SOCIEDAD

"En este libro demuestro que Colón no era genovés, sino que era hijo bastardo de "El Príncipe de Viana" y nació en Felanitx, de Mallorca"

ENTREVISTA CON PEDRO CUESTA ESCUDERO, AUTOR DEL LIBRO "MALLORCA, PATRIA DE COLÓN"

Lunes 09 de noviembre de 2020
Pedro Cuesta Escudero tiene una larga trayectoria como investigador de la Historia de España y el Arte medieval. Ha publicado diversos libros al respecto y hoy nos quiere hablar acerca del último, “Mallorca, patria de Colón”, donde desmiente la concepción tradicional del personaje histórico y nos muestra todo el fruto de su ardua investigación. En esta entrevista conocemos un poco más la opinión autorizada del autor.


P.-¿Qué podremos encontrar entre las páginas de “Mallorca, patria de Colón?

R.-En las páginas de “Mallorca, patria de Colón” podemos encontrar una narrativa diferente que podríamos denominar “historia novelada”. No es una novela histórica donde se inventan personajes que se mezclan con figuras históricas. Cuando se trata de personajes y hechos históricos no le cuadra lo de la novela histórica, porque ha de primar el rigor histórico. Cuando se trabaja sobre personajes que existieron, al lector le gusta saber lo que realmente pasó y no lo que al narrador le hubiera gustado que pasase. Pero para evitar el carácter netamente erudito e interesar a un público heterogéneo, me acojo a una fórmula que contempla, por un lado, el desarrollo científico y empático del conocimiento histórico tras seleccionar, organizar y comparar datos procedentes de fuentes de información diversa y, por otro, utilizo las estrategias de la ficción para aplicarla a una tensión narrativa. Es una narración de la vida, que admite pormenores, incidentes y circunstancias menores que desecha la historia. En el relato se pone una precisa justeza histórica, pero sin que se observe la documentación que hay debajo. Así se consigue una obra estética, un relato ameno, no un artificio de erudito. Con los diálogos no se pretende fabular, sino colorear la pasión y dar corporeidad al anhelo del instante. Es lógico que el desarrollo de las escenas sea inventado, pero el fondo ha de ser rigurosamente histórico. Una expresión novelada en la forma con rigor histórico en el fondo.

P.-¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

R.-Lo que realmente demuestro y pretendo trasmitir a través de este libro es que Cristóbal Colón no era genovés como oficial y comúnmente está admitido, sino que era hijo bastardo de Don Carlos “El Príncipe de Viana” y nació en Felanitx de la isla de Mallorca. Por tanto su lengua materna era el catalán oriental. Pero por su condición de ser miembro de la Casa de Trastámara recibió una educación en castellano poco común para los jóvenes de aquella época por personas incondicionales del “Príncipe de Viana”. Colón tuvo unos conocimientos científicos, humanísticos y de idiomas (dominaba, además del castellano, el latín y el hebreo), que aún en nuestros días serían excepcionales.

Esperamos de una vez por todas que desaparezcan los enigmas que han surgido en torno a ésta figura tan esencial en la Historia universal y que en las escuelas y universidades se le estudie adecuadamente.

P.-Últimamente ha habido ataques contra figuras relevantes de la conquista de América como San Junípero Serra y en Barcelona la CUP pidió al Ajuntament la retirada de la estatua de Colón. ¿Cómo valora estos hechos?

R.-La primera gran celebración del descubrimiento de América se hace en el cuarto centenario, 1892, donde Colón es presentado como el explorador audaz. Tuvo un carácter conmemorativo, estruendoso, brillante y unánime en ambos continentes. Pero desde el punto de vista histórico se limitó a la exaltación del principal protagonista, Cristóbal Colón, con rasgos de auténtico paroxismo. EE.UU., que utiliza la resonancia mundial que tiene esta efeméride para presentarse al mundo como potencia emergente, se centra en el homenaje del Colón italiano. Prima la italianidad de Colón y apenas se menciona a los Reyes Católicos o el Reino de Castilla o España. El Columbus Day que se celebra el 12 de Octubre en Nueva York es una evidente manipulación histórica que concede todo el protagonismo a Italia. El made in Italy domina la idea de Colón y en el imaginario de una parte importante de los estadounidenses. Todos los 12 de Octubre se celebra un apoteósico desfile en honor a Colón por la Quinta Avenida de Nueva York, y no hay la más mínima mención a España, que era la que había patrocinado el viaje.

En el Quinto Centenario del descubrimiento de América, 1992, las ideologías se entrecruzan haciendo que cambie el sentido del viaje de Colón de 1492. Hay rebeldía de los supervivientes indígenas y se produce una reacción de la corriente indigenista en Iberoamérica. La reacción inicial se produce en Méjico, país de una fuerte tradición indigenista y de mestizaje. Dicen que hablar de descubrimiento es utilizar una visión eurocentrista, es negar la existencia objetiva de América, como si el continente no existiese hasta la llegada de los europeos y, por tanto, no existían las culturas americanas. Se opina que lo importante no es el viaje de Colón, sino los eventos posteriores que dieron origen al proceso de mestizaje cultural.

Pero hay una tercera posición más radical, no hubo descubrimiento, sino una invasión, por tanto no es un hecho que haya que conmemorar, sino una tragedia que se debe lamentar. Completada en 1992 la descolonización y triunfante la perspectiva multicultural, muchos escritores atacan duramente al Almirante de la Mar Océano, arquetipo conquistador sanguinario de Occidente. Portavoces destacados de esta posición son Fidel Castro y Eduardo Galeano, quienes al luchar, con muchos otros, contra el capitalismo imperialista, solo ven al Colón mitificado por la revolución norteamericana. Al agredir a Colón creen arremeter la esencia misma del capitalismo. Cuando ahora lamentamos el ataque a las estatuas de Colón lo que hacemos es deplorar la narrativa que crearon los norteamericanos, una narrativa explícita y socarronamente antiespañola.

Los hay que abominan todo lo relacionado con el descubrimiento de América, que se puede sintetizar en la célebre frase de Hugo Chaves: “Lo mejor que hubiera hecho Colón era pasar de largo de América”. No puede haber frase más desafortunada, ya que no se hubiera tardado mucho tiempo en establecer contacto con América si Colón no la hubiera descubierto para el mundo europeo, ya que la técnica y las mentalidades estaban en condiciones para ello. ¿Es imaginable que actualmente aún estuvieran por localizar los territorios que se descubrieron en el siglo XVI? Trasladar la actual lucha de los pueblos indígenas americanos por sobrevivir y alcanzar igualdad de derechos ante unas oligarquías capitalistas que las explotan y menosprecian a la época de Colom parece un tanto forzado. Colón murió apenas quince años después de pisar el Nuevo Mundo y, transcurridos más de 500 años, no se puede culpar al descubridor de todos los males que aquejan aquellos países.

Cuando Colón y los primeros españoles llegaron a América se encontraron unos habitantes con una vida más bien mesolítica, que abandonan los moribundos, que practican la antropofagia, los sacrificios humanos, que desconocen el uso de la rueda, de los metales…Los más civilizados, como los aztecas, los mayas o los incas, tenían ferozmente sojuzgados a las demás tribus a base del terror.

Hay que tener en cuenta que desde el primer momento los RR.CC. prohíben que se esclavice a los indios. Así queda reflejado en el testamento de Isabel la Católica. La Corona mandó que se observen las llamadas Leyes de Burgos, sancionadas el 27 de Diciembre de 1512, aboliéndose definitivamente la esclavitud indígena. El indio tenía la naturaleza jurídica de hombre libre con todos los derechos. Tras consultar a los juristas Francisco de Vitoria, Domingo Soto y Fernando Suárez el Emperador Carlos V promulga en 1542 en todo el territorio dominado las Leyes de Indias, donde se establece que los indios son seres humanos libres y bajo la protección de la Corona. Al defender esos juristas que los indios poseen los mismos derechos que cualquier ser humano y son dueños de sus tierras y de sus bienes establecen un derecho de gentes que está no solo en la raíz, sino en la esencia misma del actual Derecho Internacional.

Asombra contemplar cómo se reescribe la Historia lejana desde prismas presentes, tal vez como forma de lucha contra el ahora. El indigenismo que se utiliza para atacar el descubrimiento de América se inventa en las postrimerías del siglo XX derribando estatuas de Colom. En el país imperialista por antonomasia, como es EE.UU., cada vez hay más ataques contra la figura de Colón. En Los Ángeles, con el argumento de que el Almirante que llegó a América en 1492 fue un genocida de las tribus indígenas, deciden el 10 de noviembre de 2008 retirar la estatua del “exterminador” (Colón) a uno de sus importantes parques. En Baltimore unos vándalos destrozan el monumento de Colón que tenía más de 200 años. Buena parte de las universidades estadounidenses están imbuidas por el discurso de que Colom fue responsable de atrocidades y sus acciones pusieron en marcha el mayor genocidio de la historia conocida. La colocación de unos murales que ilustraban la vida de Colón en el hall principal de la universidad de Notre Dame (Indiana) son tapados al ser tachados de “degradantes”. En la Universidad de Stanford, una de las más prestigiosas del país, se decide eliminar el nombre de Fray Junípero Serra, el franciscano del siglo XVIII que articuló el sistema de misiones que da lugar a la actual California. Las razones que esgrime la comisión, nombrada por el rector, son “el dolor, el trauma, el daño emocional y el perjuicio a la salud mental que los estudiantes y profesores nativos americanos sufren al encontrarse una calle dedicada a Serra”, al que el Papa Francisco canonizó en 2015, entre otras razones, por defender la dignidad de la comunidad nativa y protegerla de aquellos que la maltrataban. Hay una enorme dosis de hipocresía colectiva al hacer acusaciones graves, cuando fue el hombre blanco norteamericano quien, justificado por su “destino divino”, aniquiló a los sioux, apaches, navajos… por su condición de “salvajes”.

Cuando el 12 de Octubre de 2016 la CUP presentó una moción en el Ayuntamiento de Barcelona para que, por ser símbolo del “colonialismo” español, fuera retirado el monumento a Colón, el que los impulsores de la Exposición Universal de 1888 en Barcelona prefirieron frente a la torre de estructura de hierro pudelado que les ofrecía Eiffel para dicha Exposición. La moción fue desestimada al intuir que por ese camino se podrían poner en entredicho muchos monumentos relacionados con la familia Güell, si se analiza el origen de su fortuna amasada en Cuba y de muchas otras que están en el origen del desarrollo industrial catalán de finales del siglo XIX.

Este revisionismo histórico es una tendencia en alza en organismos pro indigenistas. Tras la muerte de George Floyd el 25 de Mayo pasado asfixiado bajo la rodilla de un policía en Minneapolis (Minnesota) se ha vuelto a reproducir ese revisionismo teniendo otra vez como diana los monumentos de Colón. En Nueva York, Boston, Richmond, Saint Louis se han vuelto a atacar las estatuas de Colón. ¿Por qué ese odio cerval a un Colón que jamás pisó Norteamérica? ¿Por qué no se dirige a los ingleses que la colonizaron? ¿Por qué no se atreven a retirar estatuas de Jefferson o Washington por esclavistas? Jefferson, el redactor de la Declaración de Independencia de EE.UU., era un ardiente separador de razas, que no impidió tener hijos con sus esclavas negras.