En los meses comprendidos entre abril y junio de 2023, España se enfrentó una escalofriante realidad: 47.063 mujeres se convirtieron en víctimas de violencia, y se presentaron 48.227 denuncias. Un aumento del 4.2% en las víctimas y un 4.1% en el número de denuncias en comparación con los tres primeros meses del año. Pintando un panorama que parece sacado de una película de Martin Scorsese por la crudeza de su contenido. Pero la realidad supera la ficción y es triste comprobar que la Ley del Solo Si es Si, se asemeje al Blak Friday en eso de que las condenas por agresión sexual a las mujeres también pueden tener su propia versión de descuentos.
El informe trimestral sobre Violencia de Género también revela un aumento del 2.9% interanual en el número de órdenes de protección, pero las sentencias apenas variaron, situándose, con un 80,73% de ellas condenatorias para los agresores (CGPJ/10/ 2023).
Para los que opinan que la violencia no tiene genero se aprecia palmariamente que la raíz de la violencia de hombres hacia mujeres es un fenómeno que no se trata para nada de simple ideología. Creer eso es simplificar la cuestión hasta hacerla baladí.
Tanto el obviar la existencia de la violencia de género como pretender que por el hecho de cambiarse de sexo se pueda acabar con los excesos y la crueldad, es un enfoque simplista e infantil. Sin embargo, se destaca que un rol de género se torna perjudicial cuando desemboca en la violencia y esto es lo que hay que abordar de forma transversal.
En Murcia a pesar del descenso del número de denuncias registradas en este año, la región sigue estando, con 25,5 víctimas cada 10.000 mujeres, por encima de la media nacional, solo por detrás de Baleares, con una ratio de 31,4, siendo curioso que, de las 1.992 víctimas registradas, el 65% tiene nacionalidad española, mientras que el 35% restante proceden de otros países. Pero lamentablemente hay ideologías políticas, a pesar de los datos, que nutren a los partidos que señalan a los extranjeros como los que propician la violencia.
La conciencia colectiva de las mujeres está despertando, con proyección en manifestaciones en la música, la cultura y las calles que por intereses de partido se divide difuminando la presión social. Sin embargo, el ámbito privado sigue siendo un desafío. En este contexto, las mariposas, símbolos de fragilidad y belleza, muchas se encuentran sin alas para volar hacia la igualdad.
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