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EL ARTISTA Y LA TIERRA por José Biedma López

EL ARTISTA Y LA TIERRA por José Biedma López
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EL ARTISTA Y LA TIERRA por José Biedma López

Hay artistas que se casan con una geografía o, mejor dicho, que se prohíjan en ella. Es como la dependencia vital, telúrica, atávica, salvaje, del gigante Anteo respecto de su madre, Gaia, la diosa de la Tierra. Caso ejemplar es el de César Manrique con Lanzarote. O el caso de Robert Graves, autor británico de Yo, Claudio, notable poeta y sobresaliente mitógrafo, que enraizó en Deiá (Mallorca), donde falleció en 1985. Es también el caso de Gerard Brenan, que escogió Granada para dedicarse a sus pasiones favoritas: la lectura y las caminatas. “Don Geraldo” acabaría estableciéndose en la Alpujarra de Yegen, primero, donde tuvo una hija, Miranda Helen, con una criada de 15 años llamada Juliana. Hacia 1933 Brenan concibió la idea de escribir una biografía de San Juan de la Cruz y pasó años documentándose y visitando los lugares por donde anduvo el poeta santo. Gran hispanista y viajero, amigo de Julio Caro Baroja, hijo adoptivo de Ugíjar (Granada), Brenan nos legó un espejo inolvidable con su Laberinto español y Al sur de Granada. Su vivienda en Churriana fue convertida en museo, Carlos Cano le dedicó un pasodoble y sus restos reposan en el cementerio anglicano de Málaga.

EL ARTISTA Y LA TIERRA por José Biedma López
EL ARTISTA Y LA TIERRA por José Biedma López

Menos conocido es el caso del alemán Wolf Vostell (1932-1998), nacido en Leverkusen, que estuvo vinculado a distintas vanguardias artísticas como el movimiento Fluxus (Flujo) de los años sesenta, a manifiestos y estéticas que se levantaron contra el arte comercial desde la interdisciplinariedad y el dadaísmo. Inventor del décollage, pionero del videoarte y del happening, en 1958 marcha a España para estudiar a fondo la obra de Zurbarán. Aquí se casará con Mercedes Guardado, anidando en Extremadura. Se enamorará de Malpartida de Cáceres y de sus espacios naturales, especialmente de Los Barruecos, paraje considerado monumento natural por la Junta de Extremadura en 1996.

En su taller de Malpartida durante los años ochenta y noventa elaborará tauromaquias. Vostell concebía las corridas como mezcla de arte, tragedia y erotismo orgiástico, en sus cuadros y dibujos se muestran toros sangrantes con cuerpos deformes, pintalabios, desnudos femeninos, tanques... En la Tauromaquia de Navas estampa un toro contra una caja que parece ser la de un televisor, un elemento regular en sus obras, instalaciones, esculturas y ensamblajes, como una metáfora de la actualidad. Desde los años sesenta Vostell trabajó con materiales inauditos en el arte: hormigón, plomo líquido, que combinó con pintura acrílica, carboncillo y pan de oro. En 1990 concluyó cinco enormes toros de hormigón armado con formas geométricas desiguales, aludiendo a los de Guisando.

En su niñez, el artista recorrió los campos europeos asolados por el desastre de la guerra, mientras volvía caminando con su familia desde Checoslovaquia a Alemania. La experiencia del Holocausto (Shoah) le causó tal conmoción que adoptará en su rutina un disfraz de judío en solidaridad con las víctimas, y este será un tema recurrente en toda su obra, caracterizada por una estética de la destrucción, una expresividad titánica que parece denunciar o querer apresar y retener congelado y mudo el carácter negativo y agresivo del mundo moderno y su “progreso” automatizado.

Vostell definió Los Barruecos de Cáceres como una obra de arte de la naturaleza. Allí, junto a los hermosos berrocales de granito que parecen adoptar la forma de una inmensa tortuga, una gran seta o una bomba, donde, en torno a amplias y tranquilas charcas, anidan cigüeñas y pastan toros rojos, podemos apreciar su obra VOAEX: Viaje de (H)ormigón por la Alta Extremadura, 1976. Véase la fotografía que ilustra este artículo. En Malpartida, donde el curioso puede visitar su museo (MVM, 1976) también puede admirarse su obra: ¿Por qué el proceso entre Jesús y Pilatos duró solamente dos minutos? Inquietante y fundamental pregunta.

En una plaza de Berlín, el viajero igualmente podrá sorprenderse con la obra en que Vostell muestra Dos Cadillacs encastrados en hormigón en forma de maja desnuda (1987). Y es que el arte, clásico o vanguardista, es cosmopolita, no nacionalista, pero su vínculo con Gaia, la tierra sin fronteras, es innegable; igual que el nuestro, un pie en ella es lo que nos garantiza la vital continuidad. El genio de la diosa nos da alas e inspira.

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