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LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE, por Sonia Mª Saavedra de Santiago

 LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE, por Sonia Mª Saavedra de Santiago
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viernes 09 de julio de 2021, 11:13h
 LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE, por Sonia Mª Saavedra de Santiago
 LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE, por Sonia Mª Saavedra de Santiago
En el año 2017, la editorial Orola publicó en su XI Antología Facer Españas mi relato Antares y el uso práctico de un libro. Ayer, a lo largo de un paseo a orillas del Mar Menor con la escritora Rosa Huertas, recordé las noches que me inspiraron aquel relato.

Desde entonces han ocurrido demasiados cambios, muchos de ellos provocados por una pandemia que no acaba. Hoy, con la esperanza puesta en recuperar el valor de lo sencillo, cuento con Nuevo Diario para rememorar aquellas madrugadas estrelladas que olían a tomillo y dondiego.

ANTARES Y EL USO PRÁCTICO DE UN LIBRO

Antares...Cada vez que oigo esta palabra me acuerdo de mi padre y de las pequeñas nociones de Astronomía que nos ofrecía cada noche en la terraza de la casa que mis abuelos tenían en una playa del Mar Menor, cuando todavía se veía el faro desde ella, cuando los edificios de tres plantas que ahora nos tapan las vistas no existían, cuando la ausencia de farolas nos permitía disfrutar a diario de un espectáculo de luces celestes. En lugar de chiquillos gritones y perros que ladran, sólo se escuchaba el cantar de los grillos y las risas de quienes, conscientes de no molestar a nadie, contábamos historias hasta altas horas de la madrugada.

Nuestra casa era entonces la más alejada del mar, pero gozaba de una atractiva y moderada soledad que atraía las visitas de amigos y familiares. Contar anécdotas o chistes, hablar de personajes y películas o imitar a cómicos y cantantes era algo normal en una época en que las reuniones no se disolvían a golpe de teclado o silbido de WhatsApp.

Mientras repaso aquellos momentos me acuerdo de que Antares era también el nombre de uno de los caballos blancos de la cuádriga de Judá Ben-Hur, el protagonista de una de las mejores películas que el mundo del cine nos ha ofrecido a lo largo de su Historia. Mi padre se acordaba del nombre de los cuatro caballos que la conformaban porque coincidía con el nombre de cuatro estrellas, pero yo sólo recuerdo Antares y Aldebarán.

Ahora que ha pasado el tiempo, qué bien me suenan estos nombres en la memoria, una memoria que se siente anciana recordando lo bonito de otros tiempos. ¿Realmente nada es como antes? Puede que sí, que todo haya cambiado de forma vertiginosa, pero, quizás la avidez con que experimentamos los nuevos cambios, sea también la causa por la que emprendamos un continuo camino de ida y vuelta a las buenas costumbres del pasado. Me di cuenta de ello hace unos meses, cuando le pregunté a un grupo de chavalines de ocho años:

¿Para qué sirve un libro?

- Para aprender- dijeron unos.

- Para pensar- dijeron otros.

- Para leerlo y entretenerte cuando te aburres con el móvil- Dijo una niña desde el final del auditorio.

En aquel momento, una ráfaga de luz semejante a los destellos de la refulgente estrella roja, me invadió. La esperanza es lo último que se pierde - pensé- Y, cerrando el libro que tenía en mis manos, sonreí.

Texto original escrito tras un encuentro con alumnos de Educación Primaria en el Colegio “Santa María Micaela” de Cartagena.

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