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ROSA HUERTAS Y EL MAR MENOR, UN PARAÍSO QUE NOS UNE Y NO QUEREMOS PERDER, por Sonia Mª Saavedra de Santiago (Abogada)
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ROSA HUERTAS Y EL MAR MENOR, UN PARAÍSO QUE NOS UNE Y NO QUEREMOS PERDER, por Sonia Mª Saavedra de Santiago (Abogada)

miércoles 12 de julio de 2023, 09:20h
ROSA HUERTAS Y EL MAR MENOR, UN PARAÍSO QUE NOS UNE Y NO QUEREMOS PERDER, por Sonia Mª Saavedra de Santiago (Abogada)
ROSA HUERTAS Y EL MAR MENOR, UN PARAÍSO QUE NOS UNE Y NO QUEREMOS PERDER, por Sonia Mª Saavedra de Santiago (Abogada)

Cuando una escritora como Rosa Huertas te hace partícipe de que ha llegado a la palabra FIN en uno de sus últimos proyectos y te dice que te hará llegar su borrador una vez haga los ajustes necesarios, el sentimiento que aflora es el de PURA ALEGRÍA.

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ROSA HUERTAS Y EL MAR MENOR, UN PARAÍSO QUE NOS UNE Y NO QUEREMOS PERDER, por Sonia Mª Saavedra de Santiago (Abogada)

Eso me pasó hace un año y hoy ese proyecto se ha hecho realidad con su libro “El paraíso estuvo aquí”, un libro lleno de nostalgia, ilusión, amabilidad, denuncia y bonitos recuerdos que cualquier persona que haya veraneado en el Mar Menor debería leer.

ROSA HUERTAS (Madrid 1960) es Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia y Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Tiene más de treinta obras publicadas y este año ha publicado los libros Lazos de tinta (Ediciones B), Los defensores del mar (Editorial Anaya) y El paraíso estuvo aquí (Ediciones Alandar).

Recientemente ha sido invitada por Acción Educativa Exterior del Ministerio de Educación para promocionar una plataforma de lectura para los centros españoles en el extranjero llamada Eleo. Según me cuenta la autora, el centro “Reyes Católicos” de Bogotá ha sido este curso el que más ha usado dicha plataforma en sus clubs de lectura, siendo ella la autora más leída en la misma con sus librosLa sonrisa de los peces de piedra” (Anaya, 2017); “Todo es máscara” (Anaya, 2016); “Mi vecino Cervantes” (Anaya, 2016) y “
“Lazos de tinta”. (Ediciones B, 2023).

Hoy, recién llegada de Colombia, donde ha recibido ese merecidísimo homenaje como embajadora española de la literatura infantil y juvenil, vuelve a quedar conmigo para rememorar una obra que ha dedicado al Mar Menor: “EL PARAISO ESTUVO AQUÍ” (Alandar 2023) y es precisamente aquí donde me detengo para explorar y elegir las palabras que hoy dedico a los lectores de Nuevo Diario:

Para escribir su libro, Rosa paseó durante algunos fines de semana conmigo por el pueblo de Los Nietos, donde fuimos tomando fotos de sus casas típicas, de las pocas higueras que quedan a los pies de su carretera de acceso y también del estado de podredumbre que asoma por algunos rincones de ese mar en miniatura que nos es tan querido. En otras fotos, por el contrario, conseguimos captar esas aguas de espejo que asoman cada tarde cuando el viento se calma. Esa es precisamente la imagen que queremos conservar y por la que ella pretende luchar con su nuevo libro y yo a través de mis artículos de opinión.

Como en casi todos los libros de Rosa Huertas, en esta nueva publicación de la escritora madrileña podemos comprobar una vez más que REALIDAD, MEMORIA Y FICCIÓN forman el engranaje de una historia maravillosa que nos hace sonreír todo el tiempo. En mi caso, cuando en la página 10 leo que una de las protagonistas ha encontrado la casa perfecta para veranear, me viene a la cabeza el momento en que, dando un paseo al lado del mar junto a Rosa, le enseñé varias casas que me gustaban. De entre ellas, y en apenas un suspiro, eligió para su historia una vivienda con una terraza en la que destacaban trozos de azulejos dispuestos en mosaico que representaban encantadores motivos tradicionales, como caballos de mar, granadas, embarcaciones y morteros.

En este libro, quizás por esas incontables conversaciones previas que fui compartiendo con su autora, he ido descubriéndome en algunos de sus personajes: En Sara (que no quiere crecer), en la abuela que tantos recuerdos tiene de Los Nietos, en Tina que tanto y tan bien hace la cabra y hasta en el propio Rafi, cuya toalla de piratas me ha copiado sin lugar a dudas.

También he descubierto lo fiel que Rosa ha sido a mi anecdotario con esas referencias que ha hecho a mis zapatillas de goma, al olor que exhalaban las higueras antes de que las cortaran para plantar limoneros, a la aparición que sobre los matorrales hacían los caracoles después de las lluvias de septiembre. ¡Incluso en la mención que hace de un cantante de Rock!, en la que intuyo a mi hermano Juan Diego (solista del grupo Dogs on leads).

Por último, en este apartado en el que me siento tan involucrada, me gustaría llamar la atención sobre un objeto que me parece clave: un vestido estampado con anclas que cobra un protagonismo casi mágico, llegando a resolver incluso ciertas dudas que plantea la obra, pues parece que, en ocasiones la narradora está describiendo lo que fueron Los Nietos y otras lo que son. En cualquier caso, Rosa lo hace elaborando secuencias temporales que encajan perfectamente y que nos sorprenderán conforme avancemos en su lectura.

En cuanto a lo que fueron Los Nietos, apuntar que, con la lectura de “El paraíso estuvo aquí” no sólo he regresado a ese paraíso que tuve la suerte de conocer, sino que me siento reflejada en la historia y en esa nostalgia que destila. En este sentido, ¿cuántos de nosotros tenemos la sensación de haber tenido un paraíso al alcance de nuestras manos y de haberlo perdido? ¿Lo hemos perdido verdaderamente, lo mantendremos o llegaremos a perderlo del todo?

Lo que es cierto es que ese paraíso existió hasta hace bien poco y que Rosa lo describe magistralmente, como magistralmente describe en la página 15 lo que, aparentemente es hoy: un lugar extraño con casas bajas que parecen viejas, deshabitadas o con un cartel de “se vende” en sus fachadas.

Con los recuerdos de lo que fue un paraíso donde los bañistas “garbanceaban” (expresión que emplea Rosa para referirse a esos baños largos que provocan arrugas en los dedos) el libro da pie a una verdadera crítica constructiva sobre la situación actual del Mar Menor a causa de los vertidos, de los cultivos, los efectos de los temporales, la construcción en masa o de la actividad minera que hubo años atrás, y nos lanza el mensaje de que si somos muchos los que gritamos y denunciamos, nadie podrá mirar para otro lado porque el mar no es propiedad de nadie, sino responsabilidad de todos.

Llegados a este punto, sólo me queda agradecer a Rosa Huertas su esfuerzo e interés por llamar la atención sobre ese pueblo de casas bajas y fachadas típicas de nuestra región en el que comer pipas, ir al baile, pasear junto al mar o bañarse mirando al cielo y a las montañas todavía es posible. Como posible sigue siendo tomar un granizado en un chiringuito de playa al que espero regresar con mi amiga. No sé si en ese “momento granizado” me sentiré como la abuela Caridad, como, Raspa o, sencillamente como Sonia. En cualquier caso, sé que lo pasaré en grande y que seguiré pensando que EL PARAÍSO Y QUIENES LO AMAMOS SEGUIMOS ESTANDO AQUÍ.

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