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AQUELLAS DIOSAS MADRES, por Pedro Alcalá

AQUELLAS DIOSAS MADRES, por Pedro Alcalá
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lunes 18 de mayo de 2020, 10:54h
AQUELLAS DIOSAS MADRES, por Pedro Alcalá
Dicen que la vida se empieza a sentir con ese primer respirar que tu madre te regala para sentir, esa salida del útero que la vida te obliga a realizar...
Nos fuimos olvidando con el paso del tiempo de ese viaje que la vida nos regalo. Pasamos de adorar a la madre tierra y nos convertímos en adoradores de falos, falsos, enchidos de egocentrismos.
Dejamos atrás a esa verdad que la tierra nos suele dar. La feminidad diosa y brujita de felicidad.
Empezó el neolítico y con el, ese aumento de producción en lo consumible para nuestra barriga y ese exceso de producción que a esas mentes pensantes no les dio por repartir, sino por dominar.
Y caímos en la triste falacia de adorar dioses, amantes de intereses.
Dioses creados por la avaricia de los hombres.
Dioses... o un Dios, vengativo. Que te castigaba o obviaba, si sus leyes olvidabas.
Triste paso hacia atrás el que dio la humanidad, cambió Diosa por Dios y desde entonces esa divinidad de útero, raíces y tierra, se nos olvidó en el pasar de los siglos. Olvidemos, a las antiguas adoradoras de la tierra, a las antiguas mujeres medicina, a esas brujitas que sanaban y curaban, y empecemos a adorar a unos dioses verdugos. Si te portas puede ser que alcances los cielos, y sino, arderas en los infiernos. Que tristeza de Dios, que castiga con esa prepotencia, cuando un padre perdonaria a su hijo aunque el fuera su verdugo.
Soy más de diosas que de dioses. Quizás porque lo femenino sea más fuente de ternura o por aquello que dicen, que aquello que da la vida es más divino. Que San Benardino, que ya es un decir.
Y que coste, que esto es solo un pensamiento de locuelo sin remedio, de hombre de pasadas fatigas y harto de ver injusticias de fariseos idólatras, y muertes, amparadas por la firmeza en la fortaleza de una simplicidad, de alcanzar divinidad.
Cuando al que hierro mata o se ensaña en matar, o enseña, en esa maldad, es un triste verdugo sin piedad.
No me lo toméis a mal pero no sé, por que prefiero a las diosas de la antiguedad. Será porque, la vida me la dio una de ellas. Yo creo, que así lo siente mi corazón y alma cuando a mi madre veo.
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