Con tanto villancico y tanta fiesta se pueden quedar los oídos sordos y el seso dormido o mejor dicho sin seso; como diría Esopo en la fábula “La zorra y el busto” y es que parece que estamos adormecidos y no caemos en la cuenta del panorama en la Región de Murcia con una situación preocupante en materia de gestión sanitaria y social.
Cuando se oye hablar a los que gestionan nuestros dineros, sale a la palestra el síndrome de Calimero, al quejarse constantemente de la maldad de los otros y así dejan sin efecto la propia responsabilidad y con la música de fondo, navideña, el Gobierno autonómico acusa a la Administración central de no proveer los fondos necesarios, y el Ejecutivo nacional señala a las autonomías de la mala gestión de los recursos.
Recordemos que el último informe AROPE sitúa a la Región de Murcia como una de las cinco comunidades autónomas con mayor riesgo de pobreza y exclusión social, con casi 500.000 personas afectadas, donde la pobreza severa infantil llega a casi al 16 %, y mucho tiene que ver también los datos de abandono escolar, (19% de los jóvenes de 18 a 24 años no alcanza la segunda etapa de ESO).
Así mismo, en el 2023, el 27,6 % de los hogares murcianos no pudieron mantener caliente sus casas en invierno, colocándonos entre las comunidades con peores resultados junto a Canarias, Extremadura y Andalucía. Las diferencias entre comunidades autónomas en tasas de pobreza, exclusión y vulnerabilidad no responden a una sola causa, sino a varios factores. En el caso de Murcia, su estructura económica, su sistema educativo y la mala gestión sanitaria afectan grandemente. Además, aunque el crecimiento económico y la creación de empleo son fundamentales, estas variables no bastan para garantizar una reducción de la pobreza.
Sabemos que el Estado tiene un papel crucial a través de las transferencias para promover una mayor equidad social y es palmario la diferencia de trato respecto a otras CCAA, pero da la sensación de que se hace poco; tan solo quejarse del maltrato. Sin embargo, esto es insuficiente y al igual que en la canción, todos parecen estar de acuerdo en que hay un problema, pero nadie da el paso al frente con el motivo de resolverlo.
Para Pedreño el año quedó saldado con eso de la seguridad en los centros sanitarios, y en la promesa de hacer más infraestructuras sanitarias, pero lógicamente, la sanidad va unida a un recurso que es el humano. Si no se tienen los profesionales sanitarios, todas esas infraestructuras no sirven absolutamente para nada.
Lo que es obvio es que el aumento de impuestos no ha venido acompañado de una mejora en las garantías sociales, y la población más vulnerable está pagando las consecuencias de una gestión deficiente. Sin embargo, cuando se hace balance de las responsabilidades, como dice Gabinete Caligari, la culpa fue del chachachá, o al menos eso parece al observar cómo los distintos gobiernos se culpan unos a otros sin soluciones, ni autocrítica, perpetuando un modelo que deja a muchos insatisfechos como el Calimero.