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Alocución del Almirante de Acción Marítima con motivo de la denominación de la terminal de cruceros “Juan Sebastián de Elcano”

 
Alocución del Almirante de Acción Marítima con motivo de la denominación de la terminal de cruceros “Juan Sebastián de Elcano”
domingo 27 de marzo de 2022, 10:05h
“La presencia de la Armada en Cartagena propicia la innovación, la investigación y el desarrollo industrial, y la Armada está presente en el palpitar de la ciudad”

“Cartagena y la Armada llevan a sus espaldas siglos de hermanamiento, avance y anhelos comunes”."La denominación del punto de entrada de miles de turistas, cuando llegan también por mar a bordo de imponentes cruceros, pone de manifiesto la sensibilidad y el cariño a la Armada de dos de sus principales instituciones: el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria”. “Estamos sinceramente agradecidos por este gesto, que contribuirá a que desde este punto se rememore y reconozca la hazaña culminada por un marino español. Y también, a que todos nos sintamos orgullosos de quienes gestaron nuestra historia, maltratada por muchos”

El pasado día 22 de Marzo tuvo lugar en Cartagena el acto de denominación de la terminal de cruceros “Juan Sebastián de Elcano” que contó con la presencia del buque-escuela de la Armada que comanda el Capitán de Navío cartagenero Manuel García Ruiz. En esta actividad intervino el Almirante de Acción Marítima, Vicealmirante Juan Luis Sobrino Pérez-Crespo, que pronunció un discurso que por su interés publica hoy Nuevo Diario.

El Vicealmirante Pérez-Sobrino inició su intervención recordando que hacia final del siglo XV el viejo mundo rompió sus costuras y la España de entonces se desparramó por el nuevo, descubierto por marinos portugueses y castellanos navegando en barcos redondos empujados por el viento… y por el valor, el coraje y la determinación de sus tripulantes, evocando que buscaban riquezas materiales y ensanchar sus reinos, pero también pretendían ampliar la cristiandad, regida por el principio fundamental de la igualdad de todos los hombres ante Dios. Con ese espíritu, -continuó- salió la expedición de Magallanes desde España al descubrimiento de la Especiería en el año 1519. Después de múltiples avatares, dificultades y sufrimientos, tras descubrir el que llamaron estrecho de Todos los Santos, posteriormente denominado de Magallanes, y haber cruzado el inexplorado Mar del Sur, que ellos llamaron Pacífico, llegó la expedición al archipiélago de San Lorenzo, hoy Islas Filipinas. Allí murió su capitán general, y de allí partieron con mandos renovados y la decisión de llegar al destino buscado, intacta.

Entonces, prosiguió la intervención, surgió la figura de un marino de raza, humilde de origen pero destinado a convertirse, por sus virtudes, en un personaje capital en la historia de la navegación: Juan Sebastián de Elcano. Guipuzcoano de Guetaria, se había criado rodeado de pescadores, y se había hecho adulto al mando de barcos mercantes, navegando el Cantábrico, el Atlántico y el Mediterráneo, sirviendo en las Campañas de Orán y Trípoli en 1.509, y formando parte de una Armada al servicio del Gran Capitán en las guerras de Italia.

Su devenir –en referencia a Elcano-le condujo con 32 años poco más o menos, como manifestó, ante Magallanes al enrolarse cuando este aprestaba su expedición; en ella se alistó como maestre de una de las cinco naos –“la Concepción”- y su prestigio y su pericia hicieron que, muerto Magallanes y su inmediato sucesor, y destituido el relevo de éste, se eligiera a Elcano como Capitán de “la Victoria”, una de las dos con que luego llegaron al Maluco, que hoy llamamos islas Molucas, después de pasar por Borneo.

Allí demostró dotes de diplomático y también de negociante, y sobre todo demostró grandes dotes de mando. En el momento clave de la expedición, cuando iban a iniciar el regreso a España por el Índico, la vía más lógica en aquella época del año, cargados del valioso clavo de olor que sólo en aquel archipiélago se cultivaba, el destino hizo que “la Trinidad”, el barco insignia, no pudiera hacerse a la mar por precisar carenado.

Acuciados por las circunstancias, Elcano tuvo que afrontar el peligro de navegar solo con “la Victoria” por mares para ellos desconocidos, con una carga que Portugal, cuya demarcación era, consideraba ilícita y no dejaría pasar fácilmente. De nuevo su pericia y sus dotes de mando, hicieron que lograra lo que en principio era tan difícil, llegar a España con la carga casi intacta. “La Victoria” y su dotación llegaron al punto de partida de la expedición tres años después de su salida, completando por primera vez en la Historia de la humanidad una circunnavegación. Los sufrimientos que la navegación impuso a la tripulación hicieron que de los cuarenta y siete que salieron de las Molucas, solo dieciocho llegaron a Sanlúcar, y dos días después a Sevilla.

El proverbial laconismo de los naturales de su patria chica impregnó la carta con la que dio al rey, noticia de su regreso: “Lo que más hemos de estimar y tener, es que hemos descubierto y redondeado toda la redondeza de la Tierra”, sentenció. La redondeza era harto conocida. Que se podía dar la vuelta al mundo con un barco, eso se supo cuando la expedición regresó al punto de partida. Obtuvo el reconocimiento del rey, quien le concedió escudo de armas con el lema que reconocía que había sido el primero en circunnavegar la Tierra, “Primus circundedisti me”, y no contento con lo ya logrado pidió el mando de la siguiente expedición al Maluco. Se le concedió sólo el de un barco, a las órdenes de un capitán general de la expedición, Loaysa. Por su empeño, su capitán general decidió ir hacia poniente, como Magallanes, en lugar de ir por la ruta del Cabo de Buena Esperanza. Con su guía la expedición abocó al Pacífico, y en él rindió la vida nuestro gran navegante, como lo que era, un marino de pies a cabeza.

Hoy su nombre viaja por el mundo en la popa de un bergantín-goleta que tiene por mascarón, una representación de España en los corazones de los Guardiamarinas que en él se forman, y en el de todos los que servimos en la Armada.

Y también a partir de hoy su nombre estará presente en un punto emblemático y pujante de Cartagena, como lo es su terminal de cruceros. Cartagena y la Armada llevan a sus espaldas siglos de hermanamiento, avance y anhelos comunes. La presencia de la Armada en Cartagena propicia la innovación, la investigación y el desarrollo industrial, y la Armada está presente en el palpitar de la ciudad.

La denominación del punto de entrada de miles de turistas, cuando llegan también por mar a bordo de imponentes cruceros, pone de manifiesto la sensibilidad y el cariño a la Armada de dos de sus principales instituciones: el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria.

Estamos sinceramente agradecidos por este gesto, que contribuirá a que desde este punto se rememore y reconozca la hazaña culminada por un marino español. Y también, a que todos nos sintamos orgullosos de quienes gestaron nuestra historia, maltratada por muchos. A todos ellos les recordamos especialmente quinientos años después, como muestra de gratitud y motivo de estímulo y ejemplo de los relevantes valores que supieron encarnar.

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