Ahora que los días son más largos apetece y mucho, pasear por la alameda de Lorca, que se abre a una gran avenida desde el Puente de la Torta, pudiéndose ver la circunvalación de la ciudad, que no ha tardado en llenarse de tráfico. Y entre los árboles aprecié una pequeña colmena que me resultó atípico en el paseo. Era inevitable que me viniera a la memoria la novela de Cela a tenor de los tiempos que corren en la actualidad social española.
Y es que La Colmena, me sigue fascinando en su enfoque de las situaciones cotidianas, no solo en el Madrid de la posguerra, sino en una sociedad española que aun no ha aprendido casi nada del pasado.
Hoy en día, muchos de los temas que Cela aborda, siguen vigentes; la precariedad laboral, la desigualdad económica y la lucha de los más desfavorecidos por encontrar un lugar en una sociedad cada vez más polarizada. Son cuestiones que podrían sacarse directamente de las páginas de la obra del nobel de literatura. Las colmenas urbanas de hoy, están llenas de trabajadores precarios, migrantes en busca de un futuro mejor y familias que apenas llegan a fin de mes.
Las redes sociales han creado una ilusión de conexión constante, pero a menudo carecen de profundidad. La soledad, de las vidas de los personajes de "La Colmena", son fenómenos que también vemos reflejados en nuestra sociedad, donde el trato humano puede ser difícil de encontrar en la superficialidad digital.
Y en este contexto la clase política en España es señalada por sus privilegios y prácticas de nepotismo, independientemente del color político. Los partidos, más que órganos de representación y servicio público, parecen agencias de colocación de amigos y familiares, un fenómeno que erosiona la confianza en las instituciones.
De todos es sabido como fluyen los millones para beneficiar a amigos y familiares de los políticos tanto de la derecha como de la izquierda, hasta cotas escandalosas. Además, no es raro ahora el aumento de cargos a dedo, donde en los últimos diez años, la Asamblea Regional, dominada por PP y Vox, ha doblado el presupuesto para personal eventual, pasando de 536.000 euros en 2014 a 1,2 millones de euros en la actualidad. Este incremento en los gastos destinados a cargos a dedo refleja una tendencia de privilegiar a personas cercanas al poder, sin importar la capacidad o competencia profesional.
Así pues, el objetivo principal de muchos allegados, es hacer carrera y prosperar personalmente, en lugar de servir al interés general. Este hecho ha llevado a que más de 450.000 personas vivan de la política en España, un número significativamente mayor que en otros países. Sin contar el sistema de recolocación de políticos en diversos cargos, tras dejar sus puestos, que refleja una preocupante falta de competencia y experiencia profesional en la gestión pública. Esto supone un alto coste económico para los contribuyentes y el desvío del foco de los políticos del interés general hacia su propia continuidad en la vida pública.
En fin…. es lo que hay; esperemos que esto lo cambie alguien, aunque mucho me temo que al igual que en la novela “La Colmena”, lo que perdura es la clase social enfrentándose a sus problemas cotidianos en un entorno bastante más hostil que los de la clase política.