diligencia que mi hermana tuvo para reservarme una plaza en una visita de Belenes que organizó la Concejalía de Festejos de su Ayuntamiento, disfruté de los detalles que nos ofrecieron varios belenes de nuestra Comarca: El de la Parroquia de San Diego, el de Santa Lucía, el de las asociaciones de vecinos del Albujón, Perín y Galifa, y el de los vecinos de los Díaz.

En el interior de una iglesia, bajo una carpa, en un local o al aire libre, todos eran dignos de ser visitados; todos preciosos y todos con una belleza, unos detalles figurativos y una acogida con sabor a moscatel y dulces navideños, que me hizo revivir la ilusión, ya casi perdida, de buscar entre luces, elfos y soldaditos de caramelo a ese niño que empezaba a echar de menos en el recorrido de fieltro rojo que hice por La Alameda de San Antón nada más llegar a mi ciudad.

¿Dónde está el niño? - Me pregunté en mi paseo del viernes-

Pues, ayer, al niño lo encontré en cada uno de esos belenes por los que pasé. En cada uno de esos villancicos tradicionales con los que nos recibieron, en la ilusión con la que parroquias y vecinos prepararon sus molinos, cuevas, pesebres, casas, carpinterías, norias y fuentes.

Ayer fue un preludio maravilloso de estas fiestas, con el recuerdo de una cuna vacía pero acogedora que se mostraba en la parroquia mallorquina de la Bona Nova durante el Adviento, con las palabras e imágenes de una conferencia entrañable en la calle San Miguel de Palma, con la experiencia de una excursión navideña por pueblos cartageneros y con la maravillosa acogida de sus vecinos, en especial la de los vecinos del paraje de los Díaz, donde un Belén al aire libre recuerda fielmente el lugar de la Natividad del Señor. Allí, en ese paraje, Conchi, Pedro y otros vecinos han recreado, por iniciativa propia y sin subvenciones ni ayudas, cada detalle; y lo han hecho a la perfección: desde la cueva donde probablemente nació Jesús, hasta esos paisajes de color arena y miel donde pastores que son niños cuidan ovejas y donde palmeras datileras nos recuerdan que hay vida más allá de la desesperación.

Ayer, nuestra única desesperación consistía en estar un poco cansados a las dos y cuarto después de una excursión que había empezado a las nueve y media de la mañana. ¡pecata minuta a fin de cuentas!, porque ayer comprobamos que la ilusión existe, que existe la solidaridad en forma de un exquisito caldo con pelotas preparado por Pedro y sus vecinos, y que ese Niño que nació en Belén puede recuperar nuestros anhelos de paz si cada uno de nosotros siembra en su entorno lo que la Natividad de Jesús representa: Deseos de paz, amor, respeto y alegría desde el humilde rincón de una cueva de pastores que acogió al hijo de Dios.

FELIZ NAVIDAD

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