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'Los tiros, a la barriga', por Pedro Cuesta Escudero autor de La escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923) Ed. Siglo XXI, Madrid 1994
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"Los tiros, a la barriga", por Pedro Cuesta Escudero autor de La escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923) Ed. Siglo XXI, Madrid 1994

viernes 21 de abril de 2023, 08:44h
'Los tiros, a la barriga', por Pedro Cuesta Escudero autor de La escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923) Ed. Siglo XXI, Madrid 1994
'Los tiros, a la barriga', por Pedro Cuesta Escudero autor de La escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923) Ed. Siglo XXI, Madrid 1994
Este artículo fue enviado al diario El País, pero Hermann Tertsch, entonces subdirector del diario, desestimó su publicación.
'Los tiros, a la barriga', por Pedro Cuesta Escudero autor de La escuela en la reestructuración de la sociedad española (1900-1923) Ed. Siglo XXI, Madrid 1994

Aunque partimos de la base de que la Historia no se puede repetir, porque la Historia, al igual que la vida, es un continuo devenir, donde cualquier época es irreversible y a cada paso se van reelaborando nuevos modo de vida, pensamos que siempre permanecen unas constantes que, aunque hayan cambiado las circunstancias, tozudamente hacen que tropecemos dos veces en la misma piedra. Siempre se ha dicho que la Historia es la maestra de la vida, y con toda razón, pues de ella, al igual que de la experiencia individual, se pueden extraer lecciones para prevenir, cuando menos, sucesos de los que después ya no cabe lamentarse.

La pinza

Se ha querido buscar un paralelismo en el Watergate americano con las reiteradas e intencionadamente dosificadas campañas provocadas y promovidas por escándalos y escandalosos y que termina con la reapertura del caso Gal para echar del gobierno a los socialistas dirigidos por Felipe González. Se aprecia cierta connivencia entre la Izquierda Unida de Julio Anguita y el PP de José María Aznar. Ese paralelismo es un intento fallido, pues no hay nada en común, a no ser el deseo de ciertos periodistas de querer emular a aquellos que desentrañaron el affaire en que estaba involucrado Nixon.

Sin embargo, sí que resulta interesante, y puede que clarificador, echar una mirada retrospectiva al Bienio social-azañista de la II República, que es cuando gobierna por primera vez el PSOE y cuando se intenta seriamente transformar la realidad de aquella España subdesarrollada y de talante integrista. Es la época, además, en la que se retoma el hilo en el proceso modernizador de nuestra actual democracia. Porque del Bienio Negro, del Frente Popular, de la Guerra Civil y del Franquismo poco se puede extraer para la convivencia y modernización de España. Lo cual no quiere decir que no estemos marcados por esas épocas que nos han precedido y de la que somos sucesores y herederos, de lo bueno y de lo malo.

La II República fue proclamada - ¿por diez millones?- con unas enormes expectativas, como si tuviera la varita mágica que resolviera en un día los problemas seculares. Y ya se sabe que las ilusiones desmedidas forzosamente provocan desencantos. Y eso que el Gobierno provisional republicano ya inicia la frenética carrera modernizadora. Las elecciones de junio de 1931, las primeras sinceras que se celebran en España, dan como vencedoras a las izquierdas. Las derechas estaban desorganizadas y alcanzan escasa representación. Varias facciones republicanas y el partido socialista forman gobierno bajo la presidencia de Azaña.

La CNT, los comunistas y otras fuerzas de extrema izquierda se oponen desde un principio al gobierno republicano. Acusan a los socialistas de traidores y perros colaboracionistas por haber pactado con formaciones políticas burguesas. Las aspiraciones generales de los anarquistas españoles apenas si se habían modificado desde la llegada a España de Fanelli, el primer emisario de Bakunin en 1868. ¿Qué pacto podían formar los socialistas con unas fuerzas que no admitían ninguna componenda y se oponían a toda forma de Estado y trataban de imponer el comunismo libertario a través de la revolución? Siempre repetían lo mismo: revolución, revolución, revolución. Desde el nacimiento de la II República los anarcosindicalistas se empeñan en una lucha desesperada contra ella. A los tres meses de proclamarse la República los líderes de la FAI ya decían que ésta era mucho peor que la monarquía. El gobierno social-azañista tuvo que afrontar desde los primeros días una serie de huelgas y estallidos revolucionarios comparables sólo en violencia y frecuencia con los de 1920-1923, que, como se sabe, dieron lugar a la Dictadura de Primo de Rivera.

Los peligros de la derecha también eran tan serios o más que los de la extrema izquierda para el gobierno de Azaña. Las derechas no aceptaron ni la República ni la democracia y mucho menos las reformas que se llevaron a cabo, pues podían conculcar sus privilegios. Por eso Sanjurjo dio un golpe de Estado que pudo ser abortado. Las derechas sabían que las clases medias, aunque habían dado buena acogida a la República, asociaban históricamente esta forma de régimen con el desorden y estaban obsesionados por ello por la cuestión del orden público. Por eso el ciclo de desorden y represión era un arma en manos de la derecha que presentaban a la República como un régimen corrompido, incapaz de mantener el orden, lo que inducía a la deserción y el deslizamiento hacia la derecha de las clases profesionales.

El 30 de noviembre de 1932 Prieto denuncia en el Parlamento la pinza existente entre reaccionarios y anarquistas contra el gobierno social-azañista: "numerosos anarquistas figuran en la nómina de la Junta de Obras del puerto de Huelva sin hacer ningún trabajo visible. Aquellos nombres han sido incluidos por altos funcionarios que eran provenientes de los partidos conservadores". Los pistoleros que fueron detenidos a finales de 1932 llevaban encima modernas pistolas ametralladoras y hasta dos mil pesetas en efectivo cada uno (el salario de medio año de un obrero cualificado) ¿De dónde sacaban ese dinero? Estos pistoleros iban de ciudad en ciudad explotando la tensión laboral, hoy en Barcelona, mañana en Sevilla. En Madrid fue detenido en un bar un tal Manuel Lahoz, que llevaba consigo una pistola y dos mil pesetas. El juez Luis Amado lo tuvo detenido durante 72 horas y luego lo deja en libertad provisional sin fianza. El ministro de la Gobernación Casares Quiroga, invocando la Ley de Defensa de la República, suspende por dos meses al juez por negligencia al no exigir a un casi seguro pistolero. El corporativismo del Colegio de Abogados, en vez de analizar una posible prevaricación, protestó duramente por la interferencia del ministro en la independencia del poder judicial.

A pesar de estar sujeto a las fuerzas cruzadas de la violenta oposición de las derechas y la extrema izquierda, en el bienio social-azañista se aprobaron importantes leyes referentes a la enseñanza, al ejército, a lo laboral y a lo social; había logrado la aprobación de una ley de reforma agraria y concedido el Estatuto de Autonomía de Cataluña, un nuevo código penal en donde por primera vez en nuestra historia queda abolida la pena de muerte, la separación de la Iglesia del Estado; se habían llevado a cabo importantes obras públicas, etc.

Casas Viejas

El 8 de mayo de 1933 la FAI lanza la consigna de un levantamiento nacional. Y en toda España las comisarías y los cuarteles son asaltados. Sin embargo, como todos los intentos anteriores de los anarcosindicalistas, este levantamiento también es fácil de dominar, al faltarle las masas ciudadanas.

Pero ese mismo día los campesinos de Casas Viejas (Cádiz) se alzan, súbitamente, en armas. Asaltan el cuartel de la Guardia Civil, pero la llegada de refuerzos hizo fracasar los intentos de los sitiadores. La mayoría de los asaltantes y una gran parte de la población huye al monte, pero un pequeño grupo se hizo fuerte en la casa de uno de los dirigentes de la revuelta "Seisdedos", disparando contra los atacantes. Un guardia, que había sido enviado para negociar con los rebeldes, es tomado como rehén. Durante el asedio son heridos dos guardias. Sobre las dos de la madrugada llega una compañía de 90 guardias de asalto bajo el mando del capitán Rojas, quien revoca las instrucciones del comandanta local y da la orden de incendiar la casa de "Seisdedos", emplazando a sus hombres frente a la única salida. Y a medida que iban saliendo medio ardiendo se disparó contra ellos sin intentar hacerlos prisioneros. La tragedia no termina aquí. El capitán Rojas, enfurecido a la vista del cuerpo carbonizado del guardia conservado como rehén, ordena reunir en la casa de "Seisdedos" a todos los hombres que pudieran encontrar para que pudieran contemplar las horribles consecuencias del levantamiento del pueblo. Fueron encontrados doce campesinos a los que se les fusila sin contemplaciones.

Un furor de protesta e indignación barrió el país. No fueron solamente los anarcosindicalistas los que protestaron. Muchos republicanos sinceros se conmovieron profundamente. En el Parlamento los más exaltados de las izquierdas utilizaron los sucesos de Casas Viejas para criticar la política moderada de Azaña, pues, en su opinión, de haberse entregado a los campesinos las tierras no se habría producido levantamiento alguno. Pero los ataques más duros surgieron de los mismos que previamente habían exigido que los levantamientos campesinos fueran "reprimidos a sangre y fuego". De pronto todos los sectores conservadores descubrieron que sus sentimientos humanitarios más profundos habían sido ofendidos. El general Fanjul llega a decir que la carnicería de Casas Viejas fue "el resultado de una política de un régimen que no debería llamarse republicano, sino bárbaro". En el Parlamento el diputado radical Martínez Barrios denominó al gobierno de Azaña como un gobierno de barro, sangre y lágrimas. En la investigación parlamentaria el capitán Rojas dijo que había recibido órdenes del mismo ministro de la gobernación de tiros, a la barriga. Se le exigió el escrito de dicha orden, pero el capitán respondió que lo había recibido directamente por teléfono. Era su palabra o la el ministro. Y la prensa inició una campaña que hizo que la opinión pública creyera al Gobierno moralmente responsable. Y la gente creyó al capitán Rojas y condenó a Azaña como responsable último. El ministro Marcel.li Domingo fue expulsado de un mitin al grito de "¡asesino!" ¡"Casas Viejas"! Los sucesos de Casas Viejas llegaron a constituirse en la piedra angular de una leyenda negra contra la República.

Se adelantaron elecciones y los socialistas y cuantas formaciones políticas habían integrado el Gobierno fueron castigadas, principalmente por la abstención del mundo del trabajo y porque las mujeres españolas, que votaron por primera vez gracias a las reformas del gobierno social-azañista, se decantaron mayoritariamente a las derechas. Y porque las derechas, que habían tenido tiempo a organizarse, se presentan unidas ante los electores. Y el nuevo gobierno de centro-derecha se dedicó a desmontar cuanto había organizado el gobierno social-azañista hasta tal grado de irritación que provocó la sublevación de octubre de 1934. La Revolución de Octubre y su dura represión llevaron al país a la guerra civil.

Y junto a las tropas de Franco se vio al capitán Rojas y a muchos dirigentes de la FAI, a los que se les llamó failangistas Y durante cuarenta años el régimen de Franco siempre echó en cara que el atraso que vivía España era debido al estado de ruina que la República había dejado a la nación..

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