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El misterioso pudridero real del Escorial

El misterioso pudridero real del Escorial
lunes 11 de septiembre de 2017, 17:05h

El tiempo estipulado para que culmine el proceso biológico de reducción natural del cuerpo, se calcula que son necesarios entre 30 y 40 años. Durante ese tiempo es eliminada la humedad y el mal olor del cuerpo. Los detalles de esa estancia se guardan con hermetismo desde hace siglos.

El Real Monasterio de El Escorial se construyó para conmemorar la victoria de San Quintín sobre los franceses,pero pronto se convertiría en el lugar de descanso eterno para los reyes y familiares de la dinastía Habsburgo.

El primero en ocupar la cripta sería Carlos I. Fue en 1573, cuando su hijo Felipe II trasladó los restos de su padre hasta el templo. Un siglo después, Felipe IV sustituiriráaquel lugar por el Panteón Real y el de los Infantes, el lugar donde serían enterrados los miembros de la familia real, que desde entonces ha servido como lugar de descanso para los restos mortales de la gran mayoría de miembros de la Familia Real española, tanto de la dinastía de los Habsburgo como de los Borbones.

Pero si hay una estancia envuelta de misterio, esa es el pudridero, donde los cuerpos deben esperar aproximadamente 30 años para su momificación.

La muerte reciente del primo del Rey, Don Carlos de Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma, quien fue nombrado Infante en 1994 por expreso deseo del Rey Don Juan Carlos, ha devuelvo momentáneamente a la actualidad el proceso de momificación que debe realizarse a los Reyes y a los Infantes antes de descansar definitivamente en el panteón del Escorial.

Este lugar al que nos referimos es una sala contigua al Panteón de los Reyes, con suelo de granito y techo abovedado, que hace las veces de pudridero y que en la actualidad permanece ocupado por los restos mortales de varios Infantes, entre ellos Don Jaime de Borbón, y por los Condes de Barcelona. Es conocido como el pudridero de El Escorial y consta de dos estancias, uno de ellas para Reyes y otro para Infantes.

Dicho lugar se encuentra en el subsuelo de la basílica, a pocos metros del lugar de los sepulcros reales. Los monjes agustinos, que sustituyen a la Orden de los Jerónimos del periodo de Felipe II desde 1885, se encargan de custodiar tres pequeñas salas sin luz, cuyo paso está limitado solamente a ellos. Si bien no existe un tiempo estipulado para que culmine el proceso biológico de reducción natural del cuerpo, se calcula que son necesarios entre 25 y 40 años para que sea eliminada «la humedad» y el mal olor del cuerpo. La función final del pudridero, en cualquier caso, es reducir el tamaño de los cuerpos para que se adapten a los minúsculos cofres de plomo que, en el caso de los Reyes, ocupan apenas un metro de largo y 40 centímetros de ancho.

Pese al limitado número de personas que tiene permiso para acceder a estas estancias, distintos cronistas del templo han descrito al detalle el lugar con la intención de romper el misterio. Las puertas que están en el segundo descanso de la escalera conducen a los pudrideros. Son tres cuartos sin luz ni ventilación ninguna. Hasta allí llega el cadáver que junto al prior,algunos monjes ancianos, los albañiles y algunos otros criados se encargan de los preparativos.

El proceso es el siguiente: primeró se retira la detisú o terciopelo que la cubre la caja de plomo sellada que contiene el cadáver, luego conducen el cuerpo al pudridero. Mientras tanto los albañiles derriban el tabique y los criados abren cuatro o más agujeros en la caja de plomo, que colocan dentro del cuarto sobre unas cuñas de madera que la sostienen levantadas del suelo. Luego los albañiles vuelven a reconstruir el tabique doble que derribaron. Es alli Allí donde los cadáveres permanecen durante 30 o 40 o más años hasta que consumida la humedad y cuando ya no despiden mal olor son trasladados al respectivo panteón.

En la actualidad, en el Pudridero de los Infantes están los cuerpos de Don Jaime de Borbón, segundo de los hijos de Alfonso XIII y hermano de Don Juan padre del rey emérito, Don Luis Alfonso de Baviera y Borbón ,nieto de Alfonso XII y Doña Isabel Alfonsa de Borbón y Borbón, nieta de Alfonso XII.

No están ya los del Infante Alfonso de Borbón-Dos Sicilias padre del fallecido Don Carlo y los del Infante Alfonso de Borbón y Borbón hermano de Don Juan Carlos, muerto por un tiro de éste, que han sido los últimos en abandonar el Pudridero de los Infantes para ocupar su tumba permanente entre los mármoles blancos del Panteón de los Infantes, el lugar destinado a Príncipes, Infantes y Reinas que no fueron madres de Reyes donde quedan aún 24 tumbas vacías.

Este traslado de los Infantes y de los Reyes del pudridero al Panteón se celebra en la intimidad y bajo un protocolo muy estricto. Asisten un miembro de la comunidad agustiniana, otro de Patrimonio Nacional, un arquitecto que se encarga de dirigir el desmontaje del murete del Panteón Real, dos operarios y un médico, que se limita a testimoniar que el proceso de descomposición ha finalizado.

Por su parte, el Pudridero Real se encuentra hoy ocupado por los padres de Don Juan Carlos: Don Juan de Borbón y Doña María de las Mercedes, que descansan en el Monasterio desde abril de 1993 y enero del 2000, respectivamente. El último entierro permanente en este caso fue el de la Reina Victoria Eugenia que, aunque falleció en 1969 en Lausana (Suiza), sus restos fueron repatriados en 1985.

Lo peor es que una vez que los cuerpos de los Condes de Barcelona sean trasladados a sus sepulcros, el Panteón de Reyes estará completo, por lo que si el rey emérito y su esposa doña Sofía tuvieran que ocupar aquel lugar necesitaría una ampliación.

Pocos han sido los reyes cuyos restos no están alli´Uno de ellos es Felipe V, que recibió sepultura en la Colegiata del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso junto a su segunda esposa. Otro su hijo Fernando VI, fue enterrado según su deseo con su esposa Bárbara de Braganza en el convento de las Salesas Reales. Tampoco está el francés José I Bonaparte , ni Amadeo de Saboya, el resto, es decir todos los Reyes de la historia de España desde 1558 permanecen enterrados en El Escorial.

La fecha en la que se habilitó el pudridero fue durnte el reinado de Felipe II, mientras el Panteón Real fue inaugurado en 1654, estando Felipe IV en el trono. De esta forma, la Octava Maravilla del Mundo construida por Felipe II, e convirtió en el lugar de descanso de los Reyes, si bien el lugar que hoy ocupan es distinto de aquel otro conocido como "los infiernos" donde eran enterrados los cuerpos al principio, un lugar mucho más estrecho y sombrio que en el que estan ahora. Así Felipe IV, en una carta enviada al prior Fray Nicolás de Madrid, disponiendo el traslado de los cuerpos al nuevo panteón, le explica por qué creía que su abuelo había cometió un error así: "Siendo la intención del Rey mi señor, y mi abuelo, cuando edificó esta Real Casa, quiso que fuese allí su Sepultura, la de sus gloriosos Antecessores, y la de sus Sucessores; pero no dejó señalado competente sitio para este".

La Cripta Real donde hoy yacen los monarcas fue construida por Juan Gómez de Mora, el arquitecto que se encargó de la Plaza Mayor de Madrid. Consta de 26 sepulcros de mármol dispuestos en siete columnatas a ambos lados del altar, que fueron ocupados por los antepasados de Felipe IV. Sin embargo, ahora se ha quedado pequeña y para dar sepultura en un futuro a nuestros eméritos reyes se hace necesaria una ampliación del Panteón.

El arquitecto Juan Rafael de la Cuadra Blanco, en una Tribuna Abierta en ABC el 29 de octubre de 1998, dijo que Carlos I dejó claro en su testamento que quería estar medio cuerpo debajo del altar y medio debajo de los pies del sacerdote, y que su hijo, Felipe II, cumplió su deseo. Sin embargo en aquel lugar fueron enterradas además de las esposas de Felipe II y Carlos I, las Reinas Ana de Austria e Isabel, llevadas allí desde primitivo enterramiento los padres de Felipe II, sus tías, tres de sus mujeres y su hijo Don Carlos. El espacio ocupado en pequeña bóveda bajo el altar y bajo las estatuas orantes del presbiterio, y ligeramente encima del Panteón de Reyes, que resulta espacio suficiente para el enterramiento de cuatro generaciones de reyes más.

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