Pues no, España no volverá a ser la que fue hasta dentro de mucho tiempo porque se han encargado de cargársela paulatinamente, no sólo eso, sino que además se permiten lujos insospechados en un momento de crisis generalizada.
Un millón de hisopos comprados por extrema necesidad con un coste de cuatro millones trescientos mil euros y aprovechando la vía de extrema urgencia, es decir, sin ninguna publicidad ni concurso público. Por supuesto adjudicado a una empresa desconocida, sin CIF, ni dirección ni datos. Una empresa fantasma a la que se le paga una pasta a un coste cuatro veces superior al real y que, por supuesto, no consta su existencia. Y todo esto publicado en el B.O.E. ¿Es que se creen que los españoles somos tontos? Lo peor es que nos lo dicen a “toro pasado” cuando ya no hay nada que hacer. Compras y licitaciones a empresas fantasmas a costa de nuestro dinero es el colmo de los colmos y lo publican tal cual como si fuera la buena acción del día. Qué falta de dignidad, honradez y decencia…
Eso por no hablar de las 11 nuevas Subdirecciones Generales, en las que se ha eliminado el requisito de ser funcionario, o lo que es lo mismo, puesto creados a dedo para colocar a sus acólitos. Ellos lo llaman reorganización pero es una sirvengonzonería. No les bastaba con 22 ministerios, ni con todos sus colegas colocados por el Artículo 33, sino que en momentos de crisis profunda era necesario crear nuevos puestos, seguramente para otra caterva de incompetentes a los que el curriculum no daba para más.
Y me encantaría no tener que escribir sobre esto y decir que todos somos responsables y que lo estamos haciendo fenomenal pero si desde luego tengo que basarme en el ejemplo que recibo de nuestros dirigentes políticos, lo que me pide el cuerpo es echarme a la calle, quedar con mis amigos y verlas venir… No va conmigo y jamás haría nada que pudiera perjudicar a toda a esa gente que se está esforzando por salir de esta crisis, pandemia o como la queramos llamar pero ganas me entran. Optaré por la versión responsable, por mi propio bien y el del resto del mundo y porque podamos volver cuanto antes a la normalidad, no a esa estupidez de la “nueva normalidad”, sino a la de siempre, a la que todos queremos.
El esfuerzo que se nos pide a los ciudadanos es grande y lo menos que espero de nuestros dirigentes es que estén a la altura. Debo ser una ingenua…irremediablemente ingenua y soñadora, pensando en que las cosas se pueden hacer mejor.
Si (
No(
A favor (
En contra (
