OPINION

APROXIMACIONES A LA MIGRACIÓN: NOMADISMO Y ADAPTACIÓN, por Martín Momblant Momblant

Jueves 13 de junio de 2024

Desde hace varias décadas amplios sectores sociales plantean los movimientos migratorios como un problema de confrontación política y no como un fenómeno humano. Si este acontecimiento lo situamos en un marco, con perspectiva histórica, el enfoque nos ayudaría a comprenderlo mejor. Estamos acostumbrados a categorizar y después clasificar, así podemos estratificar los conceptos y realizar subcategorías. Por otra parte, los estados legislan para cada conceptualización: desplazado, refugiado, migrantes legales e ilegales, asilados, exiliados, etc.



Desde un contexto de adaptación y reconfiguración de estrategias de integración social intentaremos plantearlo desde otra perspectiva.

La orden de los primates surgió, junto a un gran grupo de mamíferos, hará unos 65 millones de años, diversificándose durante el periodo Terciario y extendiéndose por el continente africano. Pasa el tiempo y posteriormente (unos 20 millones de años) surge la familia de los hominoideos. Los humanos descendemos de esta rama. Hará unos 5-7 millones de años las diferentes especies de chimpancés, bonobos, orangutanes, gorilas y humanos se separaron como líneas evolutivas. Obviaremos un recorrido largo e interesante para dejar atrás a nuevos géneros y especies que se van descubriendo en excavaciones llevadas a cabo por arqueólogos, antropólogos y paleontólogos: Ardipithecus ramidus, los diferentes Australopithecus o los parántropos.

Nos han enseñado que los elementos de nuestra identidad humana corresponden a tres características: la expansión cerebral, nuestra capacidad tecnológica y la locomoción bípeda. Por este orden. Pero, si seguimos al profesor J.M. Bermúdez de Castro, la locomoción fue nuestro primer atributo como humanos. A partir de este hecho, y hará unos 2 millones de años, en concreto el Homo erectus, comenzaron a realizar un desplazamiento constante, traspasando nuevos ecosistemas, saliendo de África, adaptándose a nuevas condiciones y expandiéndose por los diferentes continentes. Obviamente no existían los estados modernos, ni fronteras físicas ni planos de orientación. Seguimos avanzamos en el tiempo y surgen unos nuevos emigrantes en el Próximo Oriente, el Homo heidelbergensis (unos 800.000 años), que se expandieron por toda Europa e Inglaterra. Ya llevamos dos migraciones importantes y nos falta la tercera. Sin duda, el origen y evolución del Homo sapiens (250.000 años), nos marca la mayor migración hacia todos los continentes, acompañada de una gran expansión demográfica.

Ese nomadismo constante del ser humano y su adaptación a nuevos territorios se fue prolongando en el tiempo, sin cortes temporales, hasta la aparición de los estados modernos, sus fronteras físicas y la implantación del nacionalismo metodológico. Es decir, con la aparición de los Estados-nación actuales, final s. XVI y s. XVII, surgen conceptos como el de soberanía estatal, población homogénea e identidad nacional, creándose estructuras políticas centralizadas en torno a un territorio definido y a una supuesta población semejante con lengua y cultura uniforme. A contar desde estos momentos se empiezan a ampliar los conceptos in-migración y e-migración y a partir del s. XIX se popularizaron con la intensificación, en esta época, de los movimientos migratorios a gran escala en Europa y América. Como indicaba el sociólogo Abdelmalek Sayad “la inmigración es la presencia en el seno del orden nacional de los no nacionales”. Así pues y basándonos en esta premisa, la emigración es la privación en otro lugar del orden nacional que nos es propio; es decir, la presencia en otra nación de los nuestros. Mientras que el inmigrante es el otro, el que viene de una nación extranjera y, por lo tanto, es un extraño ajeno a nuestra cultura.

Seguimos avanzando en el tiempo. Desde finales del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, la demanda de trabajadores y por lo tanto de emigración a gran escala, como consecuencia de los procesos de industrialización y la extensión de la agricultura para la exportación, desencadenó distintas oleadas migratorias de trabajadores a distintas regiones del mundo. Con la globalización se han ido generando procesos socioeconómicos contradictorios que, al tiempo que eliminan barreras nacionales para la circulación de capital, mercancías y bienes de servicios, levantan otras obstaculizando la entrada de inmigrantes que se desplazan huyendo de la pobreza y/o la violencia en sus países de origen. Estas barreras no solo favorecen estructuras y relaciones asimétricas entre países emisores y receptores, entre migrantes y nativos, sino el auge en los últimos de ideologías y discursos nacionalistas y/o nativistas que reproducen ideas de las migraciones como un problema social que hay que posicionarlo en primer rango político.

En el s. XX se siguen produciendo movimientos migratorios importantes; Primera y Segunda Guerra Mundial; desplazamientos poblacionales de África a Europa durante las décadas 50 y 60; migraciones de mexicanos y cubanos a EEUU; de vietnamitas a países occidentales en la década de los 70; migraciones, en este siglo, de sirios, ucranianos, palestinos, etc. hacia Europa, etc.

La migración humana, el nomadismo constante, ha sido una característica común de todas las sociedades desde la aparición del primer Homo sobre el Planeta Tierra. Algún elemento nos ha empujado a desplazarnos de nuestro nicho ecológico hacia alguna parte desconocida ¿Por qué lo hacemos? Una de las variables podría ser la necesidad de buscar mejores condiciones de vida, como elemento fundamental que ha impulsado estos movimientos desde los tiempos prehistóricos hasta la actualidad.

En este recorrido temporal hemos sufrido cambios genotípicos y fenotípicos, pero el nomadismo como elemento social se ha mantenido invariable. Para explicar esta constante quizá deberíamos mirar hacia nuestro interior. Nuestras células humanas también migran por el interior de nuestro cuerpo, para cumplir diversas funciones biológicas en el correcto funcionamiento de nuestro organismo humano y lo hacen para hacer frente a estímulos y condiciones externas. La migración social, en la actualidad, igualmente cumple un objetivo regulador de la comunidad de origen frente a condiciones histórico-estructurales vinculadas con los procesos y las actuales dinámicas globales del capitalismo. Las políticas migratorias, de cada estado, han ido incidiendo en los modos de incorporación y adaptación de los nuevos llegados a la sociedad de destino, generalmente en sentido de la desigualdad.

Hay que modificar esa ambigüedad en clasificar lo nacional y lo diferente, el originario y el inmigrante, el nativo y el otro, porque esto nos lleva al camino de la exclusión social, como rechazo a la identidad del migrante y a una reformulación problemática de lo que es nuestra sociedad y lo significa la condición ciudadana. Todos los Homos hemos hecho los mismos desplazamientos y el mismo recorrido.


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