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"El Rey y la Constitución" un artículo de Daniel García Posada

'El Rey y la Constitución' un artículo de Daniel García Posada
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'El Rey y la Constitución' un artículo de Daniel García Posada
El sistema político de nuestro país es la monarquía parlamentaria desde que, en 1978, se aprobara en referéndum la Constitución Española. La Carta Magna, ejemplo de consenso y de concordia en la época de la Transición, sin embargo, no fue aprobada por la mayor parte de los actuales españoles y, dentro de ella, hay, con el paso de los años y la evolución social, diversas contradicciones que, cuando menos, deberían revisarse o, al menos, tratarse sin que esto se convierta en una batalla campal e ideológica con tintes épicos, como cada vez que se habla de modificar la Constitución.

Uno de los aspectos más controvertidos actualmente es, sin lugar a dudas, el referente a la corona y a la sucesión de la misma. En la Constitución Española hay una clara preferencia por el varón sobre la mujer que, a día de hoy, no tiene sentido y que, sin lugar a dudas, constituye una contradicción con respecto al artículo catorce. Contradicción también aplicable a la presencia de un Rey, que, por ley, es inviolable y no está sujeto a responsabilidad (artículo 56.3) ya que el mero hecho de ser Rey supone, de facto, una diferenciación con respecto a los demás ciudadanos que sí somos responsables ante la ley, por ejemplo. Es decir, si leemos literalmente, la figura del Rey con respecto a sus súbditos supone una desigualdad que atenta contra la propia Constitución.

Era entendible, en la Transición, cuando se salía del sultanato y de los años del inciso, que se encajara la figura del Rey en la España que se estaba construyendo pero esa figura, en la actualidad, está en entredicho y supone un anacronismo con los tiempos que corren porque, si el Rey, desde el punto de vista constitucional, es inviolable y no está sujeto a responsabilidad puede, supuestamente, cobrar comisiones por llevar el AVE a La Meca y donar sesenta y cinco millones de euros a una tal Corina, sin que deba ser juzgado por ello.

Si se demostrasen todos esos hechos (a los que había que añadir el robo cometido por el exduque de Palma) la Monarquía como Institución sufriría un grave perjuicio y estaría totalmente inhabilitada para seguir representando al Estado y a los españoles por el daño irreparable que ha causado, aprovechándose de la posición y del status que le otorga la Constitución.

Ahora que en el Congreso hay un mayoría prorepublicana, sin embargo, nadie ha hecho tanto por la llegada de la Tercera República como su Majestad el Rey Juan Carlos I y como las contradicciones y conveniencias de una Institución que se rige por normas y leyes antiquísimas (Pragmática Sanción, Ley Sálica, Matrimonio Morganático) pero que se salta sus deberes y el cumplimiento de dichas normas cuando les place y les conviene.

Hay que abordar este y otros temas sin ningún tipo de complejo y sin miedo alguno y nuestras reglas de funcionamiento deben ser adaptadas a los nuevos tiempos con sensatez, con responsabilidad y con seriedad y, lo primero, es saber si, hoy, los españoles queremos o no una monarquía parlamentaria que cada vez más, para desgracia del Rey Felipe VI, está siendo menos ejemplarizante y menos respetada.

A por la tercera República por obra y gracia de Juan Carlos I, Rey.

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