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LA PRIMERA LUZ, por Sonia Mª Saavedra de Santiago, Abogada Rotal y estudiante de Historia

LA PRIMERA LUZ, por Sonia Mª Saavedra de Santiago, Abogada Rotal y estudiante de Historia
lunes 13 de julio de 2020, 10:03h

En los tiempos que corren, tendemos a buscar el protagonismo de la mujer en el mundo de la literatura como “hacedora de libros”, pero, al margen de esa faceta que vincula lo femenino con la creación artística, solemos olvidamos de ese papel vivificante que la mujer ha tenido a lo largo de la Historia como ideal de belleza, como inspiración, como escribanas que fueron en momentos de analfabetismo o como tertulianas de reconocido prestigio desde la época Ilustrada.

LA PRIMERA LUZ, por Sonia Mª Saavedra de Santiago, Abogada Rotal y estudiante de Historia

Como facedora de libros, el primer nombre que me viene a la cabeza es el de Santa Teresa de Ávila, mujer culta y escritora fecunda del siglo XVI, que fue proclamada, nada más y nada menos, que Doctora de la Iglesia Católica en 1970 por el Papa Pablo VI. De ella dijo Unamuno, que para qué queríamos meditar sobre la Razón Pura teniendo en España como teníamos a Santa Teresa y justo ahora que menciono la razón pura, me acuerdo de otra mujer española, María Zambrano, que, en el agitado y convulso siglo XX, buscó una terapia ante la peligrosa y desalentadora situación a la que nos había llevado el triunfo de la razón absoluta. Así, frente al triunfo de lo cuantitativo, lo instrumental y lo utilitario, propuso recuperar la experiencia vital, el universo de las emociones y los afectos a través de una RAZÓN POÉTICA volcada en lo efímero e irrepetible. Para ella, las grandes verdades no solían decirse hablando sino a través del lenguaje poético, que, alterando la sintaxis y la semántica del lenguaje cotidiano resultaba ser un lenguaje rico y sugerente con el que se consigue verbalizar lo que aún se desconoce a través de ritmos, giros, metáforas y otros recursos.

Una de esas recurrentes metáforas era la de la AURORA y, al escribir sobre esto, regreso a una peregrinación que hice en 2017 a Tierra Santa en la que nuestro guía, el Teólogo y misionero José Cervantes Gabarrón nos habló en Ain Karein, lugar natal de San Juan Bautista, de ese “desvelar” que supone el paso de la noche al día, de ese correr el telón para ver algo nuevo. Pepe nos equiparó la aurora con la luz que ofrece el amor cuando nos sentimos capaces de atender a los demás y nos preguntó si sabíamos cuál era la línea que separaba la noche del día. Ya en el autobús nos contó la historia de un rabino que dijo que esa línea se distingue cuando eres capaz de distinguir en un rostro a un hermano. Quizás sea por ese recuerdo o porque estoy de acuerdo con María Zambrano que, también en estos tiempos convulsos del siglo XXI, mantengo la esperanza en el hombre de bien como generador de momentos sin sombra que dan paso a la primera luz.

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