La célebre prisión de Sednaya, apodada "el matadero humano", se considera el principal centro de exterminio del derrocado Bachar al Assad. Hombres, mujeres e incluso niños fueron encarcelados en sus instalaciones. Opositores, estudiantes y trabajadores sufrieron las más crueles torturas en sus celdas. Tras hacerse con el control, los rebeldes liberaron a decenas de prisioneros; sin embargo, miles permanecen desaparecidos y sus familias los buscan con desesperación.
Rami Abderrahman ha afirmado que se han hallado "entre 40 y 50 cadáveres" en la prisión, como resultado de las operaciones de rescate que comenzaron poco después de la captura de Damasco. Según él, "la mayoría de los cuerpos eran de ejecuciones recientes".
Entre 2011 y 2015, se registraban aproximadamente 50 ahorcamientos semanales. Durante ese tiempo, alrededor de 13.000 personas fueron ejecutadas por ahorcamiento, siendo la mayoría de ellas por razones políticas.
Los relatos indican que en Sidnaya, entre septiembre de 2011 y diciembre de 2015, ocurrieron numerosos ahorcamientos masivos. Un exoficial sirio, detenido en 2011 y mencionado en el informe con el seudónimo de Hamid, comparte su experiencia: "Se oía el ruido de algo cayendo -como un trozo de madera, o algo así- y luego se les oía ahogarse. Si ponías la oreja en el suelo, podías oír una especie de borboteo. Duraba unos diez minutos. Nosotros dormíamos encima de esas personas, oyendo cómo se asfixiaban hasta morir. Esto era lo normal para mí entonces.”
A pesar de la falta de evidencia que indique que las ejecuciones cesarán una vez concluido el período de cinco años mencionado en el informe, los arrestos en la prisión continúan. Por ello, Amnistía Internacional se atreve a afirmar: "Es probable que desde diciembre de 2015 se haya ejecutado a miles de personas más".