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LAS CACEROLAS DE VOX, por Luis García Collado

LAS CACEROLAS DE VOX, por Luis García Collado
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martes 26 de mayo de 2020, 10:58h
LAS CACEROLAS DE VOX, por Luis García Collado
El sábado, distintas manifestaciones han recorrido las principales capitales de provincia pidiendo, entre otras cosas, libertad y la dimisión del Gobierno. Estas manifestaciones sirvieron de colofón a las que, durante toda la semana, se venían sucediendo en Madrid, en el Barrio de Salamanca, contra Pedro Sánchez y contra la falta de libertad, decían, de un gobierno filocomunista.
LAS CACEROLAS DE VOX, por Luis García Collado
LAS CACEROLAS DE VOX, por Luis García Collado

Independientemente de las exageraciones más que evidentes, lo que ponen sobre la mesa estas manifestaciones es que, definitivamente, la derecha más rancia y retrógrada ya ha traspasado todas las líneas que dictan el decoro político y la lealtad a un Gobierno que está atravesando la peor crisis sanitaria de todos los tiempos. No se trata sólo de votar abiertamente en contra de la prórroga del estado de alarma, condición indispensable, para evitar la libre circulación de ciudadanos que convertirían en un suicidio colectivo la desescalada. No se trata sólo de eso, con todas las consecuencias que conlleva votar en contra, siendo, con gran diferencia, la peor de las consecuencias el dejar a los ciudadanos desprotegidos y ante un virus que, en cualquier momento, según los científicos, puede volver a aparecer y que, evidentemente, puede poner contra las cuerdas nuestro sistema sanitario que, en caso de colapsarse y venirse abajo, provocaría una tragedia sin precedentes en las historia de nuestro país.

VOX y, por extensión, el PP de Casado, llevan ya semanas intentando, de cualquier manera, minar al Gobierno y aprovechar cualquier motivo para su verdadero fin y estrategia: acabar con el Gobierno, aunque eso conlleve someter a un país a la mayor pandemia de la historia.

Del PP, un PP cansado, sin ideas, estéril desde el punto de vista de ofrecer una alternativa real de gobierno, ambiguo y que ha terminado siendo mera comparsa de Abascal nada se puede esperar. Es, desde que irrumpió VOX en la escena política, una derecha cobarde y acomplejada que lucha por no desangrarse por el flanco derecho y que se debate, constantemente, entre lo que debería hacer, como oposición seria y leal, y lo que hace, impotente, ante la incapacidad de sus líderes para proponer, si quiera, algo que pueda ayudar a la lucha contra el coronavirus. El PP sólo ha quedado para poses fotográficos, como el de Casado y el de Ayuso como mater dolorosa, que producen, por su frivolidad y su desatino, vergüenza ajena.

Fue en el Barrio de Salamanca, banco de votos de VOX, donde empezaron las manifestaciones. El Barrio de Salamanca y sus exquisitos y urbanitas vecinos piden, ahora, en plena democracia, la libertad que pisoteaban cuando figuraban entre los grandes jerarcas del franquismo, convocan, ahora, manifestaciones, aunque nunca participaran en ninguna para pedir la derogación de la ley mordaza, de la reforma laboral, aquella que explotaba a sus criados y sirvientes, la defensa de la sanidad pública, esa que no conocen, y tantas y tantas manifestaciones que han luchado por una España mejor. No, ellos no luchan por una España mejor, por mucho que se envuelvan en banderas españolas, ellos luchas por acabar con un Gobierno y por volver a aquellos oscuros y grises años donde el ansia de libertad era una utopía que ellos pisoteaban, destrozaban y….

No es baladí, ni siquiera, una curiosa coincidencia que en la misma calle Nuñez de Balboa, donde ahora la extrema derecha de VOX sale a la calle para pedir libertad, estuviera, hace muchos años, la sede del partido de Blas Píñar, Fuerza Nueva, y desde donde, muy posiblemente, se orquestara y preparara el atentado contra los abogados de Atocha.

De nuevo España está en la encrucijada terrible de la historia y, de nuevo, la extrema derecha impone un ambiente propio del matonismo más barriobajero para hacer tambalear los sólidos cimientos de nuestra democracia. Lo peor, con todo, no es que se salten el confinamiento y no respeten la distancia de seguridad, lo peor no es que sean desleales y que pretendan acabar con el Gobierno antes que con la pandemia. Lo peor, con todo, no es que luchen por una libertad que ellos impidieron, ni que pongan por delante la economía a la salud, chocando frontalmente con la cantinela de que tenían que habernos confinado antes. Lo peor, a pesar de todo, no es que carguen contra las manifestaciones del 8M mientras un infectado Ortega Smith se hacía arrumacos con los que añoran la época con Franco, y ahora ellos mismos salgan en manifestaciones, lo peor, lo más grave y aquello por lo que les condenará la historia es que están despertando las heridas de las dos Españas y creando un ambiente muy similar al que en 1936 hizo saltar la democracia para instalarnos en la dictadura franquista. No pasarán. No lo hicieron y no lo harán porque, esta vez, la democracia y el pueblo español podrán frenar a quienes están jugando de manera muy peligrosa.

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