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CRONICAS DEL CONFINAMIENTO: AMIGOS PARA SIEMPRE, por Beatriz Rodríguez, periodista

CRONICAS DEL CONFINAMIENTO: AMIGOS PARA SIEMPRE, por Beatriz Rodríguez, periodista
viernes 12 de junio de 2020, 09:35h
Son ya tres meses exactos escribiendo a diario y hoy toca templar gaitas y buscar algo positivo a esta situación. Leí hace unos días un precioso artículo que me mandó una amiga sobre la amistad y esta pandemia. Y os preguntareis qué tienen que ver una cosa con otra. Y es que en un mundo donde se pierden los valores día a día y donde la muerte sigue siendo un tema tabú, llama la atención cómo hemos vivido esta crisis tanto los que estábamos en nuestras casas como los que estaban solos en residencias y hospitales.
CRONICAS DEL CONFINAMIENTO: AMIGOS PARA SIEMPRE, por Beatriz Rodríguez, periodista

De la muerte no se habla y forma parte de la vida. La tenemos miedo, pero el día de Todos los Santos mantenemos la tradición de visitar los cementerios y poner flores a nuestros difuntos. Yo particularmente, creo que todo hay que hacerlo en vida y es entonces cuando hay que demostrar el amor, el cariño y la cercanía y una vez que el ser querido se ha ido, sólo nos queda rezar, al menos a los creyentes. Sin embargo, respeto el culto a los muertos.

Todos nacemos, vivimos y morimos pero parece que nos aterra pensar en ese momento. Esta pandemia se ha llevado a mucha gente y muchos de ellos no contaban con dejar este mundo tan pronto. Los afortunados creyentes han tenido esa mano amiga de la fe, algunos de ellos de un sacerdote o incluso de una enfermera cercana.

Todos hemos perdido amigos o familiares en esta crisis sanitaria pero la amistad está por encima de los malos momentos. Hace dos días me tocó ir al tanatorio a despedirme de un ser querido, éramos quince personas en la sala y treinta en la capilla y no pude por menos que acordarme de todas aquellas personas que no han podido despedir a sus seres queridos por este desastre. Esos velatorios de tres personas, sin familia y sin amigos.

A algunos les ha tocado hacerse cargo de hijos de amigos, otros han hecho compras para amigos enfermos y otros han dado consuelo telefónico a quienes lo estaban pasando mal. Y es que la verdadera amistad, como el matrimonio, tiene que estar a las duras y a las maduras, en la salud y en la enfermedad y sobre todo intentando paliar esa soledad que muchos han sufrido en estos últimos tres meses. Los más afortunados hemos disfrutado de los amigos de una manera más relajada y a través de alguna aplicación que nos ha permitido vernos y acercar nuestros rostros. No éramos conscientes de lo mucho que apreciamos la cercanía y hemos echado de menos el contacto físico. A los verdaderos amigos tenemos la suerte de escogerlos y en nuestra mano está el cuidarlos y conservarlos a lo largo de toda una vida.

Y efectivamente la muerte es ese último viaje personal, ese encuentro con Dios para unos, y el paso a lo desconocido para otros pero hasta entonces las personas tenemos oportunidad de demostrar esa amistad. La que nos ha hecho reír y disfrutar en los buenos momentos y que, en situaciones anómalas como esta, nos pide una entrega desinteresada. Seguramente la pandemia nos haya hecho mejores personas pero nos queda mucho por demostrar, por reflexionar y por aprender. La vida siempre nos da lecciones.

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