El tebeo, que ahora se llama en inglés cómic, tuvo origen marginal, literalmente. Lo explica Irene Vallejo. Los monjes medievales decoraban sus letras capitales con maravillosos encajes de dragones y adornaban los márgenes de sus manuscritos con hojas de viña, de donde viene la voz “viñeta”. Al final, los adornos se apoderaron de toda la página. Muchos grandes lectores han empezado siendo grandes consumidores de historietas gráficas. Yo mismo: de la imagen a la idea; del icono o el ídolo, al concepto, como en nuestro libro.
Chumy Chumez, gran humorista, dejó escrito que, tras la guerra incivil, K-Hito fue el iniciador o resucitador del humorismo con su semanario Dígame. K-Hito fundó otra revista humorística titulada con el insólito nombre de Gutiérrez (1928-1934). Esta sirvió de escuela en la que se formaron artistas de la talla de Jardiel Poncela, Edgar Neville, José López Rubio, Miguel Mihura, Tono y otros. ¿Quién fue este periodista incansable con nombre de mandarín chino, “emperador de la historieta española” como él mismo se proclamó?
Pues fue un hombre corriente con un talento excepcional y un corazón de oro. Se llamaba Ricardo García López y nació en Villanueva del Arzobispo en 1890, cronista taurino con vocación de torero, caricaturista, editor de revistas, director de cine… Su madre le llamaba Ricardito, pero cuando a él le preguntaban de chico cómo le habían puesto no acertaba a decir más que “¡Caíto!”, de ahí el famoso seudónimo. De hecho, debutó de torero en algunas becerradas con el nombre de “Caíto de Jaén”. Le preguntaron si era de Jaén, y él dijo que no había estado nunca en la capital de su provincia, pero que con el apellido de su ciudad natal, tan largo, nadie le contrataría porque habrían tenido que pagar un suplemento de cartel para que cogiese el nombre “Caíto de Villanueva del Arzobispo” (el “pueblo de las tres mentiras”, porque ni es Villa, ni nueva ni del Arzobispo, allá donde la Loma de Úbeda converge al noreste del Santo Reino con la Sierra del Segura). K-Hito nunca renegó de su pueblo –como otros más famosos que yo me sé- y Villanueva le nombró hijo predilecto. Fue él quien acuñó el término “el Monstruo” para referir a Manolete. Y consiguió que el diestro cordobés y Arruza firmaran la paz y se dieran un abrazo cuando compartieron coso en Villanueva.
A burlaveras, presumía K-Hito de descender por parte de padre y abuelas paternas del capitán artillero Pedro Velarde, compañero de Daoíz en la heroica defensa de Madrid frente a los franceses durante el trágico Dos de mayo, y de la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda. Pasó parte de su infancia y adolescencia en Alicante, en el barrio de Benalúa. Ciudad de la que también fue nombrado hijo predilecto en 1956. Perdió muy pronto a su padre, oficial del ejército y comandante de la Guardia Civil, quedando como cabeza de familia a los diez años con cuatro hermanos menores. Confeccionó su primer periódico: “Toreo de salón” en su propia casa. En un artículo en el que se caricaturizaba a sí mismo se define como “sordo”, pero muy torero; miope que, en lugar de clavar la mirada en el interlocutor, mira de reojo, como “hombre hermético y abstraído”…, tanto que “tengo desconcertada a mi mujer”. Y añade que le gustan los deportes higienistas y que se ha bañado en el Niágara.
Afirmó que lo primero que pintó en su vida fueron las cintas de una corona mortuoria: “A mi Beatriz, Prudencio”. Ganó por eso diez pesetas, por lo que pensó que había encontrado su “elemento”, pero, como no le daban más coronas tanáticas que pintar, se dedicó a caricaturizar a sus compas de la oficina de correos, pues consciente de que la humilde economía doméstica dependía de él, aprobó unas oposiciones al Servicio Nacional de Correos. En realidad, su primera caricatura fue la de Rafael Gómez (el Gallo) con tinta en papel barba.
Durante la guerra incivil se trasladó a Valencia, intentando pasar tan inadvertido cuanto pudiese, según sus propias palabras. Fundó en Valencia “Diario de la tarde”, en plan bohemio. Luego en Madrid escribiría y publicaría en casi todos los periódicos y semanarios, siendo uno de los fundadores del Ya. Había comenzado haciendo caricaturas a dos pesetas en el Diario de Valencia. Luego le publicaron “monos” en París, hasta que destacó en la capital de España.
Había publicado versos en El Eco de Levante, satíricos y de los otros. En lo literario su poeta favorito fue Villaespesa y admiró a Gabriel Miró, que procedía del mismo barrio de Benalúa. Acabarían amigos y colaboradores al conocerse personalmente en Barcelona. En el dibujo fue discípulo de Adelardo Parrilla en Alicante, quien le disciplinó mandándole durante semanas dibujar un pie de yeso. Supongo que aquella tortura le sería de alguna utilidad, porque dibujar pies, como manos, es tarea ardua. También reconoció el magisterio de Heliodoro Guillén. Sin embargo, K-Hito desarrolló un estilo propio, a pesar de lo cual sus dibujos hoy no se cotizan como merecerían. Entre sus películas –que no he visto- “La vampiresa Morros de Fresa” (1932) y “Francisca, la mujer fatal” (1934), entre otras. En las páginas de La Ametralladora (San Sebastián, 1937-1941) se incubó el huevo del que nacería vanguardista, pimpante y jaranera “La Codorniz”.
En sus revistas destinadas a la infancia creó personajes que llegaron a ser populares entre la chiquillería: Macaco, Currinche y don Turulato. La Wikipedia lo define como hombre de ingenio chispeante y gracia espontánea, de caricaturas certeras (más de diez mil) y versos divertidos. Su pluma y lápiz estuvieron desprovistos siempre de veneno, de insidia o de mala intención. No como ahora.
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