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"Son las once y veintisiete minutos del treinta de abril de 2023", por Sonia Mª Saavedra. Abogada

'Son las once y veintisiete minutos del treinta de abril de 2023', por Sonia Mª Saavedra. Abogada
martes 02 de mayo de 2023, 08:59h
Hoy más que nunca tengo complejo de no parecer de este mundo. Lo digo porque me molesta el ruido, la suciedad, la desidia, la mala educación, la falta de respeto, la falta de empatía, el incumplimiento de normas que, supuestamente, garantizan nuestra seguridad, nuestra calidad de vida, nuestra tranquilidad o nuestra salubridad.
Y es que hoy, desde primera hora de la tarde, vengo aguantando un puchún puchún insoportable.
Como soy bastante anormal, se da la circunstancia de que a menudo me duele la cabeza. De hecho, en estos momentos empiezo a tener síntomas de jaqueca y me está resultando complicado atajar el dolor. Sin embargo, esta circunstancia no le importa a nadie; como no le importa que mañana haya gente que tenga que levantarse a las seis de la mañana para iniciar una guardia en su puesto de trabajo, o que alguien necesite descanso por el motivo que sea.

Hoy lo que importa es hacer ruido le pese a quien le pese, ensuciar la calle a pesar de las pulgas que puedan proliferar, poner un vehículo al máximo de revoluciones, gritar a la hora que sea y disfrutar, en definitiva, de un egoísmo recalcitrante y descarado.

Y da lo mismo el punto geográfico de según qué zonas de España te encuentres: me fui de mi domicilio porque no soportaba el ruido ni la suciedad, y hoy, si bien es cierto que vivo en un lugar mucho más limpio, el ruido de la fiesta que empezó antes de las cinco de la tarde me está produciendo taquicardia, angustia y dolor de cabeza.

Yo procuro no molestar a nadie, ser amable con la gente, incluso ceder el turno en la cola del supermercado a quienes llevan uno o dos artículos en su cesta; pero a nadie le importa si detrás de mi amabilidad y mi sonrisa hay un dolor crónico que me mortifica y un interés verdadero por el orden, lo estético y lo solidario.
Llegados a este punto, confieso que quizás yo sea la excepción, porque la sociedad, a pesar del reconocimiento de tantos derechos, hace que me sienta verdaderamente rara.

Desde mi extraño punto de vista, tambien hoy he verificado, a lo largo de un paseo, algo evidente: resulta asqueroso acudir a un lugar, comprobar que en sus inmediaciones hay una caca de perro en medio de la calle y que una hora después, a la salida de ese lugar, la deposición sigue en el mismo sitio pero con la huella de una zapatilla deportiva perfectamente trazada.

Mas que nadie se ofenda.La rara, la marginal, la tiquismiquis, la insoportable soy yo. Los que ensucian, los que gritan, los incumplidores son mayoría y reincidentes, de manera que he llegado a la conclusión de que, salvo que mi apreciación sea errónea, yo, realmente, debo ser de otro mundo.
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